En fecha reciente, como cada año, tuve el privilegio de ser parte de la Cumbre Global de liderazgo, que se realizó aquí, en nuestra amada San Pedro Sula. Y una de las palabras que más se repetía en los expositores de las videoconferencias, era que vivíamos en una época de mucha desconfianza.
¿Qué nos ha llevado a esto? Muchos factores. Dentro de ello las noticias falsas. Hace 20 años lo que nosotros mirábamos en un noticiero, podíamos decir que era sumamente creíble, pues no pondrían en juego su ética y reputación.
Hoy día, el roce de entretenimiento, con información, ha generado bastante esa desconfianza, pues también, no sabemos si el presentador está haciendo bromas, o nos está diciendo algo sumamente serio. Ya que en aras del bendito “rating”. Dichos presentadores se prestan para hacer cualquier cosa, que resulte divertido. ¡Lo mismo pasa en las redes sociales!
Todo mundo hace vídeos, donde no sabemos separar quiénes son expertos profesionales, o simplemente buenos comunicadores que hacen uso de su destreza para hacernos creer que son expertos. Y abonado a eso, la cultura del “yo” que prevalece, nos hace pensar que la gente siempre tendrá una agenda oculta.
El verdadero desafío que presentaron en dicha cumbre es cómo podríamos recuperar la confianza en nuestra gente, en nuestros equipos, en nuestra familia. Ni quiero mencionar lo mucho que han aportado a la desconfianza los políticos, que a diario se escriben columnas de opinión quejándonos de ellos, así que ni vale la pena poner una letra más de ello.
En una época, donde evitamos a toda costa el compromiso “para no quedar mal” o bien, pensamos que nadie nos dará en retorno lo que damos, se hace sumamente difícil liderar y ponían tres aspectos para lograrlo. Lo primero, que todos sabemos, es debemos ser empáticos.
Que como es de todos conocido, esta palabra viene de “empate” es decir, estoy sintiendo en igualdad lo que el otro siente. La ausencia de valores que cada día es mayor, pues se nos ha vendido bien la idea de que tener estándares altos, ser respetuoso, vivir con prudencia y muchas cosas más que se enseñaban en casa, ya no nos hace “cool”.
La empatía es el principio de la confianza. El asunto es que todos la exigimos, pero pocos queremos darla. Lo segundo valioso para que la gente confíe en nosotros es la transparencia. Y creo que la transparencia viene cuando nos piden a cuenta algo. Sé que esto es totalmente opuesto a conceptos como “Es mi vida y no te metas en ella” Pero creo eso estaría bien si viviéramos en una isla, solos y sin personas a nuestro alrededor.
Compartimos vidas. Compartimos muchos espacios, y si sabemos que estamos siendo honestos en lo que hacemos, no debería problema que alguien de nuestro equipo nos pregunte ¿por qué hace lo que hace?
Y la tercera, que creo es la más desafiante, es que debemos ser consistentes. Sólo el paso del tiempo hace saber a una esposa que su marido cambió. Sólo el paso del tiempo demuestra que una persona es leal, solo el paso del tiempo demuestra que soy puntual.
Pero debo ser consistente y eso es lo que marca la diferencia entre confiar en alguien y alguien que tuvo un chispazo y por eso lo hace. Las personas consistentes, congruentes, que mantienen lo que prometen tanto fuera como dentro de la organización, son las personas confiables.
Creo que es sumamente difícil vivir en desconfianza, sobre todo cuando toca relacionarnos mucho, pero es bueno saber que la confianza SÍ puede ser construida en una era de mucha desconfianza.
