En nuestra niñez era común ir a los ríos cercanos a pasar un día divertido en familia, recuerdo visitar Río Zapotal, con pozas de agua limpia, algunas profundas y otras menos. Otras personas preferían visitar Armenta o Río Blanco, todos estos ríos tenían algo en común, eran limpios, con aguas cristalinas, con peces y otras especies, propias de este ecosistema, otrora libre de contaminación.
En menos de cinco décadas los ríos Armenta y Blanco que nacen en la misma fuente y cambian nombre al pasar por diferentes sectores han venido en constante deterioro.
A la vista de la zona más pujante del Bulevar de Armenta podemos observar cómo está rodeada la rivera de asentamientos humanos no planificados, negocios de venta de arena y lavaderos de automóviles.
El río recibe desechos sólidos y líquidos, el agua está altamente contaminada, la contaminación hidrofecal según estudios realizados por expertos en el tema, es superior a un 8%, esto significa que puede generar consecuencias graves a la salud pública, las consecuencias son graves.
La degradación de la calidad del agua puede explicar por qué ya no encontramos peces en los ríos. La gente que le gusta pagar para qué le laven sus vehículos con esa agua contaminada deberían pensarlo bien.
Qué decir de la destrucción del ecosistema acuático y el impacto a la biodiversidad. El cauce de río Blanco, además lo han convertido en basurero público, donde nadie toma responsabilidad.
La escasez de agua potable no es un problema notable en este momento en San Pedro Sula, pero el efecto a largo plazo será inminente, los costos por tratar agua contaminada encarecerán el precio del agua en la ciudad y cada vez será más escasa.
No es una profecía, esto sucederá solo si continuamos esta misma ruta de inacción, municipal, empresarial y ciudadana. Las montañas y los ríos que conforman la ciudad no solo son parte del paisaje, sino parte vital del ecosistema.
Se están construyendo edificaciones de alta plusvalía en zonas que eran protegidas, esto pasará factura, en el futuro cercano. En este momento, privan más los intereses económicos, que proteger el entorno natural que nos rodea y nos ha ofrecido calidad de vida.
Abordar los temas ambientales no debería considerarse un acto de rebeldía, tampoco atribuirlo a una ideología política y mucho menos convertirlo en un tema clasista, pensando que esto solo afecta o afectará las personas de estrato social bajo.
Proteger las riberas de los ríos pasa por reforestar, por no permitir negocios que contaminan el río, por reubicar a las personas que están en los bordos, de poner en práctica la responsabilidad ambiental y no dejar de insistir con este tema hasta lograr un cambio que transforme y mejore la situación.
Para ganar esta batalla contra la contaminación del Río Blanco se necesita del concurso de diferentes públicos interesados: empresas-gobierno local-comunidad. Este tema debe estar de manera permanente en sus agendas. “Hay mucha agua sin vida en el universo, pero en ninguna parte hay vida sin agua.” Atribuida a la oceanógrafa estadounidense Sylvia Earle.