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viernes, abril 26, 2024

China contra Rusia, Rusia contra EUA, EUA contra China… qué enredo, pero ¿con quién va usted?

Otto Martín Wolf
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Con todo respeto a su criterio, debo decirle que tomar partido a favor o en contra de alguno de los tres mencionados equivale exactamente a lo mismo.

Si va a favor de China, obviamente va contra los EUA y Rusia, pero, sobre todo, contra su propio país ya que, cualquiera de los tres que llegue a ocupar el primer lugar comercial, política o militarmente, para nosotros es exactamente igual.

¿Que Rusia va a terminar con el poderío de los Estados Unidos? Es posible (yo personalmente lo dudo, pero es posible) ¿y qué con eso? Será que cuando Rusia -o China- sean los número uno del mundo aquí va a caer maná del cielo y seremos eternamente felices.
Le puedo garantizar que cualquiera que ocupe la primera posición tendrá un trato para con nosotros igual o peor al que recibimos por parte de los EUA.

Cuando España era la primera potencia mundial y luego el Reino Unido, el trato hacia nosotros era igual, ellos actuaban en defensa de sus intereses, como lo hizo luego los EUA.

No existen países San Nicolás (ya que estamos en temporada navideña), todo lo que nos “dan” al final de cuenta tiene un precio. ¿Cuál es ese precio? Lo que sea que convenga a los intereses de quien nos lo regala.

Inclusive el populista Hugo Chávez de Venezuela, que regalaba petróleo y a nosotros supuestamente nos dio 100 tractores, lo que buscaba era un liderazgo latinoamericano o mundial y lo hacía con dinero de su pueblo, que ningún mandatario tiene derecho a regalar, aunque se trate de un país rico.

Los Estados Unidos nos “regalan” muchas cosas; ¿de verdad alguien puede creer que es por “amor al prójimo”? A lo mejor en las declaraciones y publicidad dicen “el pueblo norteamericano ayuda al pueblo hermano de Honduras”. No lo crea, no hay almuerzo gratis. Los nuevos redentores chinos, que aparentemente nadan en riqueza, tampoco le dan nada gratis a nadie (la verdad, no tienen por qué hacerlo).

La ayuda financiera, ya sea préstamos o donaciones, tiene al final de cuentas solo un objetivo: el que convenga a su país, como es lógico y correcto.

Lo mismo se puede decir de Taiwán, dan a cambio de recibir algo, lo que ellos estimen que les conviene. Rusia tampoco es San Nicolás, aunque ahí hay nieve la mayor parte del año, lo que dan (si es que dan algo porque ahí la situación económica nunca ha sido de bonanza) tampoco es desinteresado y, repito mil veces, no tiene por qué serlo.

Cuando existía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas le regalaron decenas de miles de millones a Cuba. ¿Por qué lo hicieron?

Cualquier cantidad que le hubieran regalado les era poco contra lo que significaba tener una base amiga (y enemiga de los EUA) apenas a 90 millas de distancia. Ese era el objeto de su ayuda, el bienestar del pueblo cubano les tenía sin cuidado. Su interés político y militar era el motivo, nada más.

Por cierto, cuando la URSS se desintegró, Rusia, que heredó la deuda que era de unos

$35 mil millones, les condonó el 90%, que tampoco han pagado, no tienen dinero para comer ¿y van a tener para pagar? China, Rusia y los Estados Unidos, al igual que todas las naciones “amigas y hermanas” jamás van a regalar nada sin que haya un interés detrás, aunque en las declaraciones, cortes de cinta, copas de champán y discursos, jamás dicen qué es lo que esperan obtener al cambio: tampoco hay cena gratis.

Todos los que abogan por el “fin del imperio” y por un nuevo orden o líder mundial para que cambien las cosas deben saber que nada va a cambiar, no importa cuál nación sea la dominante. Lo único que se modifica es el de arriba, los de abajo siguen igual. Solo se pueden cambiar las cosas cambiando nuestro país y eso, lamento decirlo, también es casi imposible.

Por el contrario, parece que cada vez vamos más para abajo, no importa con quién nos endeudamos, no importa quién nos “regale” cosas.

Siempre he soñado con el día en que no pidamos y, más que eso, que no aceptemos ayuda de nadie, que nos apretemos la faja hasta que duela, pero que aprendamos a vivir con dignidad, entonces diré que empezamos a subir.

Mientras tanto, seguiremos igual, el cambio debe venir de nosotros y de nadie más.

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