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viernes, mayo 17, 2024

Mecapalero y lépero

El sábado pasado visité un mercado y me encontré con un personaje histórico, poco recordado y seguro desconocido por los más jóvenes, “un mecapalero” que descansaba en un banquito después de trasladar bultos de un lugar a otro, mientras tomaba pozol en huacal. Seguramente hemos escuchado la palabra “mecapalero” y es probable que ignoremos su origen. Según el diccionario de la R.A.E., el mecapalero en El Salvador, Guatemala, Honduras y México es el cargador que usa el mecapal para cargar”.

Dicho esto, empezamos por el mecapal o mecapalli, un artilugio que consiste en una banda, hecha de algodón o de petate, que va sujeta por sus extremos a dos cuerdas, con las cuales se sostiene el objeto que se carga. La banda se coloca en la frente del mecapalero para protegerlo ya que, su cabeza y cuello tiene una doble función: una primera función de equilibrar el bulto a partir de la frente y una segunda de distribuir el peso por todo el cuerpo, de forma que la carga acumulada se distribuya de forma equilibrada.

El uso del mecapal requiere que el cuerpo se incline hacia adelante, como si se hiciese un saludo al horizonte. El mecapal se usa para cargar todo tipo de cosas y en algunas ocasiones, es necesario que el cargador proteja su espalda y frente con una manta. Esta imagen, es una constante en mercados de Centroamérica y México, lo que la gente olvida es la importancia histórica, cultural y religiosa que tienen el mecapal y los mecapaleros.

No hay que olvidar que, antes de la llegada de los españoles, los rudimentos necesarios para la construcción de templos no se transportaban utilizando bestias de carga o tiro, esa labor correspondía a los macehuales, tamemes y mecapaleros, que eran los encargados de dar continuidad a la actividad constructora y comercial. Su rol no era simplemente transportar piedras o mercadería de un lugar a otro. La vida cotidiana giraba en torno a los servicios prestados a la colectividad.

El mecapal tenía una fuerte carga simbólica en la sociedad prehispánica mexica y se relacionaba con varios aspectos: era un entrenamiento obligatorio para poder ejercer el sacerdocio o la milicia y por otra parte, los dioses del comercio (yacatecutli) protegían a los mecapaleros. La relación carga, persona, destino estaba protegida por las divinidades,nada era al azar, todo ocupaba un lugar y un orden en ese universo.

Los pochtecas (comerciantes especializados) también utilizaban el mecapal para comerciar plumas, gemas, oro, artesanías y mercaderías selectas. El mecapal estaba presente en todas partes como medio de transporte. Este invento prehispánico persiste hasta nuestros días y se suele encontrar en comunidades indígenas, en obras de construcción, en lugares donde el transporte con bestias es inexistente y tambiénen los mercados mesoamericanos. El mecapal sirvió a pochtecas, mecapaleros y otros de forma indistinta.

La pareja, mecapal y mecapalero, han ido de la mano desde siempre. En los mercados y ciudades siempre han existido desde tiempos inmemorables. Con el tiempo, a lo mejor desaparece el mecapal, pero el nombre permanecerá y se adaptará a las circunstancias.

A inicios de la época independiente (1821) apareció el lépero (sinónimo de soez, indecente, ordinario, astuto, indigente, miserable), un personaje que simbolizaba la pobreza, una vida ociosa y llena de malas costumbres, una persona “sin oficio ni beneficio”, la antítesis del mecapalero.

En la época independiente, el concepto de pobreza en México no sólo tenía una connotación socioeconómica, sino también asociada al fenotipo. La “raza” y la “etnia” eran definitorias de la posición social. En las descripciones de la época, el pobre nacía pobre y moría pobre, incluso se consideraba como algo “normal” y sus hábitos y costumbres estaban predeterminados por su herencia. Esta forma de ver la realidad era una característica propia de la sociedad medieval en donde no existía una fácil movilidad social… Una percepción de la época era que, a los pobres ¡no les gustaba trabajar!, eran ¡proclives a la ociosidad!, pereza y su suerte miserable era decisión propia… El lépero era ¡pobre de solemnidad! Con el plus agravado de la indigencia… y se diferenciaba de los trabajadores sirvientes, aguadores, vendedores callejeros y mecapaleros en que, aquellos eran pobres pero trabajadores.

El lépero era el mestizo urbano, hablaba español y no necesariamente era indígena agricultor o dedicado a la pepena callejera, aunque físicamente eran parecidos y abundaban léperos todavía con maxtle o taparrabos. El indio generalmente tenía un oficio: era vendedor callejero, mecapalero o aguador, el lépero no tenía ninguno.

También, el lépero no era un vago en sentido estricto, aunque permanecía en la calle, realizaba su actividad que consistía en dedicarse a la mendicidad. El lépero recibía la limosna y las dádivas de las almas caritativas que buscan expiar sus pecados.  Para este sermenesteroso y desarrapado su existencia era necesaria para cierto sector social…

El mecapalero tenía un trabajo digno, con una historia de más de cuatro mil años y un rol central en la cultura mesoamericana, no era un simple “cargador”, su trabajo estaba relacionado con la religión, la construcción y el equilibrio social. En tiempos prehispánicos, el trabajo de carga no era ejecutado por bestias y los mecapaleros fueron la fuerza bruta que ayudó a construir la civilización en el Anáhuac. El mecapalero es historia. Finalmente, los léperos siguen coexistiendo con el digno mecapalero… usted decide, si usa apropiadamente los términos mecapalero o lépero. Todo es cuestión de perspectiva…

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