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miércoles, mayo 8, 2024

¿Y si en 2024 procuramos ser mejores?

En un breve ensayo, publicado recién en The New York Times, el escritor Roger Rosenblatt, tras calificar de “plegarias de a centavo” los propósitos de año nuevo, sugiere a cada quien prometer mejorar el mundo.

Tras la melancolía, casi desesperante de fin de año, y en la urgencia de prometer cambiar en el nuevo año, desde bajar de peso hasta dejar un vicio o malos hábitos, se inicia un esfuerzo que, en la mayoría de los casos, resulta inútil, vano y consecuentemente decepcionante.

El problema de esas promesas orientadas hacia uno mismo es que son nimiedades (insignificancias, poca cosa), pues ¿qué importa si alguien pierde peso, se ejercita, trabaja más o deja de beber o de fumar?, pues finalmente todo eso, hacerlo o no, es elección de cada quien, es su vida.

Con ese preludio (inicio) Rosenblatt se pregunta ¿y si, en lugar de planificar nuestros regímenes de ejercicio, centráramos nuestras intenciones en todo lo indeseable de la actividad humana —las guerras, la intolerancia, la brutalidad, el expolio de la Tierra— y tratáramos de hacerle frente?, ¿y si, en lugar de plantearnos propósitos tibios, asumiéramos compromisos firmes?

En su libro “Hojas de hierba”, Walt Whitman escribió: “Esto es lo que debes hacer: ama a la Tierra y al Sol y a los animales, desprecia las riquezas, da limosna a quien te la pida, defiende al tonto y al loco, cuestiona todo lo aprendido en la escuela, en la iglesia o en los libros, desecha lo que sea un insulto para tu propia alma y tu misma carne será un gran poema”. Si buscas un propósito, haz que valga la pena.

Así, sin serlo, puede parecer imposible la tarea de mejorar el mundo que, solo requiere de acciones adecuadas y decisiones sensatas porque el supuesto que subyace a los propósitos es que algo debe corregirse y mejorarse siempre.

El historiador y filósofo Lewis Mumford creía que el reloj era la principal máquina de la era industrial, porque el tiempo es fundamental para que las cosas funcionen. El tiempo lo toca todo en la vida, incluso el amor.

En esa escogencia de la naturaleza de los propósitos, especialmente en quienes peinamos canas, reflexionamos sobre lo vivido y en que se nos acaba el tiempo, y es el tiempo lo que más valoramos.

Con esa premisa, el tiempo es fundamental y por eso es bueno ver cada mal como una amenaza y cada herida como una oportunidad, de esa forma se vuelve trascendente tender una mano, ofrecer una palabra de consuelo, inspiración, apoyo o amor, y donar dinero o, lo que es más valioso: tiempo porque el altruismo es sinónimo de automejora, y es el tipo de automejoría más significativa y duradera.

Poner en práctica eso puede resultar un paso adelante con respecto al año reciente y puede hacer que alguien se vea y se sienta mejor de lo que sentiría después de cualquier dieta o ejercicio.

Esa práctica ayuda a descubrir que una vida pequeña puede hacerse grande, sin nada de metas, solo un día a la vez, así, viene bien un poco más de positividad en la vida.

Según los expertos, incluso para las personas a las que no le gustan los propósitos de año nuevo, escribir una o dos metas específicas y asequibles (alcanzable) puede ayudar a desarrollar confianza y una sensación de orgullo, lo cual mejorará su bienestar.

Para eso sugieren pensar en la motivación interna, es decir, qué cambios lograr y qué logros alcanzar, pero también porqué se quiere hacer y cuál es el compromiso para alcanzar la meta. La motivación interna es más probable que ayude a construir nuevos hábitos duraderos.

Los especialistas además destacan la importancia de elegir metas pequeñas que se puedan lograr y medir, y para que esos propósitos funcionen se debe evitar los deseos fantasiosos pues si se establecen objetivos enormes y poco específicos ¿qué motivación se tendrá para volverlo a intentar si se fracasa?

También resaltan la importancia de definir un plan, no un propósito, es decir, establecer cómo se logrará el objetivo. Para ello es trascendente subdividir las metas pues es más fácil desglosarla en pasos detallados que se puedan poner en acción.

Además, si se tienen muchos tipos de metas, elige y escribe una, talvez dos si se es ambicioso. Tener una sola meta y un plan para lograrla es más importante que tener muchas metas vagas.

Escribir esas metas y cómo las redactas hace reflexionar y las hace memorables. Según un estudio sueco quizás sea más efectivo estructurar los planes en términos de qué vas a hacer y no pensando en qué no debes hacer.

En ese afán es importante no ser muy exigente con uno mismo, al final de cuentas el año reciente fue difícil así que no hay que presionarse demasiado al intentar cumplir la meta.

Los estudios muestran que la gente tiene más probabilidades de lograr sus metas cuando se sienten como en un nuevo inicio en su vida, así que no hay que rendirse si no se cumple con los propósitos de año nuevo.

Para encaminarse al éxito eligiendo metas que no sean costosas de lograr, es bueno motivarse con recordatorios amables.

Incluso, añaden los que saben, si no se logra rápidamente o de manera exacta la meta planeada, de todos modos, es importante celebrar que se está esforzando para lograr un cambio positivo.

Fallar un día no significa rendirse por completo pues hay que seguir intentándolo al día siguiente pues es mucho mejor e importante que esperar hasta inicios de 2025.

Finalmente, tras el año difícil que, gracias a Dios acabamos de sobrevivir, en un año como el que acabamos de iniciar y que se avizora más complicado, se necesita concedernos más gracia y perdón, y si ser  compasivos con otros es trascendente, lo es si lo somos con nosotros mismos también.

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