A raíz de una conversación sobre el tema de mi nuevo libro “Suicidio”, un buen amigo me prestó una novela de Paulo Coelho. A pesar de que este exitoso escritor brasileño no es uno de mis favoritos, me llamó mucho la atención el título del libro, así que decidí darle otra oportunidad, y me alegra haberlo hecho. “Veronika decide morir”, es una trama que, además de entretenida, es interesante y nos deja una gran lección de vida. Se trata de esta joven mujer que simplemente no ha logrado encontrarle un sentido a su existencia y decide acabar con ella. Entre sus intentos por lograrlo se dan una cantidad de sucesos que mantienen al lector en suspenso mientras trata de comprender qué es lo que pasa por la cabeza de esta confundida chica. Me fascinó el contexto del relato ya que la mayor parte de la historia se desarrolla dentro de un centro psiquiátrico (llamado Villete) donde hay un grupito de gente que está internada ahí por su propia voluntad, sin padecer ningún tipo de trastorno mental grave, o al menos ninguno que ameritara el internamiento.
Algunos de ellos entraron por episodios de pánico, otros por delirios transitorios, estrés postraumático y padecimientos por el estilo. Solo que al comprender que en ese lugar no tenían que disimular sus estados de tristeza o histeria, que tenían permiso para comportarse como quisieran sin tener que justificarse y encima de todo, podían liberarse de las obligaciones que tenían fuera de él, decidían entonces quedarse de manera permanente. Decidían que vivir afuera era una carga con la cual no querían lidiar.
A otros les causaba mucho miedo la idea de volver a su vida habitual y enfrentar sus penosos asuntos pendientes, preferían pasar por “locos” que encarar aquello.
La manera tan detallada que tiene el autor de describir no solo el lugar en sí sino la manera en que funciona, sus empleados, directores, y la interacción entre pacientes, hace pensar que tal vez conociera mucho del asunto de manera personal, y así es.
En algún momento leí una pequeña biografía del señor Coelho en la que se relataba sus días recluido precisamente en un psiquiátrico, aunque en su caso no fue de manera voluntaria. Claramente esa experiencia le fue muy útil en el momento de escribir su libro. Hay bastante precisión y seguridad al describirlo.
Vale la pena analizar la cantidad de veces que nosotros mismos hemos deseado confinarnos en nuestro propio Villete. Cuando quisiéramos descansar de tantas obligaciones, muchas de las cuales nos hemos autoimpuesto por razones que cuando las pensamos detenidamente, nada tienen que ver con lo que en realidad deseamos.
Las veces que quisiéramos parar de fingir que estamos bien cuando en realidad no lo estamos o que quisiéramos gritar para sacar nuestras frustraciones, pero lo evitamos para no pasar por dementes. O cuando tenemos pensamientos, ideas diferentes que no compartimos con nadie por miedo a que nos tilden de raros. Cuando tenemos que cubrir nuestra euforia con serenidad para estar acorde con el resto de la gente que en realidad pudiera estar sintiéndose de la misma manera, sin exponerlo, por las mismas razones. Una locura total.
Y es que la “mascarita” que nos ponemos a diario antes de salir de casa, es obviamente necesaria para sobrevivir en este mundo, el problema surge cuando olvidamos quitárnosla, y esto me recuerda otro buen libro: “El caballero de la armadura oxidada”, pero eso lo platicamos en otro momento…
