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viernes, abril 26, 2024

Los Judíos Sefarditas: Fundadores, comerciantes y piratas del nuevo mundo

El año 1492 es importante por dos eventos: el descubrimiento de América y la expulsión de los judíos de España (judíos sefarditas o conversos). Estos últimos serán actores poco conocidos, pero no menos importantes, en la narrativa de la conquista del nuevo continente.

¿Quiénes eran los judíos sefarditas? Los sefarditas fueron los judíos que habitaron Sefarad (hoy España), desde el siglo I DC hasta su destierro en 1492, mediante el Decreto de Expulsión de Granada promulgado por los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. Practicaron su religión, conviviendo con musulmanes y cristianos, hasta que fueron condenados a dejar su tierra. En marzo de ese mismo año, con el edicto de Granada, se logró su expulsión de los Reinos de Castilla y de Aragón. Los motivos fueron, básicamente, religiosos y de naturaleza económica. Se les otorgó un plazo de cuatro meses para abandonar el lugar, teniendo que vender todos sus bienes, y que no volvieran nunca más.

Los judíos de Sefarad tuvieron únicamente dos opciones: abandonar el reino o convertirse al catolicismo. Para reprimir a los judíos y a los conversos que se unían al catolicismo se utilizó al Tribunal de la Santa Inquisición para procesar mediante juicios inquisitivos a todos aquellos que no profesasen la fe católica. Los expulsados se refugiarían en Portugal, Holanda, norte de África, en el Imperio Otomano; y algunos de ellos viajaron con Colón a las Américas. Los expulsados buscaban el reencuentro con alguna de las diez tribus perdidas de Israel, esto hizo que los judíos incursionaran en estas expediciones al Nuevo Mundo. América, en gran medida, también fue una elaboración sefardí.

En los cuatro viajes de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo viajaron judíos, o “nuevos cristianos”, según fuera el caso, entre ellos: Luis de Torres, Rodrigo de Triana, Maestre Bernal, Alonso Calle, Rodrigo Sánchez. En los años siguientes al descubrimiento, estos se establecieron en Nueva España (hoy México), y en las colonias holandesas de Brasil y del Caribe, donde se vieron fuera del alcance de la Inquisición y en donde pudieron volver a su fe. Nuestro continente al final se poblaría de cristianos viejos, nuevos cristianos y judíos sefardíes.

Descubrir América, para los cristianos nuevos, convertidos por convicción, fue la oportunidad de un nuevo comienzo ya que se insertaron a la sociedad castellana pese a no ser bien vistos; el nuevo mundo representó la oportunidad de cambiar y vivir en libertad allí donde nadie los conocía. Para aquellos no convertidos, criptojudíos (viven el judaísmo en secreto), o que fueron convertidos por la fuerza (mal llamados marranos), esto significó un lugar lejos de la Inquisición para practicar su fe. Pero la inquisición llegaría a América al cabo de un tiempo.

Los sefarditas en Nueva España fueron importantes en muchos momentos históricos, por ejemplo: Luis de Carbajal y de La Cueva (fundador del Reino de Nuevo León en 1582), y Diego de Montemayor (fundador de la ciudad de Monterrey en 1596), ambos eran judíos conversos provenientes de familias expulsadas en 1492. Al final de su vida, varios miembros de la familia De La Cueva, después de parecer “buenos cristianos”, fueron procesados por judaizantes en el año de 1590 ante el Tribunal de la Santa Inquisición. Los sobrinos y hermana de Luis de Carvajal y de La Cueva fueron quemados vivos; él moriría en prisión. Luis de Carbajal y de La Cueva fue el primer escritor judío de América.

La industria del chocolate tendría inicios judíos, también. En 1654, Benjamín de Acosta y de Andrade, un criptojudío portugués, se mudó de su país natal junto con un grupo de personas de su colectivo, estableciéndose en la isla de Martinica, territorio francés, y empezó a hacer “bolitas de chocolate”. Allí se instalarían las primeras fábricas del chocolate que luego se exportaría a Europa.

Al norte del continente americano, el empresario Aarón López, un judío sefardí que residía en la colonia británica de Massachusetts a principios de la década de 1770, se había convertido en la persona más rica de Newport (Rhode Island, centro de negocio de esclavos) con la fabricación de velas de esperma de ballena, barcos, barriles, ron y chocolate.

Los piratas judíos del Caribe también existieron en su momento, con personajes como David Abravanel, hijo del Rabino Isac Abravanel. Su familia fue asesinada a principios de 1700 en Suramérica. David adoptó el apodo de “capitán Davis” y navegó con corsarios británicos para luego ser patrón de su propio barco al que llamaría “el Jerusalén”. Se dedicaba a atracar a barcos españoles en el Océano Pacífico. Los piratas judíos convirtieron el dolor de la expulsión de España en venganza o en justicia, según como se vea.

Jean Laffite (1780-1826) y Pierre Laffite (1770-1821) fueron unos hermanos vaco-franceses judíos, los piratas más famosos de aquellos tiempos. Buscaban vengar las persecuciones sufridas por su familia, quienes fueron torturados por la Santa Inquisición. Estos hechos despertaron en Jean un odio visceral contra España que lo inspiró a incursionar en la piratería y atacar los barcos españoles cargados de oro, plata y especias, que transitaban por Golfo de México con destino a Europa.

Algunos judíos que emigraron a estas tierras tuvieron fortuna, otros no. Lo que no cesó fue la persecución, ya que el tribunal del Santo Oficio se instaló en México; en Lima, en 1569; y en Cartagena, en 1610.

Por José R. Reyes
Abogado.

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