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miércoles, mayo 8, 2024

Un visitante extraterrestre (Tercera Parte) Adiós Rama

Una novela de ciencia ficción para leer en menos de 5 minutos o menos

Adiós Rama

Relatar todo lo que sucedió en los meses previos al acercamiento final de RAMA será contar la eterna ambición del hombre.

Varias expediciones partieron en busca del tesoro fabuloso compuesto por toneladas de diamantes.
Pero, antes de eso, al menos veinte empresas se formaron con el mismo propósito, de las cuales su gran mayoría no fueron otra cosa que una estafa bien planeada, aprovechando lo que se conoció después como el furor de la danza de los diamantes.

Inversionistas inexpertos y novatos perdieron hasta el último millón apostado a naves que nunca existieron, sólo en la mente de los promotores y en múltiples diseños algunos de los cuales fueron hasta infantiles copias de películas de ciencia ficción baratas.

Pero hubo al menos cuatro intentos reales de naves que despegaron con tripulación y el equipo necesario para explotar esos fabulosos diamantes.

Las cuatro estuvieron condenadas al fracaso desde el inicio, ninguno de los mecanismos diseñados para contrarrestar la atracción del gigantesco imán que constituía la parte metálica de RAMA funcionó.

Tal y como lo había vaticinado Edward Reeds, todas se estrellaron contra la durísima superficie metálica, las tripulaciones perecieron poco antes de que RAMA completara su órbita y se encaminara hacia su eterno viaje sideral.

Pero, mientras todos concentraban su atención en los diamantes, un pequeño equipo, con Reeds como su coordinador, decidió investigarlo desde un punto de vista totalmente científico. Su hallazgo jamás fue conocido por nadie, mejor dicho, jamás fue aceptado por nadie, RAMA era demasiado increíble, sumado al hecho de que nadie más realizó estudios que pudieran corroborar o al menos apoyar lo que “los chicos de Reeds” habían descubierto.

En efecto, como muchos aficionados a la teoría de la conspiración habían especulado, RAMA era en realidad una nave espacial con capacidad intergaláctica y con una misión para llevar a cabo durante miles de millones de años.

Nunca pudo Reeds comprobar si alguna clase de tripulación estaba a cargo de la misma o si se trataba de un robot totalmente autónomo, versión esta última la más creíble ya que la duración de su viaje con seguridad superaba el tiempo de vida de cualquier criatura, sin importar su especie.

RAMA había sido lanzado al espacio unos seis millones de años antes y esta era ya al menos la segunda vez que visitaba el vecindario terrestre.

¿Qué era RAMA y, más intrigante e importante aún, cuál era su misión?

En primer lugar, su gigantesco y poderoso imán, que no era otra cosa que un sofisticado mecanismo defensivo diseñado para evitar el acercamiento de intrusos o exploradores que pudieran alterar o distorsionar su misión.

La enorme cantidad de diamantes, especuló Reeds sin que hubiera manera de comprobarlo, podía ser utilizada como un sistema de captación energética, algo así como un común panel solar de los nuestros, con una tecnología totalmente desconocida, que solo se podía vislumbrar por medio de la imaginación. Esos diamantes seguramente no estaban en bruto como se pensó, sino formando parte de una estructura especialmente diseñada para captar la luz y energía de lejanas estrellas en su viaje intergaláctico.

¿Y qué había dentro de la estructura metálica de lo que en realidad era una nave espacial?

Reeds especuló, no había forma de comprobarlo, excepto por el hecho de que la última visita de RAMA fue poco antes de que empezara la vida en la Tierra y ahora, en su regreso, ya la humanidad se encontraba en la etapa inicial del desarrollo tecnológico que sería capaz, con el tiempo, de transportarla hacia el espacio.

RAMA era en realidad un “sembrador de vida”. En su interior transportaba todos los ingredientes para producirla a partir de los más comunes elementos en el universo. Oxígeno, hidrógeno y carbono.

RAMA detectaba planetas con capacidad para sustentar vida y plantaba en ellos sus semillas. Vida que evolucionaría a través de los eones.

Difícilmente habría dos iguales, todo dependería, pensaba Reeds, del medio ambiente de cada planeta.

¿Por qué plantar vida? Pues porque la obligación natural de cada ser viviente es la de reproducirse. Lo hacen las bacterias, los árboles y el ser humano. Esa civilización, los padres de RAMA, como quiera que hayan sido, cumplieron su misión en la mejor forma que pudieron y ellos, son en realidad nuestros padres, así como los de toda la vida en el planeta.

Cuando RAMA se alejó de la Tierra ya se había perdido  interés, sólo un hombre le siguió la pista mucho más allá del límite del Sistema Solar, sólo uno también pudo comprobar que, una vez penetró en el espacio interestelar, su velocidad no solo aumentó hasta llegar muy cerca de velocidad de la luz sino que, además e increíblemente, efectuó una serie de giros y maniobras inexplicables, algo que solo podía deberse a un comando realizado por una inteligencia, con seguridad la inteligencia que lo creó.

Esa noche, con toda la tranquilidad de quien ha cumplido su misión en la Tierra, Reeds guardó para siempre su equipo, no tenía nada más que descubrir, no tenía nada más que investigar.

Él solo, con un pequeño grupo de jóvenes entusiastas, se habían encontrado con una fabulosa y creíble explicación sobre el origen de la vida en la Tierra y quizá en todo el Cosmos… RAMA, el sembrador de vida.

Otto Martín Wolf
[email protected]

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