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miércoles, abril 17, 2024

Los Matagalpa Texiguat y los Nahuales

Matagalpa es un departamento ubicado a 128 kilómetros al norte de Managua, Nicaragua. Es una zona conocida por su actividad agropecuaria. En ella se ubica un pueblo originario, también nombrado Matagalpa. La zona cultural ocupada por los matagalpa corresponde al centro-norte de aquel país, llegando hasta los departamentos de El Paraíso y Choluteca, en Honduras. Sus habitantes son conocidos como “indios flecheros” por el uso que hicieron del arco y la flecha en la defensa histórica de sus intereses. Ellos son símbolo de resistencia ancestral.

Hoy hablamos de este grupo aborigen mesoamericano que tiene rasgos comunes con otros grupos ya articulados.  Su gastronomía gira en torno al maíz: tamales pisques, yoltamal o tamal dulce, rosquillas, hojaldres, atol de maíz nuevo, entre otras; y las bebidas como el pinol, tiste, pozol, chicha, cususa, chicha bruja, etc. Dentro de la etnia existe una serie de oficios comunes como: sobadores, parteras, curanderos, ebanistas y alfareros, entre otros. La cerámica negra es muy distintiva y parecida a la oaxaqueña de México.

Este es un pueblo autóctono rico en historias. Cuenta la leyenda que en el cerro Apante (sobre las piedras, en lengua matagalpa), habita una serpiente gigante, la cual se encuentra atada por tres cabellos de la virgen María; un mito que utilizaron los jesuitas agregando elementos cristianos para que los indígenas lo relacionaran con su mitología. Los matagalpas aceptaron la religión impuesta, pero el conocimiento ancestral perdura hasta hoy. La conquista de este y otros pueblos fue religiosa y militar.

Durante el dominio español (1520 a 1821 DC), los traductores tlaxcaltecas que acompañaban a los conquistadores llamaban a los matagalpas “chontales” o “popolucas”, lo que significa “extranjeros o balbuceantes” en lengua náhuatl; la hablada en el área durante mucho tiempo. En la actualidad se debate sobre el origen de este pueblo.

En 1525, los conquistadores españoles Francisco Hernández de Córdoba y Hernando de Soto irrumpieron en este territorio prístino, y fueron los matagalpas los primeros en darles batalla frontal, destacándose siempre por su espíritu aguerrido y de resistencia.

Un siglo después, en 1628, se fundaron los primeros pueblos apoyados por los misioneros para evangelizar a los aborígenes: las reducciones de San Ramón Nonato, y de San Pedro de Metapa. Eran “reducciones de indios matagalpa” que los misioneros de la orden de La Merced utilizaron para cristianizar y conquistar a los autóctonos, unos agricultores de maíz, frijoles, cacao y yuca.

En el siglo XVII, dentro de la comunidad matagalpa en Honduras, propiamente en Texiguat (“mujer distinguida”, en náhuatl), departamento de El Paraíso, va a nacer un personaje “atemporal” que se mueve entre el mito y la realidad; poderoso y temido por los conquistadores, un hombre mágico conocido como Gaspar.

Gaspar era un nahual o brujo tradicional muy querido por su gente, con poderes sobrenaturales que intimidaba a los españoles. Las autoridades españolas establecidas en Nueva España no toleraban sus acciones, catalogando de brujería algunos de sus “milagros”.

Entre los relatos míticos sobre  los poderes de Gaspar encontramos que logró que los indígenas pudieran atravesar el “paso de Yure” en donde moraba un gigante que mataba al que se atrevía a cruzarlo; convirtió en piedra a Agustina, una chamana rival de los indios de Nicaragua; se enfrentó al jaguar que atacaba a los correos que viajaban desde Nicaragua a Guatemala; viajaba por cielos y caminos subterráneos para derrotar a sus enemigos; usaba las “mulas de hule o mulas de viento” para penetrar en el volcán o al interior del inframundo, como lo hizo el dios maya Hunahpú; enseñó la pesca artesanal a su pueblo; recibió ayuda del duende para cuidar del bosque, comunicándose con serpientes, vendados, perros, sapos, entre otros, que le obedecían; controlaba los vientos, las fuentes de agua; y practicaba el nahualismo (convertirse en animal). Moraba en un monte sagrado: “El cerro Yolutepeque”.  En dicho monte acontecen desde siempre una serie de eventos mágicos, paranormales, que sorprenden a los que visitan esas tierras; paisaje, paisanaje y fenómenos naturales están a la orden del día. Gaspar será una figura importante y recurrente en el imaginario colectivo de Texiguat y de Honduras.  Siempre estará presente.

Los matagalpa, en general, y los texiguat, en particular, son grupos originarios que también jugaron un rol importante en la independencia y en la lucha por la configuración de la gran patria centroamericana. En 1827, en el contexto de la batalla de la Trinidad, el Ejercito Federal Centroamericano, dirigido por Francisco Morazán, se aprovisionó de soldados en Texiguat, lugar en donde tenía establecido su cuartel. Los soldados más fieles a Morazán fueron los de Texiguat y Curarén, quienes no dudaron en apoyarlo para derrocar al golpista Justo Milla, que pretendía perpetuarse en el poder en la recién creada Honduras. En el vecino pueblo de Liure, en el cerro de Olomonte, se afirma que el espíritu de Morazán aparece y desaparece por los cerros, al igual que el omnipresente Gaspar.

Llegados a este punto, ¿no le resulta raro que un pueblo tan importante haya sido borrado de la historia, y que de un lado del río sea considerado pueblo autóctono, y del otro lado, simplemente no exista? Los matagalpa, en Nicaragua y en Honduras, nunca estuvieron separados por una frontera física. Indagar si son descendientes de los cholulas, xolutecas o chorotegas, lencas o popolucas es solo el inicio, lo importante es saber el motivo de la invisibilidad. ¿Qué pasó con los matagalpa texiguat en Honduras?

Por José R. Reyes, abogado

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