La mayoría de la gente no sabe lo que es, pero le tiene miedo (generalmente producto de la ignorancia). Considero más que todo por las películas tipo Terminator en las cuales las máquinas inteligentes se rebelan contra sus creadores y proceden a “terminarlos”.
He leído mucho sobre el tema. En cuenta un extenso artículo en el que algunos de los grandes cerebros que trabajan en su desarrollo confiesan que, en realidad, no saben lo que es.
Si ellos no lo saben, ¿Qué diablos voy a saber yo? Creo que la IA es un término más que todo comercial, diseñado y aprovechado para vender los productos que tengan ese apellido y también acciones en las empresas que ofrecen desarrollarla.
La informática ha avanzado mucho desde que conocí la primera computadora. Un monstruo enorme de IBM que requería de una habitación sólo para ella y la cual tenía que estar refrigerada 24/7, como Cristiano Ronaldo.
Las cosas se han movido a una gran velocidad hasta llegar al presente, donde un simple teléfono barato la supera totalmente en capacidad y versatilidad. Varios ejemplos: Los autos tienen pantallas que informan todo.
Las refrigeradoras hacen inventario y, si los dueños las autorizan, pueden realizar pedidos y hasta pagar la factura directamente a supermercados y otros abastecedores.
Los estacionamientos son manejados por computadoras que se encargan de todo; desde tomar una foto a la placa del auto hasta facturarle, cobrar y entregar el vuelto caso de que haya pagado en efectivo.
El gimnasio al que asisto -y que considero una maravilla- si bien tiene instructores para cuando se les necesite, la mayoría de los entrenamientos son manejados por una App bajada en mi teléfono.
El programa tiene todas las opciones necesarias para que uno realice su rutina prácticamente sin ayuda.
Así, puede incrementar o reducir frecuencia y pesos, sustituir un ejercicio por otro equivalente y, para mi completa sorpresa, determinadas máquinas se comunican con mi teléfono para indicar que ya llegué a la meta de ese día, semana o mes.
Delicadísimas operaciones de los ojos y otros órganos súper sensibles también son realizadas total o parcialmente por máquinas.
Los viejos talleres mecánicos terminarán desapareciendo conforme las computadoras y programas diseñados por el fabricante se encarguen de diagnosticar cualquier falla en los vehículos y hasta de la reparación.
No lo dude, la mayoría de los autos ya son fabricados casi totalmente por robots. Pero, aunque nos veamos tentados a calificar todo eso como Inteligencia Artificial, en realidad no lo es.
Nada de eso es Inteligencia, son “solo” computadoras y programas muy avanzados y especializados en diferentes funciones. Alguien me puso a “dialogar” con el llamado Chap GPT y en realidad resulta asombroso.
Ese programa tiene voz que parece humana (que uno selecciona a su gusto; hombre, mujer, con acento francés, como uno desee) y la capacidad para mantener un diálogo sobre casi cualquier tema, brinda información y hasta se corrige a sí mismo.
Pero, a mi modo de ver, aunque la gente se incline a creer que es Inteligencia Artificial, en realidad no lo es. De nuevo, se trata de un programa muy avanzado, con una gran capacidad, pero no tiene nada de artificial.
Todo lo que su “cerebro” contiene le es suministrado por humanos directamente o buscando información en Internet (también de origen humano).
Es una máquina, un robot si se quiere, pero no llega a lo que -al menos yo- podría considerar como IA. Creo que la Inteligencia Artificial no existe y es muy posible que jamás llegue a ser una realidad.
Para eso tendría que nacer y reproducirse espontáneamente, sin participación humana. Si lo pienso bien, podría aventurarme a decir que, en efecto, existe algo que podríamos considerar Inteligencia Artificial, pero más bien debería recibir otro título: Inteligencia Natural.
No, no se entusiasme, no tiene que ver con los humanos, nosotros no necesariamente somos inteligentes, aunque en nuestra vanidad nos califiquemos así.
La Inteligencia Natural, como ese nombre lo indica, es la misma y maravillosa naturaleza, capaz de crear vida, resolver problemas, modificar los patrones de desarrollo, adaptarse o provocar los cambios del clima, sobrevivir desastres, eliminar y crear especies de plantas y animales, transformar la geografía a nivel montañas y continentes y, hasta el momento, soportar el daño que nosotros “los inteligentes” le hacemos día a día.
Y, sobre todo, lo hace por su cuenta, sin que tengamos nada que ver, sin intervención humana. La Inteligencia Natural está aquí desde el comienzo de los tiempos y, de una manera u otra, estará mucho después de que nuestra especie haya desaparecido.
La Inteligencia Artificial aún está por verse… de momento nadie sabe lo que es, ni siquiera los escritores de Hollywood.