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domingo, mayo 5, 2024

Los políticos que tenemos

Uno se pregunta constantemente ¿cómo es que una nación, con un territorio repleto de recursos naturales, geografía y paisajes explotables con turismo, y una población trabajadora, enriquecida con la experiencia de siglos de los europeos y orientales que inmigraron, y la diversidad enriquecedora de dos razas y cinco etnias, siga siendo tan pobre?

No obstante, pese a la compleja de la pregunta, fácil se resuelve cuando uno ve la deficiente calidad intelectual, profesional, la moral y la ética y la falta de compromiso real, verdadero, efectivo de la clase política. Y también comprende por qué estamos en los últimos lugares de lo bueno y en los primeros lugares de lo malo.

Y no es que uno tenga animadversión por la hondureñidad, o sea, un mal sentimiento contra nuestra patria y nuestra gente. ¡No!, para nada, sino únicamente contra los encargados de liderar al país en los diferentes sectores que hacen que un Estado se desarrolle. Solo miren Corea del Sur ¡por favor!, solo miren lo que hizo en menos de medio siglo. Hoy en día, ya solo disfrutan y mantienen con responsabilidad el estatus de país de primer mundo, el cual alcanzaron.

Si uno elabora el perfil de nuestra clase política, los que tienen en sus manos las riendas de los partidos políticos o (si están en el poder) los que ejercen el liderazgo en el Poder Ejecutivo y los ministerios, en el Congreso Nacional y en cada una de sus bancadas, no cuesta encontrar características en común que los describen y definen.

Son personas que pasan permanentemente en pleitos de poder, en beneficiarse de sus puestos, así como a sus familiares. Se olvidan de ejercer sus cargos profesional y dignamente, y así, sin pena ni gloria, pasan sus respectivos períodos y no dejaron legado alguno. Son muy pocas las excepciones en las cuales su gestión sea un antes y un después.

Que sí los ha habido, pero muy pocos, y en los últimos años, casi nada.

En los casos que han existido reformas en trabajo, salud, educación, finanzas, banca, seguro, combate al delito, etc., han sido más bien por imposición externa que, porque haya surgido, dentro de la masa casi uniforme de malos políticos, un líder que haya sido la antorchar guía de un pueblo a oscuras.

Les he compartido estas apreciaciones muy personales y, por lo tanto, subjetivas (sin la mínima pretensión de ser verdades inobjetables) porque me sorprendió mucho la reacción del doctor José Manuel Matheu al ser sustituido en su cargo como secretario de Estado en el Despacho de Salud. Esa carta que lanzó -proveniente desde su hígado y no desde su instruido cerebro y su privilegiada educación- me dejó claras algunas cosas.

¿Cómo una persona con una preparación académica y un ejercicio profesional de altura se convirtió en un ser tan prepotente y lleno de ego, justificando lo inadmisible y ocultando lo evidente? Y ahora, que podría salir con dignidad, terminó de bajar el canasto y poner en el suelo la caja de lustre.

Si de personas con una hoja de vida como la del Dr. Matheu vemos un desempeño, conducta y reacción reprochables como esas, ¿qué podemos esperar de políticos como Bartolo Fuentes, Sergio Castellanos o el Perro Amarillo?

El doctor, en sus intervenciones ante los medios (antes de ser ministro) era tan comedido, racional y agudo, pero ya en el cargo se volvió un político más. Cada vez que yo lo escuchaba por radio trataba a los reporteros como niños ignorantes “No hija, mirá, te explico”, “No, hijo, no repitás lo que dice la oposición”. Esas eran sus respuestas cuando, profesionales del periodismo de distintos medios le preguntaban sobre la escasez de medicamentos. Daba la impresión que los trataba como ignorantes, con la agravante que, en verdad, los centros de salud y los hospitales carecieron, en largos períodos de tiempo, de los más fundamentales para los pacientes.

Pero se lució, ahora que ya está deschambado, en criticar a moros y cristianos en “la misiva de despecho”, lo cual ha hecho “brincar” a las redes sociales que le repiten, como dijo Erlin Carranza: ¿y por qué no habló, amor?

Las dificultades existen en todos los ministerios, pero lo que menos esperamos son excusas, y mucho menos mentiras, y aún peor, pleitos de cuartería.

Vuelvo al principio. Si no podemos confiar en que hará un buen trabajo o que no tenga la dignidad de renunciar ante tanto escollo insoslayable, ante las “las trabas que le impusieron”, un profesional de esa estatura, menos de gente que se mete en política, sin oficio ni beneficio y que, si lo tiene, no lo ha ejercido, solo para vivir la vida bella.

Esto me sume en una profunda desesperanza, porque implica que el país sigue rumbo a acantilado por culpa de los políticos que tenemos.

Por cierto, si la señora presidente estimó que el Dr. Matheu no dio el ancho, ¿por qué no despidió al de Educación, al de Comunicación o al de Planificación?, por solo citar unos ejemplos. Al primero ni los profesores lo quieren, el segundo es un malcriado, psicópata, misógino sin ningún tipo de buenos modales, y el tercero, ¿qué ha planificado? Solo pasa con sus narices metidas en X desbordando su mala crianza insultando a todo el mundo.

¿Ya lo ven? Estos últimos son la clase de políticos que nos gobiernan.

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