Esta semana en Eureka, te contare que una de las metáforas que uso en terapia, es el juego infantil de “Tierra y Mar”, ¿te acuerdas como se juega? Se marca una línea en el suelo y los participantes deben saltar de un lado a otro según la consigna que escuchan.
Si el dirigente dice “tierra”, deben pisar firme en un lado. Si dice “mar”, deben saltar al otro. Es una dinámica muy efectiva para trabajar atención, autocontrol y reacción rápida, variables que también son importantes en temas de salud mental.
Dentro del plan de terapia, un día en sesión, con los pacientes jugamos a tierra y mar, porque curiosamente, en la rutina semanal, muchos pacientes están jugando esta dinámica sin saberlo.
Saltan entre síntomas físicos y emocionales sin tener claro en cuál territorio se encuentran. Y esto obviamente, puede generar confusión y frustración, especialmente cuando no han aprendido a diferenciar entre lo biológico (Tierra) y lo psicológico (Mar).
Si definimos que los síntomas físicos son el espacio de tierra, nos referimos a que todo cuerpo se altera sino se cubren sus necesidades básicas, la persona que no cuida su organismo, aunque nunca ha experimentado una crisis de ansiedad o depresión, también reflejara los síntomas físicos de malestar. Estás en Tierra cuando los síntomas percibidos provienen de tu cuerpo, cuando no has sido responsable de tu cuidado físico, por ejemplo:
• Si duermes mal, lógicamente tendrás agotamiento, irritabilidad, dolor de cabeza etc.
• Si no has comido bien experimentaras confusión mental, mareos, cambios de humor.
• Si no estás debidamente hidratado, presentaras baja energía, sensación de debilidad etc. Es muy común que estos síntomas se confundan con depresión o ansiedad, cuando en realidad son señales de desequilibrio biológico.
Si no duermes, no comes, no tienes actividad física, no puedes pensar ni sentir con claridad. Si categorizamos que los síntomas psicológicos son el espacio de Mar, los síntomas que presentas tienen esa raíz emocional o cognitiva, por ejemplo:
• El sobre pensamiento, ese remolino mental que tienes, te puede provocar la sensación de opresión en el pecho, insomnio, caos, bajo nivel de energía.
• Si estas de manera permanente conectado a la culpa, puedes afectar tu estómago, tu espalda, dolor de cabeza etc.
• Si vives en ansiedad anticipatoria, alteras tu sistema nervioso simpático y tendrás dificultad para respirar, taquicardia, temblores etc. Aquí los síntomas nacen de tu mente, de tus patrones de pensamiento, suelen ser crónicos, intensos y se reflejan físicamente, pero no siempre tienen un origen biológico.
Si crees que todo es del cuerpo, pero en realidad hay emociones sin procesar, seguirás sintiéndote mal a pesar de descansar o alimentarte bien o si crees que has avanzado en terapia y que logras gestionar tus emociones, pero no estas cuidando tu cuerpo, puedes confundir esos síntomas netamente físicos con los psicológicos.
La pregunta que te hago es: ¿Dónde estás parado ahora? Si tu no sabes si está en “tierra” o “mar”, pierdes el juego. Porque es necesario que sepas que, si crees que tu ansiedad es por un trauma no resuelto, cuando en realidad es que solo dormiste tres horas.
O cree que tu fatiga es depresión, cuando llevas semanas sin movimiento físico, puede que estés equivocado. El cuerpo y la mente se influyen mutuamente, pero diferenciar los sintomas es clave para tomar decisiones adecuadas.
Recuerda lo siguiente: • Si es Tierra regula tu cuerpo, duerme, hidrátate, muévete, respira, camina etc.
• Si es Mar regula tus emociones, habla, escribe, respira, pide ayuda, identifica pensamientos etc Yo sé que puedes aprender a jugar bien este juego, a sentir sin confundir, a escuchar el cuerpo y la mente con respeto y conciencia.
Porque no se trata solo de brincar al lugar correcto, sino de saber desde dónde viene el malestar, para poder sanarlo con lo que realmente necesita.
Así como en el juego, la confusión te hace perder el equilibrio. Pero con atención, práctica y guía, puedes aprender a mantenerte firme en tierra o nadar tranquilo en mar.
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