En exclusiva para Diario El País, un joven migrante hondureño compartió el desgarrador testimonio de cómo su anhelo por alcanzar el sueño americano se transformó en una pesadilla. Por motivos de seguridad, su identidad no será revelada.
El joven explicó que su decisión de abandonar Honduras estuvo motivada por la falta de empleo y la inseguridad que afectan gravemente al país.
Durante mucho tiempo, sufrió amenazas de muerte por parte de bandas criminales que operan impunemente en el territorio hondureño.
Esa constante amenaza lo obligó a tomar el camino de la migración, solo para encontrarse con una realidad aún más aterradora.
Con la voz entrecortada y los ojos llenos de tristeza, relató cómo su sueño comenzó a desmoronarse al cruzar el río que divide Guatemala y México.
En esa región, dominada por carteles del crimen organizado, el joven descubrió una red de secuestros, trata de personas y narcotráfico.
Complicidad de las autoridades
Lo más impactante de su testimonio fue la denuncia de la complicidad entre algunas autoridades mexicanas y estas organizaciones criminales.
“Las autoridades detienen a los migrantes solo para entregarlos a los carteles. Luego nos secuestran y nos hacen vivir un infierno”, reveló.
Explicó que el tiempo de cautiverio depende de lo que tarden las familias en pagar el rescate exigido.
Por lo que, si el pago no se realiza a tiempo, la suma aumenta. Durante ese tiempo, los secuestrados son sometidos a brutales golpizas, pasan días sin comer ni beber agua y son tratados de manera inhumana.
La familia del migrante, quienes son de escasos recursos, pagó una suma de 2000 dólares debido a que se pasaron de la fecha que dieron los criminales.
“Después de que se pagara el rescate, ellos mismos me subieron a un bus y me trajeron hasta el estado de Oaxaca, México. Me dejaron ahí con otra gente, siempre de otro cartel, donde fue que me golpearon de manera brutal, dejándome con muchos golpes en mi cara y en todo mi cuerpo. Me tuvieron 36 días encerrado junto con más personas también. Días en los que no me daban de comer ni de beber”, relató el joven.
Asimismo, el joven compartió con diario El País fotos, que por seguridad y respeto no se incluirán en esta nota, donde muestran la brutal golpiza que le dieron al no pagar a tiempo.
También, relató que durante el tiempo de secuestrado vio cómo los otros migrantes eran sometidos a torturas y otros tratos inhumanos.
El joven también relató cómo estas bandas criminales no discriminan a sus víctimas: secuestran familias enteras, incluyendo niños, ancianos y mujeres de diferentes nacionalidades.
“Es un sufrimiento inimaginable”, dijo, destacando que muchas personas no comprenden lo que significa dejar su hogar con sueños y metas, solo para enfrentarse a una cruel realidad.

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Un recuerdo doloroso
Pese al dolor que le genera recordar su experiencia, decidió hacer pública su historia para generar conciencia entre quienes consideran emprender el peligroso camino hacia Estados Unidos.
“Que lo piensen dos veces”, advirtió el migrante hondureño. Sin embargo, también mostró comprensión hacia quienes toman esa decisión, reconociendo la difícil situación en Honduras.
Un país, donde “no hay empleo y los criminales son compadres de las autoridades”.
Su testimonio es un llamado a reflexionar sobre las profundas raíces de la migración y las tragedias humanas que ocurren en el trayecto.
Mientras tanto, el joven migrante hondureño sigue luchando por encontrar un mejor futuro, con la esperanza de que su historia inspire a otros a buscar soluciones diferentes y a exigir cambios en sus países de origen.