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miércoles, mayo 1, 2024

Juventud y migración en el Triángulo Norte

Un millón de jóvenes han salido de Honduras El Salvador y Guatemala (el Triángulo Norte) en los últimos años con destino a los Estados Unidos de América, en su gran mayoría, en busca del mal llamado “sueño americano”. Los chicos dejan su tierra y su entorno próximo simplemente para buscar un lugar donde “vivir mejor”, un lugar donde creer, crecer y trabajar. El país que abandonan parece que no provee lo suficiente para su subsistencia y tienen que abandonar todo, para inventarse “otra vida” en algún lugar más al norte.

La migración de los jóvenes es generada por diversas causas: violencia, maras, persecución política, violaciones de derechos humanos, catástrofes naturales, entre otras. El sustrato del problema migratorio es casi siempre económico-social, pero rara vez se plantea el problema como lo que es ¡un desastre de corresponsabilidades de varios países!, donde, nadie quiere asumir su rol, se acusan mutuamente de ser les causa del problema. Curiosamente, nunca se habla de “las verdaderas causas del problema migratorio de los jóvenes”.

Los muchachos que emigran lo hacen por una mera cuestión de supervivencia y desarrollo personal, ante la falta de condiciones laborales y vitales que existen en nuestros países. La ruta empleada es la de siempre: una caravana, un coyote o un amigo que ayuda a cruzar la frontera para poder llegar al otro lado. No solo se trata de llegar sino de construir el presente para tener un futuro brillante lejos de casa.

La odisea de cruzar México antes de llegar al destino final es un “cuello de botella” para los jóvenes migrantes que quieren llegar al otro lado del río… Luchar contra las maras, extorsiones, grupos armados, sobornos de la Policía, subir a “La Bestia” y no morir arrollados, son solo algunos de los retos.

El migrante tiene que vencer estos y otros muchos obstáculos para llegar a su tierra prometida, es una cuestión de vida o muerte. No existe garantía alguna de llegar “al otro lado” y mucho menos seguridad alguna de que las cosas marcharán de forma adecuada. Todo el proceso es complejo y arriesgado, migrar es cosa de valientes.

En el debate público, poco se habla de los jóvenes migrantes, la fuga de cerebros, la pérdida de mano de obra juvenil y el peligro que esto representa para la débil economía de nuestros países. Los jóvenes migrantes solo interesan como “remesas cuantificables en dinero”, parece que a nadie le importa mucho el tema.

¡Nadie quiere dejar el país y la familia! Los que migran son empujados a dejar la tierra debido a una falta de justicia social evidente. La mano de obra en edad hábil para trabajar se marcha, para ser “funcional” en otro lugar mientras el país que dejan se desangra.

En unos años, cuando la demografía hable, veremos que no tenemos suficientes jóvenes trabajadores preparados para echar adelante a nuestras naciones; sólo quedará lamentar su partida y esperar que “surja un milagro” o surtir la economía del país con personas que vienen del sur en tránsito y se quedan a morar en nuestra tierra.

La migración de los jóvenes es un problema de complicada solución, para el país de origen como para el país de acogida. Esos jóvenes son la fuerza que impulsará el desarrollo de las sociedades del norte (Canadá, Estados Unidos y México) que curiosamente también necesitan de estos flujos migratorios para su subsistencia, ellos también necesitan a los migrantes.

La fuerza laboral disminuye en unos países, mientras al otro lado de la frontera alguien obtiene beneficios económicos o de otra índole… la diversidad de jóvenes que migran cada vez es más grande y la edad para emigrar cada vez es menor… los jóvenes que viajan de un país a otro suelen sufrir cualquier cantidad de atropellos laborales, coquetean permanentemente con la esclavitud en muchas ocasiones.

La migración resulta aún más dramática, cuando revisamos las edades de las personas que emigran. Según el académico Miguel Orozco, de la Universidad de Harvard, miembro del “Centro de Desarrollo Internacional” y especialista en migración, manifestó que: “Muy poco se habla de la migración de menores”, una de cada 20 personas es un menor no acompañado, salen de todas partes del mundo con destino la frontera entre México y Estados Unidos y ¡tres cuartas partes provienen de los países centroamericanos!, del llamado Triángulo Norte, que son los que están experimentando el mayor número de menores migrantes no acompañados. ¿Qué hay detrás de la migración de los menores? ¿lo sabe usted?, yo no, pero es un tema que necesita un amplio debate y muchas explicaciones, tanto de los familiares como de las autoridades.

No hay que ser muy imaginativo para advertir cuáles son los problemas, tanto de los jóvenes y menores en este contexto. Cuando se migra, la edad no es excusa para sufrir explotación laboral o de otra naturaleza. Tampoco hay que ser muy ducho en ciencias sociales para entender que un país desangrado por la migración forzada de sus jóvenes está socialmente condenado.

Migrantes jóvenes huyen de una realidad y buscan un sueño en el norte. Para un migrante, el futuro es incierto y tiene que afrontar demasiados peligros. Es una tarea colectiva brindar soluciones a los que se van, a los que llegan y a los que atraviesan fronteras. ¡Caminante se hace camino al andar!, decía Machado.

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