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sábado, abril 27, 2024

Aprender y desaprender

Quisiera aprovechar para mencionar dos casos en la convivencia diaria de una pareja que a veces damos por sentado, en el sentido de que creemos que esto y lo otro son cosas normales, tomamos las actitudes correspondientes y ya no le ponemos tanta mente al asunto. Uno es aquello de que en una discusión el primero que debe ceder es el que está equivocado y el otro, que cuando dos han discutido y uno de ellos queda molesto, sin hablar por horas a veces, algunos hasta por días, entonces el otro debe tratar a toda costa de arreglar las cosas. Pues no estoy de acuerdo.

En el primer caso, es importante recordar que, en una discusión acalorada, sobre todo el que está más exaltado, está en un momento emocional en el que su cerebro no está recibiendo la oxigenación adecuada, esto no le permite pensar con claridad, así que las palabras saldrán por salir y ya. En cuanto usted se dé cuenta de esto, necesita bajarle la intensidad a su propio ritmo en este desacuerdo, comenzar a respirar un poco más despacio, tratar de darse cuenta de esas respiraciones y ceder. Aún cuando usted tenga la certeza de estar en lo correcto, déjelo pasar y diga tranquilamente; está bien, vamos a dejarlo ahí. Thomas Paine decía que “Argumentar con una persona que ha renunciado a la lógica, es como darle medicina a un hombre muerto”. No tiene ningún sentido hacerlo.

En el segundo caso, casi siempre vamos a encontrar en las parejas a uno, que se siente muy incómodo cuando el otro está molesto, cuándo ha dejado de hablarle. Entonces busca como sea o retomar la discusión desde donde se dejó o, reiniciar la comunicación por otros medios, el que sea, la idea es: que el otro nos hable. Si este es su caso, tómese un minuto para pensar si esto es funcional en usted y en su relación.

Algo más que damos por cierto es que cuando nos enojamos la culpa es del otro, “él o ella, me hace enojar, me saca de mis casillas” … y no es cierto. Resulta que nadie puede hacerle enojar sin que usted de su previo consentimiento. No hay manera de que alguien controle mis emociones, ellas son mías y por lo tanto únicamente yo decido cómo voy a reaccionar ante tal y cual asunto, entonces estas reacciones son mi responsabilidad y de nadie más. ¿Una vez entendido esto, por qué va usted a insistir en hablarle al otro cuando está enojado y sentirse responsable por ese enojo? Usted pudo haber provocado la situación, si es así, espere a que al otro se le pase el disgusto (que se le pasará), no insista en romper el silencio, espere a que esté calmado y entonces retome el tema y si sabe que debe pedir una disculpa lo hace, que una vez tranquilo, podrá escuchar mejor lo que usted tiene que decir.

Claro que, para desaprender conductas erradas, esas que venimos practicando desde siempre, tendremos que hacer bastante trabajo personal y para eso hará falta dos cosas muy importantes; interés en estar mejor yo mismo, e interés en el bienestar del otro.

Emy James
Emy James
Emy James, psicóloga y Máster en Educación, escritora a nivel profesional. Trabaja en teatro y radio y es también docente.
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