Cuando Cristóbal Colón llegó por primera vez a estas tierras durante su primer viaje al nuevo mundo, los autóctonos con los que se tropezó fueron los indios tainos de las islas Bahamas o Lucayas, luego el contacto continuó en la Española y posteriormente en la isla de Cuba; todo esto durante el año de 1492 y 1493.
Los autóctonos contactados en el Caribe eran conocidos como tainos y son descendientes del tronco lingüístico denominado arahuaco.
El grupo estaba compuesto por tainos, que ocupaban las Antillas Mayores y Bahamas, los nepoyas y suppoyos de Trinidad y los iñeris que habitaban las Antillas Menores, antes de la llegada de los caribes, que vivían en la costa este de América del Sur, hasta las costas del actual Brasil.
¡Los habitantes del Caribe hablaban lenguas de origen arahuaco!… Eran personas pacíficas, esbeltas con los cuerpos pintados y con abalorios de oro, de una belleza impresionante para aquellos europeos. Los tainos impresionaron a los españoles por su sencillez, vivían en chozas de palma e iban casi desnudos, excepto las mujeres que llevaban enaguas.
Cristóbal Colón relató que los arahuacos fueron amistosos. “Les trajeron oro, piedras y perros, que ellos cambiaron por objetos de cristal y las campanas de los halcones”.
“De buen grado negociaron todo lo que ellos poseyeron (…) ellos no llevaban armas, y no las conocen, ya que les mostré una espada, ellos la tomaron por el borde y se cortaron por la ignorancia. Sus lanzas están hechas de madera”.
Con cincuenta hombres nosotros podríamos subyugarlos a todos y hacerles hacer lo que quisiéramos.
“Ellos no tienen hierro, ni acero, ni armas, ni son para ellos, no porque no sea gente bien dispuesta y de hermosa estatura, salvo que son muy temerosos a maravilla”.
“No tienen otras armas salvo las armas de las cañas, cuando están con la simiente, a la cual ponen al cabo un palillo agudo y no osan usar de aquellas; que muchas veces me ha acaecido enviar a tierra dos o tres hombres a alguna villa para haber habla, y salir a ellos de ellos sin número; y después que los veían llegar huían, a no aguardar padre a hijo; y esto no porque a ninguno se haya hecho mal, antes, a todo cabo adonde yo haya estado y podido haber fabla, les he dado de todo lo que tenía, así paño como otras cosas muchas, sin recibir por ello cosa alguna; más son así temerosos sin remedio”.
“En todas estas islas no ví mucha diversidad de la hechura de la gente, ni en las costumbres ni en la lengua; salvo que todos se entienden, que es cosa muy singular para lo que espero que determinaran sus Altezas para la conversión de ellos a nuestra santa fe, a la cual son muy dispuestos”.
Fragmentos de la primera carta de Cristóbal Colón a los reyes católicos en 1493.
Usted ya sabe que aconteció después con los tainos anahuacas. Y así dio inicio una nueva concepción de la vida y de los valores. Los tainos nos dejaron una serie de palabras que hoy siguen siendo parte de nuestro idioma, ejemplos: canoa, huracán, barbacoa, cacique, batea, bejuco, caimán, caoba, carey, caribe, chichi, guayaba, guayacán, güira, hamaca, iguana, jaiba, jején, macana, maíz, manatí, maraca, papaya, tabaco, tiburón, tusa y yuca. El resto es historia. Por otra parte, tenemos otro vocablo similar al anterior, también genérico del que se habla poco en las escuelas y en la academia ortodoxa y que guarda una relación con los habitantes de Mesoamérica.
Los anahuacas. En el siglo XV, durante el período posclásico mesoamericano, tres señoríos indígenas conformados por México-Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan, derrotaron entre 1427 y 1430 al altépetl (entidad étnica, política y territorial) de Azcapotzalco, consolidando la Triple Alianza.
Los territorios ocupados por la Triple Alianza en el Valle de México fueron conocidos como Anáhuac, voz en náhuatl derivada de las palabras ·tl (agua) y nahuac (rodeado, cerca de, junto a); es decir, tierra rodeada de agua. Además, éstos se ubicaron entre el Océano Pacifico y el Golfo de México, entre 1428 y 1521, época del máximo apogeo de la Triple Alianza.
Una confederación de estados gobernaba en el valle del Anáhuac. Después del sometimiento de Azcapotzalco, México-Tenochtitlan se convirtió no solo en un altépetl independiente, sino en una espléndida ciudad, capital del poderoso estado mexica, que dominó gran parte de Mesoamérica aglutinando en una sola lengua, el náhuatl, a muchos pueblos tributarios.
De igual manera, se emplea la expresión Cem Anáhuac (tierra completamente rodeada por agua) y no solo se refería a un territorio tangible, sino también abarcaba el sol, el espacio celeste y el inframundo; es decir, abarcaba el todo.
También, de la palabra Anáhuac se derivó el gentilicio anahuaca, habitante del Anáhuac, utilizado para referirse a los pobladores de este territorio multiétnico y multilingüe.
Y es que vale la pena mencionar que los mesoamericanos que habitaron el Anáhuac no solo fueron los mexicas, también los xochimilcas, chalcas, tepanecas, acolhuas, tlahuicas mayas y tlaxcaltecas; quienes poblaron, además del área circundante al lago de Texcoco, los territorios que van desde la actual frontera entre Canadá y EE. UU. hasta el Golfo de Nicoya en Costa Rica.
Más tarde el náhuatl sería la lengua franca utilizada durante tres siglos de conquista. ¡Arahuacas y anahuacas, dos palabras para englobar a los que vivían en tierra firme y en islas!