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viernes, abril 19, 2024

La ética de la inteligencia artificial (IA)

En la actualidad, los cambios tecnológicos cada vez son más rápidos, con procedimientos que, al primer clic, se convierten en obsoletos. Las máquinas “aprenden” más y más rápido, mejorando sus capacidades a una velocidad inimaginable, y a la humanidad solo le queda sorprenderse de los avances. Utilizamos nuestra inteligencia humana, conociendo poco cómo opera la otra: la inteligencia artificial (IA).

Los robots, la IA, los sistemas económicos digitales, ciudades inteligentes, criptomonedas, son una realidad, y en los años venideros estas materialidades van a gobernar nuestra vida más que nuestros propios gobiernos nacionales.

El impacto de la IA se verá reflejado en diversos sectores: económico, laboral, sanitario social, informativo, gubernamental, Estado de Derecho, Derechos Humanos, seguridad, datos personales, digitalización y medio ambiente, entre otros. Cathy O’Neal, matemática norteamericana, habla de algoritmos buenos y malos, argumentando que unos trabajan por la igualdad de las personas, otros no. En consecuencia, los algoritmos una vez que determinen qué es bueno o malo, tendrán un rol crucial respecto a la discriminación social, prejuicios, estereotipos y desigualdades. Ese es el futuro cercano de la IA.

Les propongo hacernos unas preguntas éticas en relación con las IA, y seguro usted tiene otras:

  1. ¿Los robots y las IA son diseñadas para favorecer al humano o para controlarlo?
  2. ¿La IA respetará los derechos y libertades fundamentales?
  3. ¿Los países menos desarrollados podrán acceder a los adelantos de la IA o pasarán a ser unos cromañones digitales?
  4. ¿La implementación de la IA será más positiva o negativa para el desarrollo de la humanidad?
  5. Y finalmente, ¿será capaz el gobierno de gestionar la IA en beneficio de la colectividad, protegiendo a las personas y al medio ambiente?

Para responder a estas y otras miles de preguntas, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), ha creado un documento llamado “Recomendaciones sobre la ética de la inteligencia artificial”, adoptado el 23 de noviembre de 2021. En este se encuentra una serie de recomendaciones con fines, objetivos, valores y principios para ser aplicados por los gobiernos del mundo y controlar la IA.

Hoy solo hablaré de los fines y objetivos, dejando para otra entrega los principios y valores.

Este documento contiene 45 páginas, y es una base ética para aceptar o rechazar la IA. Representa un punto de partida para evaluar y orientar las normas tecnológicas que se desarrollarán en el futuro, siendo su referente la dignidad humana, el bienestar y la prevención de daños.  Fundamenta su implementación en la ética, la ciencia y la tecnología. Con esto, UNESCO pretende que este instrumento sea una especie de “guía ética mundial”, y que sus principios, valores y recomendaciones sean aplicadas en cada nación del mundo que conviva con esta inteligencia.

Sus recomendaciones están enfocadas en orientar la IA al servicio de la humanidad y de los ecosistemas, en la prevención de daños y en estimular su uso para fines pacíficos. Habrá que ver qué se entiende por “fines pacíficos”, lo que resulta un reto…

Según ese documento, debido a lo complejo de las cuestiones éticas que rodean a la IA, la comunidad internacional asumirá una “responsabilidad compartida”, basada en el diálogo mundial intercultural. Esto me resulta una tarea muy complicada. Si consideramos que la mayor parte de países del mundo no son precisamente desarrollados tecnológicamente, ¿cómo se podría mantener un diálogo provechoso sobre algo que la mayoría desconoce? Hay personas que son “muy escépticas”. Algunos científicos hablan del uso “no ético” de esta en perjuicio de la humanidad. Ejemplos hay…

En vista de lo anterior, especialistas internacionales de la UNESCO establecieron los siguientes objetivos: a) Proporcionar un marco guía para orientar a los Estados en la formulación de leyes, políticas públicas relativos a IA, de conformidad con el Derecho Internacional; b) Orientar acciones de sector público y privado para asegurar la incorporación de la ética en todas las etapas del ciclo de vida de los sistemas de inteligencia artificial; c) Proteger los Derechos Humanos en todas las fases del ciclo de vida de los sistemas de IA; d) Fomentar el dialogo multidisciplinar  sobre cuestiones éticas relacionadas con la IA; e) Promover el acceso equitativo a los avances de la IA y el aprovechamiento compartido de los beneficios, prestando especial atención a las necesidades y contribuciones de los países con ingresos medianos y bajos lo que incluye los países menos adelantados.

Estos objetivos resultan bastante loables, pero la realidad inmediata de esta inteligencia es preocupante. La pérdida de empleos por parte de la IA y los robots sustituyendo al hombre, son una constante, así como el impacto en la medicina, haciendo obsoletas algunas profesiones; en el campo de la defensa, cada vez se diseñan más robots autónomos que pueden ir a la guerra; la identificación biométrica en las ciudades; y un largo etcétera. La IA replanteará problemas que no podemos dimensionar aún; esto por señalar algunos conflictos que están manifestandose.

Concluyendo, si la IA se va a utilizar de forma ética o en contra del ser humano, dependerá de las políticas y normas creadas por el “gobierno mundial” encargado de crear normas éticas que luego serán normas jurídicas ejecutadas por los Estados nación. En concreto, los organismos internacionales y los gobiernos nacionales tienen la obligación de proteger a los ciudadanos de los abusos que pueda generar la IA. El futuro es incierto y parece muy peligroso.

Por José R. Reyes, abogado.

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