El 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental y es una valiosa oportunidad para que todas las personas tomemos conciencia de la importancia que tiene el estar bien mentalmente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la definición de salud es un estado de completo bienestar, -físico, mental y social- y no la simple ausencia de enfermedad. La salud mental es un derecho humano universal, básico para todos.
A lo largo de la vida, múltiples determinantes individuales, crisis vitales, circunstanciales, sociales y estructurales pueden combinarse para proteger o también socavar nuestra salud mental, todos tenemos la posibilidad de tener una descompensación mental, hay múltiples factores que nos hacen vulnerables a experimentar un episodio de crisis, factores psicológicos, sociales, biológicos individuales, personalidad, habilidades emocionales, el abuso de sustancias, enfermedades neurofísicas, pueden hacer que las personas sean más vulnerables a las afecciones de salud mental. Sabemos que el riesgo de padecer una afección mental siempre está presente, sin embargo, la exposición a traumas que ocurren durante los períodos sensibles del desarrollo, especialmente en la primera infancia, son particularmente perjudiciales. Los eventos que se dan en la infancia pueden llegar a marcar de por vida a una persona.
Cada uno de nosotros, sin importar quiénes seamos, tenemos derecho a gozar del grado más alto posible de salud mental, lo que incluye el derecho a ser protegido de los riesgos, el derecho a una atención profesional, accesible, digna y de calidad; y el derecho a la libertad, la independencia y la integración en su entorno. La salud mental no debe ser visto como un privilegio al que solo algunas personas tienen, sino que debe ser atendido, aceptado, visto y ejecutado como un derecho. Todo ser humano debe tener al alcance teoría, apoyo estructural, recursos y herramientas que le apoyen en procesos de crisis vitales y circunstanciales. Todo ser humano debe hacer uso de la psicología aplicada, práctica y fluida en el día a día, ya fue suficiente escondernos en el pensamiento arcaico de decir “yo no creo en la Psicología”, porque seguir pensando así, provoca que el sistema de salud siga siendo insuficiente e incapaz para generar un presupuesto adecuado para dicha labor pública.
Le animo a que busque atender a tiempo y de forma correcta sus pensamientos, sus actitudes, sus esquemas mentales, su forma de sentir, su conducta, sus hábitos, etc., para generar cambios en su salud mental.
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