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viernes, mayo 3, 2024

Negacionismo e inacción ante el cambio climático, combinación letal

Algunas personas aún cuestionan la autenticidad del cambio climático, considerándolo una artimaña, una propaganda malintencionada diseñada para frenar el consumismo global y perjudicar la economía de las principales potencias mundiales, responsables de la mayoría de las emisiones de CO2 en el planeta. Políticos, como el excandidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, Al Gore, incluyeron este tema en sus agendas políticas con la premisa de que el desarrollo sostenible es una prioridad, aunque algunos quizás ya lo hayan olvidado debido a su derrota. Figuras públicas, como la activista sueca Greta Thunberg, han sido duramente desacreditadas y objeto de burlas al considerarla una extremista.

La intensidad en los debates sobre el impacto del cambio climático parece estar marcada por la presencia de negacionistas, quienes, de alguna manera, parecen más influyentes que aquellos que buscan respaldar sus argumentos con datos concretos. Estos últimos sostienen que el problema ambiental actual se debe en gran medida a la intervención humana, señalando que las prácticas deficientes en producción, construcción y desarrollo no están abogando por una agenda que aborde de raíz los problemas fundamentales que contribuyen al calentamiento global.

Los polos se están deshelando gradualmente, los niveles del océano están en aumento, las playas están siendo absorbidas por el agua y las zonas costeras enfrentan amenazas inminentes. En Honduras, se prevé que para el año 2060 ya no existirán zonas costeras, afectando más del 30 por ciento del territorio. Es imperativo que nos preocupemos por los signos evidentes, como el deterioro de los vórtices polares que está dando lugar a fríos extremos e inusuales, con temperaturas en el norte de Europa descendiendo hasta menos 30 grados en áreas donde normalmente no se registran estas temperaturas. La urgencia de abordar estos problemas se vuelve evidente al observar las consecuencias tangibles que ya afectan nuestro entorno.

En un intento de crear conciencia, observaba en una entrevista a un reconocido especialista en temas de cambio climático hondureño, César Quintanilla, tratando de alertar y despertar a la población sobre lo que sufrirá el país a más tardar en 2060: polos y glaciares derretidos, nuestros mares subirán 66 metros. Si estos polos terminan derritiéndose completamente, dejarán bajo agua al menos el 35 % del territorio nacional. Un ejemplo de lo que se avecina es lo que ya está ocurriendo en Santa Fe, departamento de Colón, donde, según pobladores y autoridades locales, más de 300 metros lineales por 10 metros de ancho de playa han destruido el mar, provocando emergencias, erosión y destrucción de casas y parte del muelle turístico. En la temporada lluviosa se convierte en un desastre.

Situaciones como el cambio climático se han politizado y hay demasiados intereses económicos para realizar los cambios que se requieren, como reducir el uso de combustibles fósiles y buscar formas de transporte más amigables con el ambiente. Incentivar una economía circular parece distante en nuestro país. En una comparecencia pública reciente, un diputado del Partido Liberal, Yuri Sabas, mencionó que el Congreso Nacional, que estuvo paralizado por casi cuatro meses, tiene engavetada una propuesta de ley destinada a mejorar la situación ambiental del país. Ni siquiera a nivel de leyes las aprueban, no digamos que velen por su cumplimiento.

Decía una experta entrevistada en CNN, la profesora Florencia Montagnini, que no podemos vivir sin la naturaleza, destacando el trabajo que hace un programa de la Universidad de Yale que ella dirige, en el cual se promueve la agricultura, la silvicultura y agroforestería sostenible, enfatizando que sí se puede lograr el desarrollo, pero cuidando la naturaleza.

Quizás parezca distante el año 2060 y poco probable que muchos mayores de 50 años estén vivos, pero ¿qué hay de la población joven? Seguro que ellos sí sufrirán en primera persona esta situación, pero me imagino que el pensamiento será el mismo de siempre: que miren qué hacen y lo resuelvan si es que pueden cuando toque.

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