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viernes, abril 26, 2024

Fiscales presentes, Fiscal General ausente

El paro de labores de los fiscales y empleados que trabajan en el Ministerio Público (MP) ha causado mucha indignación en la población en general, no solo por el cierre de carreteras, sino por las imágenes de los cuerpos de personas asesinadas que no han sido levantadas por Medicina Forense, dependencia del MP. Sumémosle a ello la suspensión de labores y lo que implica para la población en general.

Pero si la ciudadanía se fija solo en eso, en el impacto que causan las noticias que presentan los medios de comunicación (ojo, ellos solo informan, no los acuso), podría llegar a conclusiones distorsionadas.

Esta es una lucha de trabajadores, así de sencillo, trabajadores que están exigiendo –simplemente- que se les cumpla con lo que la ley establece, nada más. Este tipo de luchas son las que han llevado, a lo largo de las décadas, a que se reconozcan los derechos de los empleados. No es una lucha política, como la quieren hacer ver personeros desquiciados como el ministro Ricardo Salgado, que cada vez me asusta su capacidad de distorsionar la realidad y sacar conclusiones incendiarias.

El único tinte político que yo pondría a esto es que, un partido que se jacta de representar a la clase trabajadora, a los explotados, ahora que está en el gobierno, y tiene todo el poder en sus manos, no haga nada, absolutamente nada, se llame al silencio total, se haga el desentendido. Inexplicable.

Siguiendo con el hilo de este artículo, afirmo que no hay color político en las exigencias de los fiscales y empleados del MP: es pura y llana lucha justa y legal de los trabajadores.

Yo ejerzo mi carrera de abogado en la rama penal. En la mayoría de casos actúo como defensor privado, aunque también he actuado como acusador, y les diré que no me llevo bien con los fiscales, solo lo que el Código de Ética me exige y los buenos modales que me enseñaron en casa. Su trabajo es lento, desganado, algunas veces mal intencionado. Muestran desidia, y uno allí visitándolos a cada rato. Lo ven a uno de menos, no lo atienden, se van de vacaciones, de profiláctico, los cambian de puesto, están posturno, en capacitaciones, los cambian de unidad, de edificio, de ciudad, en fin, es un infierno literalmente llevar un caso en el MP, pero no por ello voy a hablar mal de esta lucha que con justicia están bregando. Incluso me pierden expedientes.

Pero esa es mi experiencia personal, pero usted, sí, usted ciudadano, no se le olvide que el fiscal es la persona que lucha por sus intereses; es el que prepara un caso, se desvela, corre peligro, recibe amenazas y aun así va a defender a los tribunales sus derechos. Así hace su labor con ahínco, esmero, con 500 casos sobre su cabeza, sin secretaria, sin asistentes, sin computadoras portátiles ni acceso a internet, todo eso que los abogados privados tenemos en la tranquilidad de nuestros despachos legales.

Los fiscales ganan sueldos insultantes para un oficio tan importante.

No entiendo cómo una amante de un funcionario puede ganar 40 mil, 50 mil, 60 mil lempiras por no hacer nada, solo prestar sus servicios íntimos, y en cambio un fiscal gana apenas 15 mil lempiras.

Los fiscales están pidiendo lo que a otros ya les concedieron: aumento por inflación, y lo que sus estatutos establecen: pago por resultados, algo que no reciben desde el 2002.

A pesar de que no me caen bien, no puedo dejar de compadecerme que los veo llegar a los tribunales amontonados en busitos viejos, con casos que no han podido estudiar porque se los pasaron a último momento porque hay poco personal, siendo acosados laboral y sexualmente.

Mientras ellos están presentes el peor Fiscal General del Estado sigue en su mutis. Inexistente, invisible, inasible, como todos estos 10 años.

Ahora que pudo haber surgido como héroe a favor de todos los que hicieron su trabajo, hoy sigue igual en su madriguera: indiferente y ajeno a la realidad.

Los fiscales están solos, muy solos. ¿Se imagina usted que deserten de sus trabajos y se vayan en la próxima caravana? ¿Será Ricardo Salgado el que vaya a recibir las denuncias, hacer las investigaciones, interponer los requerimientos y llevar el caso hasta sentencia?

La lucha de nuestros fiscales es justa y hay que apoyarla.

Por Carlos Alvarenga, abogado.

 

 

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