32.7 C
Honduras
martes, mayo 14, 2024

El monstruo que ando

No se cómo pasó, la verdad ni cuenta me di, supongo que poco a poquito fue mordiendo mi alma, mi ser, se la fue comiendo, sin darme cuenta, sin dolor, como los zompopos que comen hojas de mordida en mordida y al final solo queda el cabito de lo que antes fue. Pues así creo que pasó, se fue consumiendo mi yo, para convertirme en el monstruo que soy, adentro vive, cómo se mueve y respira, yo lo siento allí y a veces sale por mis ojos, como si asomara a la ventana.

Todos los días, al despertarme lo siento, al salir por las calles al trabajo, al ver niños descalzos en las aceras, pidiendo pisto, por voluntad, por necesidad propia o ajena y ni pestañear, ni que se me mueva una fibra de indignación, allí lo siento rondar en mi alma, moviéndose el monstruo. Cuando me piden dinero como una esperanza, como un bocado para ellos y más bien me irrita, allí también lo siento. Yo sé que ya días habita en mí y que ha ido creciendo y mi alma apagándose, eso siento al ver la tele o leer el diario, procesión de difuntos a diario y me interesa más ver quién es la belleza novia de turno de tal o cuál jugador, como si un par de nalgas fuesen más importantes que la vida segada, allí sé que el monstruo va ganado. O cuando sé que son meses en la capital que se matan como perros y gatos para ver quién manda más, quienes aseguran sus intereses propios o partidarios, menos para el pueblo y no me preocupa , aunque nos veamos todos en la situación en que estamos, también allí lo siento, que crece y vive fuerte, aunque me apague cada día más. El monstruo dentro de mí crece, vive y prospera, como una mancha abyecta que a diario empaña lo que queda de mi alma, de mi razón, de mi corazón, el monstruo crece y crece y no puedo hacer nada, nos hundimos como personas y como pueblo, la permisividad, la dejadez, la frialdad y el cinismo nos han ganado, nos jalan como lastre al mismo infierno, a la oscuridad eterna, donde el hambre reina y la corrupción manda, donde lo sucio y la transa es lo común, donde un gramo de coca o un voto valen más que una vida humana, para allá nos jalan, nos hunde el peso de la desidia, para allá me lleva el monstruo que crece como un lastre en mí y en muchos, riendo de buena gana, sentados en la calavera de lo que alguna vez fui yo, seguros y confiados que van ganado.

- Publicidad -spot_img

Más en Opinión: