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miércoles, mayo 1, 2024

Podemos poner excusas, o marca la diferencia, ¡pero no ambas!

¡Qué difícil es renunciar al derecho de poner excusas! Y es que, en verdad, lo vemos como un derecho. Lo peligroso es cuando se nos vuelve un hábito, porque podemos convertirlo en uno. Y la vida se nos pasa inventando la siguiente excusa, o los culpables de que a nosotros no nos salgan bien las cosas, porque eso sí, nunca somos nosotros.

He aprendido, intentando alcanzar una madurez como emprendedor, que la mayoría de las personas estamos en uno de esos dos bandos. Los que ponen excusas y los que marcan la diferencia. A corto plazo, la excusa apaga nuestro fuego. Nos justifica. Nos hace razonar el por qué no logramos lo que queremos y que está más que justificado no hacerlo.

Renunciar a la excusa se vuelve en un trago difícil, pues es un camino largo, pero la reputación que lo precede a uno, es enorme. Si usted renuncia al derecho de poner excusas, se sentirá en algún momento, victimizado e indefenso. Pero le aseguro que comenzará la formación de un carácter fuerte como una roca, que lo hará a prueba de todo.

Es tan cotidiano escuchar a la gente disculparse por no poder cumplir lo que promete. O echar culpa a alguien más por un error propio, que se nos ha vuelto cotidiano. Los políticos, las autoridades, nuestros seres queridos, vivimos dando vueltas en círculos a justificar nuestros hechos.

Aprender a amar la verdad, ante todo. Es un gran principio. Sobre todo, porque nos ayuda a saber que, si algo no lo estamos haciendo bien, podremos decir me equivoqué”, a mí me gusta agregar “me equivoqué, pero prometo que aprendo rápido. Porque es la verdad, al aceptar mi falta, estoy asegurándome que no se me olvidará en una próxima vez.

¡Qué difícil es, cuando atendemos clientes, el renunciar a poner excusas! Admiré algo adicional, en una conferencia del gerente de uno de los hoteles Ritz que decía, “y el que recibe la queja, la hace propia”. ¡Eso sí es marcar la diferencia! Imagínese un lugar donde usted le diga al botones sobre algo ¡y le resuelva! Usualmente la respuesta que recibimos es “esa área no me corresponde” o “déjeme le busco al encargado para que le resuelva”.

Pero entrenar a su gente, no solo para que no ponga excusas, sino que haga la situación propia ¡eso es extraordinario! La clave de ello está en genuinamente desear servir a las personas. Desear ser un solucionador. Muchas veces las personas ni siquiera buscan una respuesta inmediata, pero es música a nuestros oídos cuando nos dicen ¡ahorita le resuelvo!

Ahora bien, he puesto mi punto claro. Renunciar a poner excusas es una decisión personal y de allí parte todo. Si usted quiere ser de las personas más buscadas y recomendadas en el campo laboral, ¡sea de los que no ponen excusas! Muchas vecesme ha tocado aceptar el reclamo de un cliente ¡sin ser error mío! Pero con decirle ¡yo me encargo de resolverle! Y siempre pasa que después, al darse cuenta que ellos no tenían la razón, con pena se disculpan y quedan admirados de su enorme disposición.

En culturas como las orientales, son educados por su entorno, a no valer excusas. ¡Imagínese desde pequeño aprender que uno es responsable de todos cada uno de sus actos! Seguro debe haber sus excepciones como toda regla. Pero le garantizo que, si usted encuentra un colaborador, o una persona que cumple siempre, sin poner excusas ¡será digno de admirar! ¿Qué tal hacer la prueba? ¿Qué tal una semana, negándose a poner excusas? ¡Verá la diferencia!

Enrique Zaldivar
Enrique Zaldivar
2050 Comunicaciones
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