Mirna Isabel Rivera
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Consumir bienes y servicios de manera responsable se vuelve una necesidad en las sociedades de consumo. La cantidad de desechos sólidos que se genera a nivel mundial es abrumadora, parece no tener fin. Los océanos están llenos de basura, principalmente de desperdicios de plástico, madera, metal y vidrio. Tanta es la contaminación de los océanos que se han formado islas de plásticos (garbage patch), los científicos han identificado siete a nivel mundial. Para tener una idea del tamaño de estas, la Isla Basura del Pacífico equivale a 1.6 millones de kilómetros cuadrados, tres veces el territorio de Francia.
El plástico puede reutilizarse, muchos están dispuesto a abandonar los plásticos de un solo uso y creen que debería prohibirse a nivel mundial. Según reporta un estudio realizado por la firma consultora francesa Ipso a mediados del 2021 en 28 países con 20,500 entrevistados, tres de cada cuatro de los consultados quieren que los gobiernos tomen medidas legales para frenar el incremento de desechos de plástico.
El 88% de los encuestados consideran que se deben firmar tratados internacionales para combatir la contaminación producida por el plástico. El 85% de los entrevistados cree importante, que sean los mismos fabricantes y detallistas quienes tomen responsabilidad de los efectos de su producto, que diseñen estrategias para reducir, reusar y reciclar el plástico.
En la actualidad, los consumidores se han convertido en dependientes del plástico, solo con ir de compras a un supermercado se puede observar que la mayoría de los empaques son de este material. Industrias enteras lo utilizan como principal embalaje, hasta para pagar se utiliza el plástico en las tarjetas de crédito o débito.
El plástico tiene muchas ventajas, por eso resulta tan atractivo de usar, es muy resistente, ligero y no corrosivo. En la industria de los alimentos y bebida ha tomado mucho mercado, el caso de las bebidas carbonatadas o gaseosas y el agua embotellada. La correcta gestión de las botellas de PET puede hacer la diferencia, son fáciles de reciclar y se pueden transformar, pero todo depende de la correcta gestión que se dé a los envases.
En los países desarrollados es común observar que los desechos son clasificados desde los hogares y cuando los recolectores pasan por los desperdicios, tienen el cuidado de gestionarlos adecuadamente. Hay depósitos para los reciclables (cartón, papel, vidrio) y otros para los no reciclables. La clasificación empieza desde casa, los ciudadanos son entrenados para poder contribuir con el medio ambiente. En algunos países nórdicos, como Suecia, casi la mitad de los desechos se recicla, el resto se incinera en plantas, produciendo energía, aunque no se puede considerar una energía limpia de acuerdo con el criterio de los expertos.
En países en desarrollo, el tema de la clasificación de los desechos todavía está pendiente; según datos de la Secretaría de Energía, Recursos Naturales y Ambiente (Serna), en Honduras se generan alrededor de 6,500 toneladas diarias de residuos sólidos. Las ciudades que más producen basura son Tegucigalpa y San Pedro Sula (EL País, 2022).
La basura no conoce fronteras, actualmente las playas de Omoa, Travesía y Puerto Cortés están inundadas de desechos de todo tipo provenientes en su mayoría de Guatemala, afectando uno de los principales rubros de empleo tradicional de la zona, la pesca y el turismo, poniendo además a la flora y fauna en zona de riesgo. Hay voces expertas que alertan que, de continuar con esta situación, se encontrarán más desechos sólidos que peces en el mar.
La gestión sustentable de los desechos sólidos, trae beneficios sociales, económicos y ambientales, se deben aprender de las mejores prácticas para impulsar proyectos en el corto y mediano plazo, que contribuyan a impulsar comunidades resilientes, que puedan hacer frente a los desafíos del cambio climático, que no conoce fronteras.
