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sábado, abril 27, 2024

COLUMNA CUADRANDO EL CÍRCULO: Para leer en vacaciones

LETANÍA INCONCLUSA. ¡No sé si él o yo llevábamos tres botellas de ron o tres días perdiendo la escasa cordura, cuando un tal O’Brien -en aquél pub de Belfast- de la nada me espetaba…!  oye ella olía a princesa, pero yo la sentía mi reina! Me gustó lo que dijo y recordé que alguna vez fui galante.

Una hora después de mi último sorbo aún mugía aquel semoviente, que apestaba como una invasión profunda al intestino y quien ni con gestos ni palabras se silenciaba. Así, el celta ese me disgustó, y mucho, pero apelando a la tolerancia me callé, aunque quería hablar, pero no tenía nada que decir.

Aquél barbudo irlandés que bebía como cosaco y hablaba como ventrílocuo, muy a mi pesar ladró todavía una hora más. Aturdido por tanta verborrea y majadería me decidí a mostrarme tolerante, incluso complaciente y quizás alcahuete ante la necedad.

Expelí la bocanada de humo del cigarrillo, que junto con el asma me atosigaba la vida y me constriñe el alma, y entonces divagando entre lo que fue, es y lo que será me levanté hasta la rockola y marqué un jazz de Anthony Perrins, un antillano del cual su familia no sabía nada, pero todo el mundo le sabe todo.

Regresé a la barra y pedí otra cerveza. Por favor que sea negra le dije… como tú, morena e igual de sabrosa; aunque nunca te he probado. Estaba oscuro y por ratos un poco claro cuando en la televisión alguien en algún lugar de este infierno terráqueo o paraíso terrenal informaba de la más reciente guerra o última masacre. En tanto, un vecino en la barra de aquel antro mascullaba improperios de marinero de siete mares y en siete lenguas y de lo cual apenas entendí…”son of bitch”. Otro también a su lado por un minuto que pareció un siglo también aulló y en tono casi sacramental le ripostó: “ídem”.

Entonces alguien cambió el canal televisivo y escuché y vi informes del país de la eterna pachanga, el de la patria boba, ese en donde la gente se mata por nada y se muere por todo, en donde se ríen de la muerte, pero lloran por la vida. Pensé entonces: ese país no es el mío y nunca lo será y triste pagué y cabizbajo me fui queriendo llegar a Dublín y mientras transitaba perdido en mi embriaguez me decía: construye tu felicidad y regresa por la negra, la de la cerveza, que sin serlo siempre ha sido tuya. Y así me fui y divagando y casi loco no llegué a Dublín, pero estoy llegando a Londres. 23 November 2018, San Pedro.

VOLANDO BAJO. Tendido boca arriba sobre la grama de la hacienda familiar vacilaba sobre lo ignoto de la vida y la incertidumbre del amor y lo desconocido la muerte. La noche anterior había sido un presagio cuando una brizna afectiva familiar le anticiparon tempestades.  Aunque triste por lo endeble del sentimiento mostrado por ella, no se arredró, es más, sacó fuerzas en la convicción de su sentimiento y para redimirla de su debilidad sentimental la estrujó en sus brazos y seguidamente por un minuto se murió en sus labios.

Expelió una bocanada de humo de aquel cigarro importado, añejo ya por el tiempo esperando ser aspirado sólo en celebraciones u ocasiones especiales y no en tristezas excepcionales. Lo ocurrido esa madrugaba, pensaba, no había sido una herida mortal al sentimiento, pero sí una esquirla encendida que laceró su confianza sobre el afecto que creía solo suyo.

Se dio vuelta, siempre sobre el césped y luego tomó un sorbo de coñac. ¿Por qué me dijo que iba para su casa y se fue para donde la amiga foránea, eterna parrandera, buscadora de almohadas ajenas recolectora de recuerdos idos y afectos nuevos?, cuestionó a solas. Una llamada a ella, su respuesta muda y el fondo dicharachero de sus contertulios alegres le confirmó luego lo que sospechaba. Mentiste, le escribió, buenas noches. Nada más.

El día despuntaba cuando mensajes y llamadas justificadoras de la verdad no dicha interrumpieron su vano afán por reconciliarse con Morfeo. Con la nueva mañana llegó además la respuesta contundente y lapidaria. Sí, pues con la irascibilidad por el reclamo habido, de ella vino la contundencia del ahora moderno corte amoroso con el bloqueo digital.

Fumó de nuevo y bebió otra vez. Pensó largo rato y luego tomó lápiz y papel. Dolido, pero inspirado, mesándose el cabello y lamiéndose las heridas del corazón y el alma, “que no es lo mismo, pero es igual”, como canta Silvio Rodríguez, recordó. Así, garabateó: “Entiendo que me bloqueaste de tu vida, lo cual lamento y me confirma lo endeble de tu sentimiento hacia mí. Aun así, como no podría ser de otra manera, debo agradecerte por los muy buenos momentos que pasé contigo y que hicieron disfrutara casi todo el mejor diciembre de mi vida. Lástima que eso fuese efímero.

Te recordaré siempre como la muy buena puta que eres y la mala persona que sos…como siempre te deseo lo mejor. Procuraré a diario no estés en mis preocupaciones y me esforzaré al máximo por olvidarte ausentándome de lo que a ti me recuerde…por tus remembranzas, por hermosas todas y por no tener ahora tus vivencias diarias, lo cual me duele. Sé, que no me será fácil, pero sabedor de lo insondable del destino y conocedor de los ineludibles designios del tiempo, no ignoro que la tempestad amainará y de nuevo llegará la calma y con ella la paz, Gracias por ser como eres, aunque olvidaste por un momento, que la piedra angular y sustento de toda relación es la confianza, agregó reflexivo.

Y añadió: “Como siempre, te bendigo, también a los tuyos, a tu casa para que siempre ahí haya amor y nunca les falte nada. Bendigo también tu carro, para que no te falle y no te pase nada y te lleve a mejores puertos donde buenos marinos te eleven en alta mar hasta la plenitud de la vida que tanto añoras y te mereces.

Inseguro de que puedas o quieras leer esto, me alejo de tu vida de la que me apartas, y agradecido con Dios, de nuevo te agradezco. Espero no incomodarte y si así fuera será la última vez. Hasta siempre pajarito, vuela alto, ya volarás con otra ave y con él anidaras pronto en otro nido. Adiós”.

Luego sin firmar lo escrito, para qué, cerró el sobre y lo envió. Después, bien tarde, para no olvidarla nunca y recordarla siempre se emborrachó. 31-12-2019, San Pedro Sula, Honduras

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