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domingo, abril 28, 2024

CUADRANDO EL CÍRCULO: El éxito del fracaso

Por Herbert Rivera C.
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Visto el desastre que, cada año y desde hace mucho tiempo, vienen causando los fenómenos naturales especialmente los climáticos y también los desmadres de los humanos, sin que aparentemente se haya aprendido algo para corregir la situación, uno creería que es imposible que en este país de saqueados y saqueadores se combine tanta necedad, ignorancia y estupidez para del fracaso no se pueda aprender u obtener una lección que luego se convierta en éxito o logro frente la adversidad.

Vendría bien aleccionarse con tanta debacle, habida cuenta que cada vez más se valora el fracaso como una forma de aprendizaje y, porque en otras naciones, en el esfuerzo individual o colectivo, sí han aprendido que las derrotas son cruciales para alcanzar la cima, sin huir o eludir a las experiencias amargas.

Pero, para que un país cambie, primero debe cambiar su gente, desde lo que hacen hasta cómo piensan, especialmente a la hora de elegir para que escojan a los más aptos, idóneos y probos para que la gobernanza resulte un acto de bienestar colectivo y no de buenaventura para pocos en el poder.

Si bien, desde los hogares se instruye y se reafirma en las escuelas, que debe haber esfuerzo para tener éxito, cierto es también que las experiencias, descalabros, decepciones y fracasos deberían convertirse en mecanismos para triunfar en algo pues en una sociedad donde los padres evitan a toda costa que los hijos sufran, es preciso crear escenarios artificiales para que puedan fracasar y convertir los errores en ideas, afirma Stuart Firestein, autor de “Failure: Why Science Is So Succesful”, en el que muestra cómo el común denominador en la ciencia es el fracaso y al mismo tiempo la única vía para el éxito.

Así abundan historias de famosos que cayeron al asfalto antes de lograr el éxito, siendo una de las más fascinantes la de J. K. Rowling, cuya novela “Harry Potter” fue rechazada en numerosas ocasiones por las editoriales. Ahora es millonaria. También el inventor británico James Dyson contó que durante 15 años hizo más de 5,000 prototipos de una aspiradora antes de hacerse millonario gracias a ella.

Para evidenciar su experiencia, algunas de estas personas citan a Winston Churchill, quien decía que el éxito era ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo, en tanto, Thomas Edison hablaba posterior a su invento de la bombilla eléctrica manifestaba: “No he fracasado sino he descubierto 10,000 maneras de cómo no se debe hacer”, expone Eduardo Zazo Jiménez, profesor de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid, en un artículo publicado en The Conversation.

Esta nueva tendencia de enfocarse en el fracaso, prosigue, tiene su base en que la vida no es un lecho de rosas sino un camino lleno de espinas, y la gente debe estar preparada para los tragos amargos.

Según el antropólogo Agustín Fuentes, de la Universidad de Notre Dame, errar no solo es humano sino frecuente. “La mayoría de los científicos siempre se equivocan y casi todos los grandes deportistas fallan en lograr un gol, una canasta o un batazo”, dice.

Otros investigadores han encontrado que la gente aprende de los errores cuando analiza su actuación, especialmente si la persona asume la responsabilidad por el fracaso es más factible que aprenda del mismo y trabaje con más ganas para tener un mejor resultado en el siguiente intento.

Mientras, en ocasiones no se aprende de un fracaso porque la falla no es un tropiezo en el camino al éxito sino el punto final del proyecto. En dichos casos, solo se evidencia que se perdió el tiempo.

Con aprendizaje o sin él, nadie quiere fracasar y lo cierto es que esto va a ocurrir tarde o temprano porque la vida no es perfecta y la perfección es un enemigo del bienestar, de ahí que los más infelices son aquellos que no se quieren equivocar y por eso lo mejor después de una caída es hacer el alto analizar lo sucedido, asumir la responsabilidad y seguir adelante, y si se aprende algo, mejor.

Si esto es así, muchos no entienden por qué la gente le tiene tanta aversión a equivocarse, el problema radica en que a la gente se le olvida que el ensayo y el error son una manera de aprender.

En suma, se trata de que no es malo tropezar y caerse, lo pésimo será siempre encariñarse con la piedra, infortunadamente aquí, en el terruño patrio, seguimos encantados con las turuncas de siempre.

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