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miércoles, abril 24, 2024

Los pobres del “mejor oficio del mundo”

“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los “nadies” con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en llovizna cae del cielo la buena suerte…”, eso es parte del poema “Los Nadies”, una desgarradora prosa o descarnada radiografía sobre los “chuñas”, “descamisados”, de los más que pobres, miserables, de los que no tienen nada y son merecedores de todo.

Ese angustiante verso atrajo mi atención producto del infortunio por el que pasan muchos colegas periodistas, comunicadores y sus familias que, como miles de hondureños en esta situación económica y socialmente calamitosa, languidecen víctimas del desempleo y los salarios paupérrimos, consecuencia del mercado y la política, lo cual desde hace mucho es un pesado lastre para quienes ejercen lo que Gabriel García Márquez, muy conocedor de la carpintería de esa profesión, denominó “el mejor oficio del mundo”.

Es una situación cada vez más frecuente, casi normal, en la que a excepción de algunos jefes y dueños de medios y espacios, o de los que prostituyen su conciencia que se la pasan bien con la transa, sus empleados se la pasan mal; algunos son excelentes periodistas, honestos, virtud cada vez más escasa y vista como defecto para quienes, como titiriteros, manipulan los hilos del negocio y del espectáculo en que han convertido el Periodismo.

También es cierto que la actividad periodística ha sido infortunadamente cooptada por mediocres, mañosos y mafiosos, fanáticos y activistas de cualquier cosa y de toda causa, además de imberbes festinados en su afán por aparecer en la pantalla televisiva o de la red social, en lugar de perseverar por la excelencia académica y el fortalecimiento ético y moral.

Reflexioné así previo a hoy, Día del Periodista, en que se premia, no a los mejores sino a los afines, a los que caen bien a quienes se los dan, a los que maximizan el logro del entrevistado o funcionario y minimizan o esconden sus fracasos, y que en consecuencia están bien y seguro estarán mejor, mientras otros continuarán mal y quizás peor.

Debo en estas líneas, sin egoísmo, tributar un particular reconocimiento para Eduardo Maldonado, siempre mordaz periodista, aspirante presidencial y ahora un exitoso empresario de la televisión con sobrados méritos quien entiende que para ser buen periodista es preciso ser buena persona, y por ello es solidario y hace filantropía y en ese propósito arrastra a muchos hondureños para ayudar a quienes tienen necesidad o atraviesan penurias.

Al “buendonado” le precedieron, me consta, mi querido doctor Elías Asfura, su nobleza la viví cuando él fue dueño de los canales 30 y 12, y hubiese sido más generoso si Porfirio Lobo Sosa y Juan Orlando Hernández no lo hubieran despojado a través del Congreso Nacional del uso de la frecuencia del ahora gubernamental Canal 8, violentado su derecho de “el primero en tiempo es primero en derecho”.

Al margen de estos buenos hombres, la situación laboral precaria de periodistas mal pagados y trabajando con las uñas, afecta su salud, arriesgan su vida y por supuesto la calidad de un trabajo que les provee poco para vivir y, que, en algunos casos, facilita la aceptación del ofrecimiento de la migaja presupuestaria al no tener margen ni fuerza económica para decir “no” y aun así estar permanentemente sujetos a los caprichos y resabios de jefes que exigen matarse corriendo por la primicia.

Aunque, especialmente en la televisión, quienes parlan aparentan bienestar y los más vanidosos hasta fortuna, la mayoría casi que se disfraza para fingir que se puede vivir con dignidad con salarios exiguos, de hambre que cada vez valen menos porque las cosas cuestan más, y eso afecta al gremio y la calidad del periodismo que se hace.

Lo que ocurre no es exclusivo de Honduras, es una plaga que también sufren colegas en otros lares, con sueldos que tampoco han sido para presumir y que por la crisis económica y por los modelos de negocios de los medios provocada por el auge de internet, ha deteriorado alarmantemente la situación del Periodismo.

La situación es tan grave que para subsistir fuera de la planilla de los medios tradicionales, muchos como yo, hace 20 años en radio “Romance”, comprábamos espacios para subsistir con la venta de publicidad, con las aristas que eso implica.

Así, hay dueños de medios que mandan a “rebuscarse” a periodistas porque no están dispuestos a pagarles un sueldo, y otros deben hacerlo a destajo, es decir, por nota o reportaje en descontrolados medios digitales, lo que es una ofensa si se calcula que un buen periodista emplea tiempo y minuciosidad en un reportaje bien investigado, escrito, editado y revisado.

El problema es mayor pues impacta en lo que la sociedad recibe, y por la obsesión mercantilista de ganar más invirtiendo menos, cada vez se viaja menos y los hechos que suceden fuera de los centros del poder quedan sin cubrir, lo que verdaderamente debiese importar no interesa y queda bajo un manto de silencio y como consecuencia de la falta de dinero para contar y verificar las noticias.

Así las cosas, mientras muchos jóvenes estudiantes o graduados “a la carrera” con muchos anhelos y algunos poco seso, ven un sueño en la obtención de un empleo fijo, los principales medios se achican y los despidos están a la orden del día, aparecen medios “independientes”, generalmente pequeños, que salarialmente ofrecen poco o nada.

Afortunadamente existen comunicadores emprendedores, como Eduardo Maldonado y otros no tan visibles, que se hicieron referentes y modelos fuera de los medios “fácticos” o “de siempre”, eso incluye a periodistas fundadores de nuevos medios digitales en los que tratan de implementar un nuevo modelo con independencia, creatividad y vigor narrativo.

Ese es el caso de Jennifer Ávila, directora editorial y fundadora del periódico digital “Contracorriente”, que en marzo reciente recibió el Premio a la Excelencia de la Fundación Gabo. Es la primera hondureña en recibir este reconocimiento internacional que se entrega desde 2013.

Lo anterior muestra que aún en tiempos aciagos o de crisis, hay periodistas talentosos con ganas de contar historias apegadas a la verdad en nuevos medios y así atraen a un público cansado del periodismo tradicional, quizás por eso es que el periodista español Ignacio Escolar, fundador de eldiario.es, advirtió que: “La gran amenaza del Periodismo ya no es cómo se investiga, se escribe o se publica, sino cómo se paga”.

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