Por: Ernesto A. Reina /[email protected]
Los grandes males sociales deben combatirse con dosis de verdadera disposición, precisión y efectividad.
Se tienen que definir claramente las políticas a seguir, mediante un caudal de conocimientos que deben repetirse sin rodeos por las variadas autoridades gubernamentales con la finalidad primordial de instituir la función que concluya o corone con fuerza y objetividad, dentro de las posibilidades existentes, el recio combate y la confianza que se persiguen, sin lugar a equívocos, dentro de un planteamiento que no envuelva las palabras en la oscuridad, sino que por el contrario, culmine en hechos y ejemplos de la floración de la vida contra todos los males o dolencias evidentes que perjudican el normal desarrollo de nuestra nación.
Un inusitado pánico colectivo y una situación triste y angustiosa que se prolonga para el pueblo, implica como una lógica consecuencia un inusitado miedo, que, aún siendo contagioso, se combate con hidalguía y valeroso poder, para que definitivamente se borre de los distintos escenarios y posteriormente convertirse a futuro, en un simple estado efímero que nos lleva hacia una vida tranquila de felicidad y de prosperidad por entero.
Esta potencia e impulso de habilidad asegura unas obras y un acontecimiento de alta importancia y trascendencia para el país.
El valor intrínseco, con la templanza y carácter especial de los hondureños, no se detienen con el simple significado de las palabras expresadas por inescrupulosos políticos, sino que adversamente contribuyen con versados conocimientos, a una indicadora instrucción, y a una nueva forma de grandiosos lazos de unión nacional para vencer los eventos o accidentes e ilusorios acontecimientos que tienden a llenar de pujanza y disposición para luchar y rellenar de libertad o compañerismo a los miles de compatriotas que rechazan
de manera contundente las dolencias generales o relativas que se amoldan sin esperanza y fuerza en los laberintos de la oscuridad, el totalitarismo y la dictadura.
De manera sigilosa la posibilidad de contaminación desaparece y termina por su propia imaginación, espejismo y carencia de base legítima. Que no queden sin correctivo los culpables de la crisis hondureña.
El Ministerio Publico, con todo el peso de la ley, requiere o demanda la devolución de los dineros sustraídos al margen de la Constitución política y demás leyes en vigencia, en lo ancho y amplio del territorio nacional.
Frente a una extensa apertura democrática electoral con su demostrativo y característico avance, dentro de un libre juego de opiniones, doctrinas e ideas, por medio de la egida de una responsabilidad vigilante, abre las puertas de la democracia representativa, republicana y liberal para resplandecer en un proceso progresivo y escalonado sin precedentes en la historia nacional.
Los radiantes y provechosos vientos de la incansable lucha contra la corrupción y la impunidad constituyen una auténtica transformación en Honduras, caminado por amplios horizontes y, desde luego, por nuevos y mejores derroteros de gran magnitud.
El dinero apropiado por la vía ilegal debe ser devuelto para satisfacer las causas justas y obras que reclama la población hondureña.
No hay términos de gracia y cortesía que no queden sin castigo y condena para los corruptos, y que se les impongan las penas de cárcel que merecen.