Por: Joab Matute Martínez
Alumno LCBS, miembro APEH-Defensor de Derechos Humanos.
Consejero de jóvenes.
Ganador del primer lugar a nivel nacional en Oratoria.
El sol sale tan hermoso, pero la imagen en el espejo es un escalofriante recordatorio de la oscuridad que acecha en mi interior, tu interior.
En lugar de esperanza, todo lo que veo es un asfixiante autodesprecio. ¿Vale la pena vivir? (momento de silencio). El silencio fue breve, un mero respiro de la cacofonía de mi mente.
Soy Joab Matute Martínez, y estoy hablando con el silencio gracias- Espera… ¿qué he dicho? ¿Soy lo suficientemente bueno? ¡Ya no puedo hacer esto! La ansiedad y el exceso de pensamientos chocan como ráfagas de viento frío y cálido, creando esta niebla brumosa que yo llamo depresión.
Ya conoces la sensación, te llamo a ti, depresión, te preocupas demasiado y no te importa nada. Te sientes solo y aislado, pero demasiado abrumado para socializar.
Durante el día, estás completamente agotado y no puedes hacer nada, pero más tarde, por la noche, te quedas despierto en la cama, deprimido por todo lo que no has hecho.
Analizas demasiado el futuro mientras te sientes desesperanzado al mismo tiempo. Te despiertas preocupándote por todo solo para darte cuenta de que en realidad ya nada importa. La ansiedad te grita “¡Levántate!, vas a perder esta lucha”; la depresión te susurra “no vales nada, ni lo intentes”. Te sientes solo, pero quieres que te dejen en paz. Pero no estás solo, mira a tu izquierda y a tu derecha; esta sombra nos persigue a todos.
Un informe reciente del “Estudio sobre mentes sanas” ha revelado una realidad desgarradora: el 60% de los estudiantes luchan contra estas afecciones. Por desgracia, el resultado de esto puede ser el trágico final de nuestras propias vidas.
¿Qué empeora las cosas? El juego de las redes sociales, un espejismo de mentiras que amplifica nuestro dolor y nos hace preguntarnos qué es real y qué es vano. Nos obsesionamos con arreglar un drama ‘online’ cuando nuestras propias vidas siguen rotas. En los espejos, buscamos la verdad, pero solo encontramos un reflejo vacío que nos devuelve la mirada. Pensamos que la vida de todo el mundo es perfecta, pero no es cierto, no es verdad.
Sonreímos, ocultamos el dolor que llevamos dentro; atrapados en nuestros pensamientos, fingimos estar bien, pero en realidad nos ahogamos en un mar de consternación.
Anhelamos un atisbo de luz en esta interminable noche de sufrimiento, entras en la luz de valores.
El sol vuelve a salir, como el espíritu inquebrantable de Ana Frank, su historia es lo que pasamos ella, era un alma joven y brillante atrapada en el crepúsculo de la guerra. Sufrió depresión durante años. Un día, desolada, escribió: “A pesar de todo, sigo creyendo que la gente es realmente buena de corazón”. Murió al año siguiente, tenía 15 años, pero seguía aferrada a la esperanza y a la creencia en la humanidad.
Este mundo nos dice que todo está bien, pero no, todo son mentiras sobre mentiras sobre mentiras, hasta que nos encontramos a nosotros mismos, escucho en consejería a todos, pero esta es la verdad.
Los días serán más brillantes; los días serán más oscuros. La curación de la depresión es un proceso, y los procesos llevan su tiempo. La verdad permanece.
Necesitas existir en el ámbito de control que te corresponde y dejar de intentar controlar cosas sobre las que no tienes poder. No descuides tus sentimientos, pero no dejes que los sentimientos dicten lo que es verdad. Deja a un lado lo que te aplasta el alma. Créeme, tus seres queridos preferirían escuchar tus luchas que asistir a tu funeral la semana siguiente. No sufras en silencio, busca ayuda.
Elige el amor propio. Y recuerda que el tesoro más valioso de tu vida eres tú mismo, elige la fe en Dios, elige hablar lo que te pasa.
Tú no eres tu dolor. Eres lo que haces de él. Así que la próxima vez que te mires al espejo, di: “Sí, estoy sufriendo, pero si tengo fe, veré que al otro lado de mi dolor hay algo bueno”. Que Dios nos ayude a todos. Gracias.
