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Honduras
miércoles, mayo 15, 2024

El espectáculo no debe continuar

El color con matiz circense que se ofrece desde adentro del Congreso Nacional de Honduras es más que lamentable y cuya consigna no es hacer leyes que sirvan al pueblo sino hacer sus propias leyes para servirse del pueblo. Seguramente la decepción envuelve a todos con semejantes y permanentes subidas de tono entre los mismos parlamentarios y que por cierto todavía no se ha dilucidado el tema de la legitimidad de la Junta Directiva, arguyendo su legalidad, pero ambos son asuntos muy distintos y este es un tema que levantó ampollas hace unas semanas cuando fue puesto en la picota pública por medio de la Conferencia Episcopal de Honduras saliendo algunos políticos al paso y hasta despotricando contra la misma Iglesia católica y se han rasgado las vestiduras para pedir los votos pero que ya han perdido la confianza.

Y allí radica el principio, en la diferencia entre legalidad y la legitimidad de una institución. Pero eso dejémoselo a los especialistas, a los que sí saben, a nosotros nos toca exigir claridad en la discusión de los asuntos de la patria y exigir respeto hacia el pueblo hondureño y que se dejen –literalmente- de tanta payasada, porque en eso han convertido al Congreso, en un circo donde los pleitos entre los diputados, con peleas en redes sociales que no son más que entretenimiento para gente sin oficio, para ver quién es más ducho en lanzar “bochos” a sus enemigos pero cuando se juntan hasta se comen el tamal en la misma hoja.

El concepto de autoridad es conducir a los demás con la aprobación o resignación de los que obedecen, y allí es donde como pueblo se falla al perder interés en seguir de cerca y literalmente respirarles en la nuca a esos pillos que se cuelan en nuestras instituciones para hacer y deshacer. El orden establecido es, generalmente, respetado y cuando la desobediencia no está en el programa cotidiano del miembro de la comunidad y la individual supresión del Derecho entraña el peligro de la anarquía y comienza la ley de la jungla, es decir, justicia con propia mano. La base de la legitimación del Estado constitucional debe buscarse en la dignidad humana; ello implica la libertad de poder enfrentar a la potencia del Estado, abriendo más posibilidades a la razón, diálogo y justicia. Aquí opera el hombre en su plenitud: ciudadano y productor, que es la base de la felicidad de los pueblos.

Sin embargo, con tanto triste payaso que lanza cortinas de humo desde este Poder del Estado, realmente indigna ya que, solo como ejemplo, se quita la Ley de Empleo por Hora, que no es más que una herramienta legal para favorecer a la juventud para ganar unos cuantos lempiras para lo que deberán enfrentarse en el nuevo año y no se presentó ninguna alternativa, pero puede más el deseo de nuestros muchachos y ahí están, trabajando los que pudieron conseguir ubicarse dándonos una lección a la sociedad entera de ver la vida con seriedad, con respeto a sí mismos y para todos. Por favor señores diputados, ya sean legales, legítimos o populares (o ninguna de las tres), ya dejen de estar con tanta payasada, por favor.

EditorialEl espectáculo no debe continuar

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