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jueves, mayo 16, 2024

Internet de personas, cosas y chips

Hablar de Internet resulta familiar. Casi todos somos usuarios de la red y de los servicios online, los cuales cada día son más diversos y parte de nuestro diario vivir. Obtenemos la información más rápido y en menor tiempo. El grado de inmersión con las redes es casi absoluto. El internet y las tecnologías de la información brindan múltiples soluciones día a día, mes a mes, año a año. La tecnología se acerca más al hombre, y el hombre a ella. No hay duda de que estamos ante la presencia de la próxima hibridación entre el hombre y las máquinas.

En ese sentido, en 1999, Kevin Ashton (padre del Internet de las Cosas), desarrolló la tecnología del RFID (Identificación por Radio Frecuencia), sistema de identificación automática de un objeto, animal o personas. En los humanos y animales funciona a través de la implantación de chips bajo la piel, y en su versión más avanzada permite conocer la ubicación de estos en tiempo real. Los chips de radio frecuencia pueden almacenar información y datos de naturaleza comercial, jurídica, de seguridad, entre otros.

La primera persona en implantarse un microchip fue el artista científico Eduardo Kac en 1997, lo hizo en un programa de televisión en vivo para demostrar que no existía ningún peligro en ello. Se transformó, de alguna manera, en un ciborg de primera generación; “utilizó la tecnología como parte de su identidad”.

En Europa y EE.UU., es normal que un perro lleve un microchip del tamaño de un grano de arroz implantado en su cuello con información de vacunas y tratamientos médicos; una persona, de igual manera, puede portar un chip con información médica, sanitaria, bancaria, carnets; en estos chips cabe toda la información que usted pueda imaginar y más. Suecia es un buen ejemplo.

Hoy, también se habla del “Internet de las Cosas”, en donde casi todo puede estar conectado a la red: teléfono, refrigeradora, cocina, cepillo de dientes, alarmas y un largo etcétera. El microchip NFC (Comunicación Inalámbrica de Corto Alcance), permite acceder a las cosas sin necesidad de tocarlas. Se trata del desarrollo de la comunicación utilizando la tecnología sin necesidad de contacto físico.

Con el “Internet de las personas”, como complemento del anterior, se busca digitalizar las relaciones entre las personas y su entorno, así como la recopilación y procesamiento masivo de datos personales (sanitarios, policiales, tráfico, Hacienda, etc.), enfocados a un producto, a un servicio o a una administración pública o empresa privada. El fin es crear un “yo digital” con un rol a cumplir desde la red en la vida real, que ejecute los actos cotidianos más importantes del usuario. En algunos países existe la posibilidad de implantarse un chip RFID o NFC para que su “yo digital” funcione.

Este mundo del Internet de las Personas genera una red de inteligencia colectiva y fomenta la comunicación entre esa identidad digital, ya sea profesional, sanitaria o empresarial, por separado o con todas ellas agrupadas en un solo chip, por medio de dispositivos con internet para el intercambio de datos.

En este juego, a la hora de realizar cualquier actividad comercial, personal o institucional, ponemos a disposición del sistema nuestra información particular y nuestra “reputación digital”, y sin darnos cuenta pasamos a ser seriados, clasificados, evaluados y seguidos por el “gran hermano”, que sabrá más de nosotros que nosotros mismos.

Ahora imaginemos que, como personas adaptadas a la tecnología, damos un paso más allá, y con la intención de alcanzar una experiencia más “satisfactoria” con la red nos implantamos un microchip de última generación, guardando en él toda nuestra información personal, médica sanitaria, tributaria, empresarial, financiera, de actividad física, itinerarios, bancaria y todo lo que deseemos compartir; sin lugar a dudas, quien tenga en sus manos esta información tendrá mucho poder sobre nosotros.

Un equipo de investigación de la Universidad de Columbia ha diseñado un chip que solo es visible con un microscopio, y puede ser inyectado con una aguja hipodérmica. Esto cada día sorprende más.  Si los chips son cada vez más pequeños, a lo mejor ya llevamos nanochips sin saberlo.

Los chips RFID implantables, diseñados originalmente para el etiquetado de animales, también se implantan en seres humanos. La empresa “Applie Digital Solutions” propone su chip subcutáneo de formato único (unique under the skin format), como solución a la “usurpación de la identidad”, “acceso seguro a edificios”, “acceso a ordenadores, al almacenamiento de expedientes médicos, iniciativas de antisecuestro”. No sería de extrañar que el “pasaporte sanitario” en el futuro venga de la mano de un nanochip. No sería ninguna novedad.

Parece que el hombre y la tecnología se fusionan sin problemas o avatares.  Lamento decirles que los peligros son innumerables, sobre todo aquellos relacionados con la seguridad informática de nuestros datos de carácter personal, y el peligro adicional del uso de chips en contra del hombre, todo esto resulta preocupante ¿Quién va a custodiar nuestra ciberseguridad y quién garantizará el uso correcto de los microchips?

Para que el Internet de las Cosas y el Internet de las Personas llegue a ser 3.0, es necesario que todos los datos de personas y cosas estén conectados en una base de datos, y que la máquina y el hombre puedan interactuar de manera fluida. En un futuro no muy lejano no será posible distinguir entre el hombre y la máquina. El internet cada vez será el mejor vigilante de todo.

Por José R. Reyes Ávila
Abogado

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