¿Cuánto hace que empezó la lucha contra las drogas en el mundo? Se puede decir que, oficialmente, se inició el 17 de enero de 1920, fecha en que la llamada prohibición entró en vigencia.
¿Qué era la prohibición? Literalmente, la Ley consideraba delito la fabricación, transporte, importación y almacenamiento de bebidas embriagantes. Lo que parecía un buen remedio para el mal común del alcoholismo y, en general, los efectos del licor en la sociedad, fue en realidad un enorme y rotundo fracaso.
Nadie dejó de tomar, la fabricación de bebidas alcohólicas se trasladó en gran parte a Canadá de donde se contrabandeaba en enormes cantidades a los USA.
También la fabricación de contrabando, dentro de los Estados Unidos alcanzó volúmenes enormes. Las bandas organizadas de delincuentes a cargo del negocio del alcohol de contrabando ganaron miles de millones de dólares, corrompieron el ambiente político y derramaron sangre por doquier en luchas territoriales.
¿Le suena parecido a algo de lo que está viviendo el mundo con las drogas? ¡Es lo mismo! Por alguna razón extraña de la naturaleza, en general a la especie humana le gusta todo aquello que destroza su cuerpo y cerebro, las bebidas alcohólicas y las drogas, incluyendo las nuevas sintéticas, hacen exactamente eso.
Es obvio que las drogas producen estados en el ser que gustan a mucha gente. Jamás, en lo personal, le he encontrado el gusto a las bebidas alcohólicas (desde hace mucho tiempo no pruebo ni una gota de nada), en cuanto a las drogas tampoco he probado ninguna, nunca.
¿Por qué? Quizá soy una rara excepción o a lo mejor hay miles como yo que preferimos la salud a los “placeres mundanos del alcohol y las drogas”.
He cuidado mi cerebro contra alcohol y drogas, así como contra gente loca y tóxica, apreciando mucho más el trato con gente normal (no necesariamente genios) pero aquellos que no intentan sumergirme en discusiones idiotas sin sentido o con ideas descabelladas. ¿Por qué tanta gente toma y muchos también se drogan? No lo sé, tampoco lo entiendo.
¿Qué placer se puede encontrar en embrutecer el cerebro a fuerza de tragos? ¿Qué gusto hay en perder la coordinación de los sentidos y convertirse -a veces- en un patán o un idiota sólo porque “estaba bebido”? ¿Conducir un auto bajo los efectos del alcohol y las drogas? ¿Será posible que haya gente que dice públicamente que “manejan mejor cuando están tomados”?
No puede ser cierto nunca, quien dice eso es, por definición, un idiota, ni más ni menos. ¿Y las drogas? La bellísima ciudad de San Francisco, California, ha visto su centro histórico destrozado por hordas de drogadictos que caen por doquier en las calles.
Frankfurt, en Alemania, y muchas otras ciudades y países albergan a centenares de miles de drogadictos que, también, viven o malviven en las calles, afectando a los ciudadanos normales y la vida comercial. Seguro que cuando algunos de esos drogos se encuentran “arriba”, se encuentran en un estado que les produce algún tipo de felicidad o satisfacción, de lo contrario no se drogarían.
Eso está mal, pero el efecto que su adicción produce en la gente no adicta es gran parte del mal. Salir de casa en el centro de San Francisco y tener que caminar serpenteando por las aceras, capeándose los cuerpos de aquellos que duermen o están desmayados “felices” tirados en el suelo es apenas una consecuencia del efecto que las adicciones producen en la gente. Sufrir un accidente de tránsito porque el otro conductor “había estado celebrando y venía con sus tragos”, es una tragedia sólo sufrida por quienes han sido víctimas de borrachos al timón.
Y qué hay de las familias destrozadas porque el “jefe o la jefa” se volvieron alcohólicos. ¿Qué hay, qué puede haber de divertido en eso? Los efectos de las drogas, incluyendo el alcohol, en la sociedad, la familia, los jóvenes, son terribles.
Lamentablemente, combatirlo es una guerra que no se puede ganar, no hay manera, como lo demostró la prohibición del alcohol en los USA en el pasado y sucede con otras drogas en la mayoría de las naciones en la actualidad.
Se destinan millones a esa guerra, dinero que podría servir para hacer llegar medicinas, alimento y educación a muchos necesitados. Es una guerra que no se puede ganar, muchos de los encargados de librarla “trabajan para el otro bando” como se ha comprobado tristemente en nuestro país.
¿Qué haremos? De frente a las nuevas elecciones la verdad yo no confiaría en ningún candidato, el actual y los dos o tres gobiernos anteriores nos han enseñado que no podemos hacerlo. Alcohol y drogas son una crisis sin final, lamentablemente.