De: Nicolás Pose-Ferraro
A raíz del nuevo impulso por finalmente concluir el esperado acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, el tema ha retornado a la palestra pública. ¿Qué factores impulsan la búsqueda de cerrar el acuerdo? ¿Cúales son las trabas? ¿Cuáles son los posibles escenarios? Un nuevo impulso geopolítico El Mercosur y la Unión Europea alcanzaron un ‘acuerdo en principio’ sobre el pilar comercial de un Acuerdo de Asociación en junio de 2019, así como un acuerdo sobre el pilar político y de cooperación al año siguiente. Su anuncio provocó una fuerte oposición en Europa, a partir de la conformación de una coalición contraria, compuesta por productores agrícolas y activistas medioambientales. A los primeros, históricamente opuestos por consideraciones distributivas, se sumaron las preocupaciones de los segundos por el impacto de un acuerdo sobre el cambio climático, alentadas por las políticas del gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil respecto a la deforestación en la Amazonia. Así, a diferencia del pasado, el acuerdo se volvió objeto de un elevado nivel de ‘politización’ y una fuerte oposición de actores no tradicionales en asuntos de comercio, provenientes de la sociedad civil, movilizados por la temática ambiental. Sin embargo, a partir de finales de 2022, distintos factores se combinaron para dar un nuevo impulso geopolítico al acuerdo. En el marco de la ‘geopolitización’ o ‘giro geoeconómico’ de la política comercial de la Unión Europea, la Comisión Europea argumentó que en un contexto de retorno de la guerra a Europa dado por la invasión de Rusia a Ucrania, los aprendizajes derivados de la falta de insumos durante la pandemia del Covid-19, las crecientes tensiones geopolíticas entre Occidente y China, y el eventual retorno de Trump a la presidencia de Estados Unidos –ahora confirmado, la Unión Europea precisaba concretar nuevos acuerdos comerciales para diversificar aliados y riesgos, y así rebalancear el campo geopolítico. En este marco, facilitado por el retorno de Lula a la presidencia de Brasil, la Comisión procuró negociar algunas garantías adicionales en materia ambiental con miras a aplacar la oposición de la sociedad civil europea. A cambio, estuvo dispuesta a realizar concesiones que en el pasado hubieran sido descartadas de plano, como la reducción del acceso al mercado de compras gubernamentales de Brasil demandada por el gobierno Lula, o la introducción de una ‘cláusula de rebalanceo’ en caso de que las políticas comerciales unilaterales del Pacto Verde Europeo reviertan las ganancias de acceso a mercados para el Mercosur derivadas de un acuerdo. Con esto, ambos bloques encaminaron un nuevo entendimiento. Las resistencias de la economía política Sin embargo, lo acordado entre el Mercosur y la Comisión Europea se encontró con un viejo escollo: la oposición agrícola europea. A diferencia de los ‘perdedores distributivos’ del Mercosur, es decir la mayoría de los sectores industriales de Brasil y Argentina, que pasaron progresivamente de una postura de oposición a otra de apoyo (en Brasil) o de aceptación pasiva (en Argentina), los productores agrícolas europeos continúan movilizados en contra de un acuerdo. Como consecuencia, los países con sectores agrícolas poderosos, con Francia a la cabeza, han mantenido su rechazo. A inicios de 2024, las fuertes movilizaciones agrícolas que paralizaron Europa congelaron la posibilidad de concretar el acuerdo. Posteriormente, las elecciones al Parlamento Europeo de junio tuvieron el mismo efecto. Como reconoció entonces el negociador jefe de la Comisión, Rupert Schlegelmilch, “ahora mismo estamos trancados, para ser honestos, por las elecciones europeas y las protestas de agricultores en Europa”. Pasadas las elecciones europeas, la Comisión ha retomado la iniciativa para finalmente sellar el acuerdo. La meta, según ha transcendido, es poder realizar un anuncio durante la próxima Cumbre del Mercosur que tendrá lugar a inicios de diciembre. Dicho esto, al impulso de nuevas manifestaciones agrícolas en Francia, el gobierno francés, con el apoyo abrumador del sistema político de dicho país, ha ratificado una vez más su rechazo al acuerdo. Así, la batalla continúa. ¿Cómo podría aprobarse el acuerdo? Ante esta situación, cabe preguntarse cuál será la suerte del acuerdo.