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miércoles, septiembre 11, 2024

Trucos básicos para engañar a la gente

O, como se le podría llamar también, la vida diaria del político. Hace algún tiempo preguntaron a un político durante una gira de campaña si en su Gobierno había corrupción, la respuesta -ahora muy generalizada- tenía como objetivo distraer la atención hacia ese espinoso asunto y volverla sobre temas de menor importancia, todo esto sin demostrar que se estaba evadiendo una respuesta real.

¿Qué contestó el político? Mire lo que dijo: “Una muy buena pregunta, de verdad se lo digo, nada más considero importante primero definir qué es corrupción. Cuando tengamos una definición exacta será más fácil que yo -y todos- contestemos y combatamos ese terrible mal”.

Quién no estaría satisfecho con una contestación así? La mayoría de los reporteros -y desde luego el público en general- empiezan a analizar a fondo el tema de la corrupción.

Para entonces, cuando la gente se da cuenta (si es que lo hace) de la estratagema, ya el político se ha perdido caminando entre las masas que lo adoran (o las que pagan por fingir adorarlo).

Un diputado mexicano hablando en la Asamblea Legislativa de esa nación y refiriéndose a una ley que estaban a punto de aprobar: “La verdad mis amigos de todos los partidos es que ese proyecto de Ley no nos perjudica ni beneficia, sino que todo lo contrario”. Son esas frases que parecen sonar mucho sin decir nada pero que, en un momento determinado, lo sacan del apuro y que, es más, dejan a los otros “hechos bolas”, como dirían también en todo el territorio de la República mexicana.

En una discusión personal sobre cualquier tema, usted puede utilizar recursos como esos; qué le parece esta frase: “Tienes absoluta razón y por eso te felicito, nada más déjame decirte que estás totalmente equivocado!”.

Listo! Le apuesto que el tema sobre el cual estaban hablando se olvida o, como hubiera dicho un notable abogado amigo mío lamentablemente fallecido hace poco tiempo: “Si no puede ganar un debate -o un juicio- lo que le conviene es enredarlo”. El presidente mexicano López Obrador es experto en utilizar uno de los principios básicos de la política exterior mexicana. Precisamente para violarla.

¿Cómo lo hace? Es muy sencillo y complicado a la vez: Tradicionalmente durante todo su mandato ha apoyado a la dictadura venezolana, manifestándose en foros, conferencias de prensa y hasta en algunos decretos. Pero, cuando alguien critica o se mete con el tirano de Venezuela, inmediatamente declara: “México siempre ha estado a favor de la no intervención en asuntos externos de otros países y en la autodeterminación de los pueblos, sigamos respetando ese principio llamado Doctrina Estrada.

AMLO domina el suave engaño y la suave mentira. No lo conozco personalmente, lo he seguido a través de su carrera política y le he logrado captar un gesto que, creo yo, le delata cuando dice una mentira; lo ha notado usted? Su boca se tuerce ligeramente hacia la izquierda, el labio inferior particularmente; así miente AMLO.

Aquí, mientras la mayoría de las naciones decentes del mundo condenan el robo de las elecciones en Venezuela, nosotros -nuestra Honduras- por medio de su Gobierno elige colocarse al lado de la escoria mundial!

Honduras aceptó el resultado electoral de Venezuela y felicitó al “ganador” antes de que terminara el conteo de los votos o que se presentaran las actas -cosa que hasta el momento está pendiente-

¿Por qué somos así? Por qué el Gobierno no puede estar del lado de las democracias, de la libertad y seguimos alabando a tiranos, dictaduras como la cubana y hasta poniéndonos del lado de Rusia en su agresión a Ucrania.

Creo que antes de inclinarse hacia cualquier lado, el Gobierno debería llamar a una consulta popular, que la gente opine si estamos con el dictador venezolano o con su pueblo.

El Gobierno no tiene suficiente representación para determinar la política -recuerden que somos casi 10 millones- especialmente en asuntos de actualidad, ¡que nos consulten!

Sobre temas así deben llamar a un plebiscito, el pueblo tiene derecho a expresarse cuando se trata de un asunto de importancia nacional actual, no solo cada cuatro años!

En realidad se ha realizado una especie de consulta popular: ¿Cuántos hondureños salen en caravanas hacia Venezuela? Ahí está el resultado.

Hay principios que son eternos (o que deberían serlo) y que deben trascender más allá de cualquier persona o Gobierno, el más importante -para mi- es el de la libertad.

No podemos estar a favor de ninguna persona o Gobierno que atente contra la libertad. No podemos estar a favor de gobiernos donde la libertad es conculcada. No importa el refrán o el juego de palabras que utilicemos para justificarlo.

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