Casi todos, si no es que todos, hemos visto y nos hemos enternecido con las imágenes en redes sociales de Demi Moore en su papel de cuidadora de su ex Bruce Willis, ahora que este magnífico, talentoso y carismático actor está sufriendo una grave enfermedad neurodegenerativa que le lleva a perder cada vez más sus capacidades físicas y mentales. Más de alguno nos hemos también sorprendido con esa dinámica familiar tan poco común, sobre todo en nuestros países latinoamericanos; el esposo, la esposa, los hijos de ellos, la exesposa y sus hijas con él. Pero y desde luego que esto no es algo que sucedió de la noche a la mañana por la repentina enfermedad del jefe de familia. Esto es algo que se fue construyendo poco a poco, muy probablemente sin que ninguna de las partes se enterara. Para comenzar, Demi y Bruce tuvieron lo que podría catalogarse, me parece a mí, como un buen matrimonio. Ella, en su autobiografía Inside Out, un libro que recomiendo no solo para sus admiradores sino para cualquiera que esté interesado en aprender un poco y de primera mano sobre los estragos que puede producir el alcoholismo en una familia, reproduciéndose de una generación a otra como una cadena macabra e ininterrumpida, así como los errores y aciertos que podemos cometer y cómo los primeros pueden terminar aún con las relaciones más amorosas, entre otras cosas muy interesantes expuestas de manera abierta por su autora, de ahí el nombre del libro. Aquí ella habla de cuatro cosas que existieron en ese vínculo, que siguen existiendo y que fueron clave para todo lo otro que siguió: amor, amistad, respeto y admiración. Entonces ahora vemos a una expareja que se ha ayudado de manera mutua desde siempre, tres hijas muy unidas a sus padres, una nueva esposa que entendió que esto no significaba ningún peligro para su propia relación (al contrario) y que por su parte logró eso mismo con él, una unión funcional. Como siempre digo, las buenas relaciones no se dan por arte de magia ni por obligaciones de ningún tipo, son un constructo en el que debe trabajarse de manera ardua e incesante, con unos resultados muy gratificantes.
Y de este tipo de relaciones, con esos ingredientes tan básicos, hay muchas en el medio del espectáculo (tristemente no tantas en el mundo real), que podemos mencionar y en las que podríamos encontrar una gran cantidad de ventajas para los involucrados. Por mencionar solo algunos, tenemos a Lucero y Manuel Mijares quienes, con esa actitud tan adulta, madura e inteligente, han logrado no solo seguir trabajando juntos después de separarse sino también consiguieron que su familia quedara unida, funcionando magníficamente. Jennifer Aniston y Brad Pitt encontraron a gran amigo en el otro, algo muy difícil de encontrar no solo en ese medio. Gwyneth Paltrow y Chris Martin, Jennifer López y Marc Anthony, Ben Affleck y Jennifer Gardner, Lenny Kravitz y Lisa Bonet. Todos ellos con hijos que no tuvieron que sufrir la terrible pena de ver a sus padres odiándose y estar en medio de ese traumatizante caos. Luego tenemos el caso del ex Beatle, George Harrison; el inigualable Eric Clapton y Patti Boyd. Pero este es un caso tan pero tan excepcional, en un nivel tan elevado y fuera de cualquier comprensión, que necesitará un espacio aparte.