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sábado, abril 27, 2024

Comprendiendo a Bad Bunny

Sí, señoras y señores, he dedicado un poco de mi tiempo a escuchar al declamador, cantante o lo que sea, llamado Bad Bunny.

No puedo decir que me disgusta su música, para eso el hombre tendría que emitir al menos una nota musical, lo cual no puede encontrar en ninguna de sus “canciones”.

Contra lo que dice el título, es imposible, no hay manera que alguien pueda comprender cómo se atrevió a presentarse públicamente y cómo hubo un promotor de música que lo aceptara.

Sí se puede comprender, con un poco de tolerancia, el origen de ese fenómeno.

Porque la realidad es que Bad Bunny es un fenómeno importante de conocer y analizar; es un reflejo de lo que tiene en la mente esa enorme cantidad de gente que compra su “música” y se pelea y hasta queda endeudada por asistir a sus presentaciones.

No por él, que pasará de moda dentro de algún tiempo y que casi inmediatamente nadie recordará, excepto y precisamente, los historiadores, sociólogos y comentaristas, como el fenómeno social que es.

Antes de llegar al fondo del tema, debo admitir que tanto Bad Bunny como sus publicistas son verdaderos genios de la comercialización.

En el tiempo del Bitcóin, cuando la gente compra nada con dinero de verdad, era casi lógico que alguien detectara que podía vender nada de valor artístico a un buen precio.

Hace algún tiempo, también, a alguien se le ocurrió vender una “Roca Mascota”, que no era otra cosa que una piedra, la cual algunas personas (creo que muchas) compraron para tenerla en su casa.

De igual manera quizá usted ha visto el “Perro Invisible”, una correa afirmada con un alambre interior y que simula llevar en su extremo un perro; gran idea para los conocedores de la estupidez de la gente. ¿Ha visto cómo pagan carísimo por pantalones que vienen “pre-rotos”?

La verdad es que los promotores de Bad Bunny han encontrado un amplio mercado (millones de simpatizantes) para un producto que no es nada.

Pero este análisis no está orientado a la calidad de lo que hace, ni siquiera a su espectáculo o los vídeos que son reproducidos en las redes por millones de personas.

Es, a esos seguidores, a quienes quisiera conocer y entender.

Creo que todo tiene un origen con algo que ha sucedido en el mundo de la música popular; han desaparecido los compositores, no hay ninguno que valga la pena.

No existen ahora los herederos de creadores como Paul Anka, Los Beatles, Neil Diamond, Neil Sedaka, Barry Manilov y tantos otros que durante algunas décadas doradas marcaron el camino de lo que fue, realmente, una época maravillosa para la música juvenil y popular.

¿Dónde está el nuevo Bob Marley? ¿Dónde está el Guns and Roses actual?

No digamos Los Beatles o, el rey de todos, Queen.

Lamentablemente ninguno de los mencionados y de todos los que se me pueden escapar, logró crear una escuela que le siguiera.

La tecnología, entre otras cosas, produjo sonidos rítmicos que, poco a poco, fueron cambiando el supuesto instinto natural por la buena música.

Fíjese que no estoy hablando de música clásica ni nada parecido, me refiero a melodías que fueron muy populares entre la juventud de hace un par de generaciones.

Poco a poco, como dije, los jóvenes fueron aceptando melodías de menor valor artístico y conformándose con ruidos estridentes que, acompañados con luces cegadoras en ambientes llenos de gente, que coparon el supuesto espacio que todos tenemos en el cerebro para almacenar -y apreciar- la música, así como otras manifestaciones artísticas.

Debo reconocer que hace algún tiempo, cuando el rock explotó en el mundo, posiblemente otros escritores dijeron algo parecido, echando de menos a los compositores anteriores como Cole Porter y otros que marcaron época para los jóvenes de la generación anterior.

Quizá, en el futuro, también alguien escriba con nostalgia sobre Bad Bunny y otros como él, nadie puede saberlo.

De lo que sí estoy casi completamente seguro es de que ninguna de sus “melodías” será recordada jamás como “aquella canción nuestra” -música romántica del pasado- lo es para muchas parejas.

No quiero repetir la trillada frase de “todo tiempo pasado fue mejor”, pero en la música popular, aún los gritos del grupo Kiss o las barbaridades de Sex Pistols, definitivamente lo fueron.

¿Vendrá una nueva ola de compositores y cantantes juveniles que, como si fuera siguiendo un ciclo, rescatarán nuestros oídos? ¡Ojalá!

Mientras tanto, me alegra que Bad Bunny y sus cómplices ganen mucho. La circulación del dinero es buena para la economía en general, aunque algunos lo hagan comprando cosas que no existen (Bitcóin y asociados) y muchas otras que no tienen ningún valor.

Otto Martín Wolf
[email protected]

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