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sábado, mayo 18, 2024

Herencia maldita

No recuerdo el día, sí el año y el lugar. Fue en la mansión de Darío Gámez, en San Pedro Sula, muchos meses antes de las elecciones del 2009 que lo llevaron a la Presidencia.

Con su sonrisa de lobo en una aparente oveja sumisa, me preguntó: ¿de quién es ese canal? Era el 30, o Teleunsa, era nuevo, y yo también, como jefe; solo éramos tres para cubrir el norte y excepcionalmente el occidente del país.

¡Es del doctor Elías Asfura!, le respondí, y él ripostó: “ah, de Elías, gran persona y un gran amigo”; sí, me sugirió, agregué -el “querido doctorísimo”, como le llamo, nunca ordena, él pide siempre “por favor”- que lo apoyara a usted, su amigo, en sus giras por el norte. “Me lo saludás”, concluyó, y se fue el candidato, más de un año después lo vi hecho presidente.

Luego, la madrugada del 2 de septiembre de 2010, Porfirio Lobo Sosa, coludido con su siamés (mellizo) y a la vez hijo putativo en política, Juan Orlando Hernández Alvarado, a través de un Decreto Legislativo, rechazado por 32 diputados y 13 que se abstuvieron, le expropiaron a “su gran amigo” el Canal 8, cuya frecuencia a través de “Televisión Universal S.A.”, pidió primero mi amigo y exjefe, en enero de 2005.

Tras el atropello del cual fue víctima, el ciudadano agraviado recurrió a las instancias judiciales que hicieron valer sus derechos y ganó la demanda. Cuando eso pasó, el doctor Elías Asfura no estaba feliz, pensé: qué raro, quizás está triste.

Hace unos ocho años, me contó que si lo ganado en su demanda hubiera salido del bolsillo de la mancuerna correligionaria suya, probablemente se hubiera alegrado y se lo quedaría por los daños y perjuicios causados, pero como ocurre siempre que los desmanes de los gobernantes y funcionarios los paga el pueblo, prefirió donar anónimamente a un hospital en calamidad y a fundaciones de ayuda a los más pobres. Me consta.

Ese hecho, entre tantos, era el anuncio del infortunio y las desgracias que ese dúo maldito en sus 12 años de gobierno, y acaso mucho antes, planeaba y heredaría a un país rejodido hasta el tuétano por ellos y quienes les antecedieron en el expolio de los recursos públicos y en el estrujamiento de la ubre estatal con sus tropelías y resabios que tanto le han costado a la gente.

Consecuencia de uno de esos desvaríos es la reciente condena y la millonaria indemnización que el Estado deberá pagar a cuatro exmagistrados de la Corte Suprema de Justicia, castigados, también a través del Congreso Nacional, por no alcahuetear las ínfulas mesiánicas del narco presidente.

Solo en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, (CIDH), que falló a favor de los cuatro exmagistrados de la Sala Constitucional sacados de sus funciones por designios del reo presidencial, Honduras ha perdido 19 demandas.

Además, localmente, del dinero suyo y mío se han pagado miles de millones de lempiras de los contribuyentes por demandas de todo tipo, entre ellas laborales por despidos injustificados e internacionalmente persiste la amenaza de una demanda por 10 mil 775 millones de dólares en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), en donde Próspera Inc., una de los partos de Joh o “Zede”, demandó o pretende demandar al Estado.

El fallo reciente de la CIDH contra el Estado de Honduras, es apenas un ápice de la enorme herencia maligna que el dúo perverso (Pepe-Joh) dejó en la economía, la política, la seguridad, salud, educación y sus secuelas de corrupción, represión e infracción de toda ley vigente, y la que no había la inventaron, no para servir, al contrario, para servirse.

Aullador como es Lobo, y conocedor de cómo se manejan las cosas de Estado, siendo mandatario manifestó que ganarle una demanda al Gobierno “es como pegarle una patada a un bolo” y lo dicho y hecho le dan la razón, especialmente cuando no son ellos los que pagan los costos de sus defecadas, como el saqueo de miles de lempiras en el Seguro Social durante el mandato de “Pepe”.

Parte de esa heredad execrable de los mellizos exgobernantes, es también el rediseño largamente planeado y ejecutado del rompimiento institucional para corromper y corromperse hasta para robarse el dinero de los zapatos para los niños pobres, e instalarse ilegalmente en el poder haciendo migas con narcotraficantes y élites corruptas para su enriquecimiento y el de sus familias o grupos fácticos, como les gusta decir a los izquierdistas.

A ese legado tóxico hay que añadir no sólo la corrupción, también la impunidad, y el secuestro del Estado para el mercadeo de los bienes públicos y del territorio a través de concesiones y cesiones con alianzas públicas-privadas con las que tranzaron puertos, aeropuertos y carreteras, y además el autoritarismo que posibilitó la concentración de poder e intervención en los otros poderes. Sólo les faltó vender el aire.

Nada bueno pudo resultar después de 12 años de fechorías, delirios y despropósitos planificados por dos diablos unidos en el delito y el pecado y que, en sus andanzas constituyeron un narco Estado, una institucionalidad seriamente deteriorada y por consiguiente un Estado de Derecho quebrado.

Su resultado ha sido una sociedad más pobre y desigual y la institucionalidad dañada como consecuencia de la complicidad o colusión de ambos engendros de la maldad convertidos en políticos, como atestiguaron sus socios o secuaces del crimen organizado y un hijo suyo en el juicio de New York.

Ambos adefesios aseguraban que luchaban contra bestias como la corrupción y la delincuencia, no obstante, sus actuaciones le dieron la razón también a Nietzsche, quien expresó: “Aquel que lucha contra monstruos debe cuidarse de no convertirse en uno, porque si mira al abismo, él devolverá la mirada”.

Para los que les siguieron, es decir, los que están, ese reciente pasado nefasto debe ser un espejo para que la tragedia heredada no se repita jamás. Lo ocurrido hace 12 años nunca más.

Así las cosas, los documentos de identidad de esa dupla malévola señala que el lobo mayor nació en Trujillo, Colón, y su cachorro secuaz en Gracias, Lempira, pero por esa maldita herencia consecuencia de sus actos y decisiones en el gobierno cualquiera deducirá o pensará que esas dos crías salieron del infierno.

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