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domingo, febrero 9, 2025

La burbuja de la inteligencia artificial

Hubo un pasado, no muy lejano, cuando los japoneses invertían grandes capitales en la compra de rocas, simples rocas.

Pero, como era lógico, muchos escarbaron, sacaron rocas de las que abundan en el subsuelo y las vendieron, creando una guerra de precios que terminó con su valor ficticio.

¿Qué diablos tenían en la cabeza los inversionistas cuando decidieron meter su dinero en simples rocas? Cosa similar ocurrió con algo que la moda utilizó durante mucho tiempo -plumas de avestruz- para decorar precisamente otras cabezas, las femeninas.

Su fascinación impulsó la instalación de muchísimas granjas de avestruces en África y la creación de verdaderas fortunas.

Todo iba muy bien hasta que apareció el automóvil, con su techo metálico; las mujeres ya no podían utilizar sombreros y tocados altos, como en los coches abiertos tirados por caballos y con el techo descubierto.

Las granjas de avestruces quebraron y las suntuosas mansiones de sus propietarios fueron abandonadas. ¿Plumas de avestruz? Nada comparado con la crisis de los tulipanes que se produjo en los Países Bajos en el siglo XVII.

El objeto de especulación fueron los bulbos de tulipán, cuyo precio llegó a alcanzar niveles ridículos, dando lugar a la primera burbuja económica conocida.

Realmente nadie sabe cómo empezó la locura de los bulbos de tulipán. No sólo particulares; pequeños inversionistas, empresas serias y hasta bancos adquirieron grandes deudas para invertirlos en bulbos de tulipán.

Cuando -como era lógico- el valor se desplomó, muchos fueron a la quiebra, grandes empresas y bancos inclusive. Algo parecido, pero mucho más serio ocurrió cuando la Bolsa de Valores de los Estados Unidos cayó -un martes 29 de octubre de 1929- y provocó lo que luego fue conocido como la Gran Depresión, que rápidamente se extendió y afectó prácticamente a todo el planeta.

¿Cuál fue el origen? Antes de que existiera algún tipo de regulaciones serias, la gente podía comprar acciones pagando (y endeudándose) con sólo el diez por ciento de su valor real.

Todo mundo se puso a comprar acciones, inclusive de empresas fantasma o de muy baja rentabilidad.

El negocio no eran los dividendos; se compraban acciones con ese porcentaje y se pagaría el resto con la rápida subida que la enorme demanda provocaba.

“Compro barato, vendo más caro rápido, luego pago el préstamo y me quedo con la ganancia”. Algunos advirtieron lo que iba a suceder, pero la gente no hizo caso.

En determinado momento ya no hubo dinero fácil y aquellos que se habían endeudado no pudieron cumplir su compromiso, viéndose obligados a vender rápidamente con grandes pérdidas.

Estalló el pánico, todos corrieron a vender y los precios se ajustaron al valor real del mercado. La gente saltaba por las ventanas de los edificios; muchísimas empresas, bancos y personas perdieron todo lo que tenían. Sin aprender la lección, a principios del Siglo 21, en los USA se produjo una gran crisis inmobiliaria.

¿Una explicación sencilla? Los desarrolladores sobre-construyeron casas y, para poder venderlas, aprobaron créditos a gente que no tenía capacidad de pago.

Esas hipotecas eran descontadas en grandes cantidades en los bancos que, en muchos casos, ni siquiera sabían dónde estaban las construcciones y no tenían el récord crediticio de los compradores.

Parece mentira, pero es cierto. Resulta que, finalmente, la “burbuja hipotecaria” explotó y, de nuevo, un montón fueron a la quiebra.

Finalmente llego al punto: ¿Qué les da valor a las cosas? La demanda, eso establece el valor de todo.

Usted puede tener millones de quilates en diamantes perfectos, pero, si no hay quien los compre su valor es cero.

¿Sucederá lo mismo con las “bitcoins”, que no son nada y que sólo existen en el mundo digital? ¿Cómo puede algo que es nada adquirir valor? Depende de la demanda.

Si todos quieren comprar monedas digitales, su valor subirá hasta donde la gente esté dispuesta a pagar y luego ocurrirá lo que considero inevitable, la burbuja explotará (ya ha habido mini explosiones, con grandes pérdidas para mucha gente).

Inteligencia Artificial: Posiblemente el dominio del planeta dependerá de quién lo haga mejor y más barato.

Mientras redactaba este artículo una compañía tecnológica china lanzó al mundo un Chatbot cuyo desarrollo costó apenas 6 millones de dólares, nada comparado con lo que los inversionistas (y algunos especuladores) han metido envidia y otras dedicadas al desarrollo de la Inteligencia Artificial.

Su mercado de acciones perdió más de 1.2 billones de dólares en un solo día, la mayor pérdida en la historia.

Esto ocurrió el lunes recién pasado y no creo que se recupere. Creo que la burbuja de la Inteligencia Artificial ha explotado, las consecuencias económicas y políticas aún no se pueden predecir del todo.

Recuerde: “Cuando algo parece demasiado bueno para ser verdadero, seguramente no lo es”.

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