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jueves, mayo 16, 2024

Nada ha cambiado

Revisando en mi laptop archivos muy personales encontré un documento en Word que me dejó helado.

Antes de proseguir, les comento que esa revisión de mis archivos personales la hago religiosamente todos los diciembres, cotejando mis planes de años pasados con los actuales con el fin de sacar conclusiones de lo bueno y lo malo, los propósitos que cumplí y aquellos que solo quedaron en el papel. Hago un mea culpa pecatore, limpio la mesa y elaboro la lista de nuevos propósitos para el año que está a la vuelta de la esquina.

Termino agradecido por un año calendario más de vida, por todas las gratas experiencias, las grandes enseñanzas y las ganas de seguir enfrentando el devenir.

No obstante, todo lo optimista y feliz que pueda ser, me encontré con un archivo de hace 9 años, escrito a principios del 2013, que ensombreció mi ánimo y desquebrajó mi buen humor.

En ese archivo hacía un profundo análisis de mi vida y del porqué no alcanzaba algunas metas para las cuales había invertido mucho empeño, y en medio de esas meditaciones también elaboré una lista de las circunstancias que limitaban mi actuar (y el de cualquier hondureño que quiere hacer las cosas bien). Solo recordé la frase de José Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias”, y las circunstancias en Honduras para salir adelante son enormes murallas, muchas de las cuales infranqueables. Por ello tanta gente migra.

Después del golpe de Estado se esperaba que retomáramos el camino de crecimiento que había dejado Ricardo Maduro; de disciplina fiscal y orden administrativo; cero deudas (gracias a la condonación) y muy baja delincuencia, pero no, para el 2013 el daño hecho por Mel Zelaya y Pepe Lobo se hacía sentir. Ya éramos un narco Estado y la delincuencia se había desbordado.

En ese entonces me sentí angustiado, pero hoy lo estoy aún más, y los grandes escollos que anoté en ese archivo ahora siguen igual, y tal vez peor: populismo arbitrario, delincuencia común, crimen organizado, clase política corrupta, patética e incompetente; pésimo sistema de educación y las malas costumbres de la gente en general.

En efecto, nada ha cambiado para mejorar, al contrario, estamos retrocediendo.

A la anterior lista que hice hace 9 años, agregaría una administración de justicia lenta y corrupta; pandillas y narcos adueñados del país; policía secuestrada por el crimen, desorden en la administración pública, caos vehicular.

En lo particular, como abogado penalista, la administración de justicia, cual es mi “campo de juego”, es un dolor de cabeza permanente.

La Policía se tarda un mundo en hacer las investigaciones y muchas veces las hace mal. Los fiscales tienen que regresarles los expedientes de investigación para que los mejoren. En el Ministerio Público una denuncia tarda por lo menos un año en ser judicializada, y puede que tarden más. Y los juzgados, sobrecargados de trabajo y con escaso personal, también le roban a uno las ganas de vivir. Solo el Juzgado de Paz Penal, cuya función es principalmente conciliar, cuenta únicamente con dos jueces para una ciudad de más de un millón de habitantes.

Los clientes se enfadan con uno por el tortuguismo de sus respectivos casos, pero, ¿qué se puede hacer? Muy poco, solo insistir, insistir e insistir.

En cuanto a los otros temas: el populismo se ha desbordado y ha caído en la franca y desfachatada mentira, inventando situaciones inexistentes para convencer y adormecer al pueblo. La delincuencia común (robos, hurtos, extorsiones) tiene agobiada a la población que se ha visto compelida a hacer paros y salir a la calle. El crimen organizado, léase narcos y traficantes de toda clase, domina territorios completos. La clase política es más corrupta, más descarada e incapaz de hacer frente a los principales problemas del país.

En fin, son tantas cosas que no alcanzarían todas las hojas de esta edición de El País.

Creo que lo único que le queda a la ciudadanía es utilizar el único recurso que me queda a mí ante la lentitud del Ministerio Público: insistir, insistir e insistir.

Carlos Alvarenga
Abogado y MAE
[email protected]

 

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