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domingo, julio 13, 2025

¿Biblioteca?

ESPACIO interactivo: “Hoy me he visto gratamente sorprendido –mensaje del amigo profesor de derecho constitucional– con el editorial, en relación al tema de la reconsideración”. “Me he sentido transportado a una de mis clases magistrales de derecho constitucional, donde profesores españoles y sudamericanos, nos explicaban todo el intríngulis de los procesos constitucionales; realmente es una verdadera cátedra y la cita de esos grandes tratadistas del derecho principalmente el francés Duverger, (yo creo que secretamente usted sacó alguna maestría en derecho constitucional, y lo quiere mantener oculto)”.

“De nuevo –comentario al último editorial– encantado con los editoriales, y esas clases magistrales de derecho constitucional, citando a esos grandes autores mexicanos y argentinos como Germán Bidart Campos o Héctor Fix-Zamudio”. “Realmente que su biblioteca es excelente, me imagino que herencia de su señor padre don Oscar A. Flores, y verdaderamente nutre el conocimiento”.

“Ojalá que los diputados pudieran leer estos editoriales para que se vayan formando un concepto de lo que es el derecho constitucional y el arte de legislar; desgraciadamente, en nuestro país, cualquiera llega a diputado y, en vez de legislar, a lo que van es a manosear los conceptos jurídicos que constituyen principios fundamentales doctrinarios, como el de la armonía de la norma jurídica constitucional”.

“Leyendo todos estos editoriales –la doctora compañera– donde disciernes con tanta propiedad procedimientos legislativos y cuestiones de derecho, me doy cuenta que sabes mucho más que el 100% de los diputados, que solo a calentar banca van. Es verdaderamente lamentable que alcanzar altas posiciones no requiera el mínimo mérito, más que el ser hondureño”.

“Le piden más requisitos a la aseadora, al guardia, etc., para optar a un puesto”. El amigo exmagistrado: “¡Híjole! Qué cátedra; hablamos de la esencia de las cosas para explicar la reconsideración de los actos legislativos en la formulación y promulgación de la ley, y, también de la inveterada práctica consuetudinaria; pero con estos es como arar en el mar”.

La respetada abogada lectora: “Estos días hemos recibido cátedra de derecho con dominio y propiedad”. “El título no hace al abogado, es el pensamiento y el razonamiento; la lógica jurídica es fundamental para interpretar y comprender las normas”. “Cuánta falta nos hace aplicar la lógica como herramienta”.

El amigo fundador del colectivo: “Ajá, ¿y qué opinan los “legisladores” sobre esa magistral cátedra expuesta en sus editoriales?: “La Constitución, el procedimiento parlamentario y el espíritu del legislador. PD: estás clases (de choto) cada día se ponen mejores. Al menos yo las aprovecho y las tengo guardaditas para mis hijos y nietos”.

Del abogado amigo: “El principio se llama la “Plenitud Hermética del Derecho”… presidente, buenos editoriales, siga en la inmersión del mundo jurídico; he andado en esas profundidades, pero no es fácil encontrar con quien hablar de la cima del océano”. (Ya no hay espacio para exponer sobre la noción “de la Plenitud Hermética del Derecho”, ni cómo ha sido matizada y contrapuesta por doctrinas contemporáneas; ni dar ejemplos en la práctica judicial que ponen en duda su validez absoluta. En otra ocasión quizás abordemos el tema).

Un amigo abogado compañero constituyente: “Sus argumentos jurídicos desnudan la mala fe o ignorancia de los que encontraron sus títulos de abogado, con ínfulas de docentes, en una caja de “Corn Flakes”. Qué pena destruir las instituciones jurídicas construidas en el tiempo con ciencia y estudio”.

El otro compañero constituyente: “Si la verdadera intención del constituyente es como lo explicas tan brillantemente cambiar el procedimiento, al antojo, ¿cómo queda lo actuado por el Congreso Nacional, contraviniendo la Constitución? Te felicito por tus brillantes exposiciones sobre derecho constitucional”.

Repitamos algunas de las reflexiones de cierre de conversación: (Bien dice la sabiduría popular –repite el Sisimite– “Errar es de humanos…” -¿Y quién te ha dicho –lo interrumpe Winston– que haya voluntad de reconsiderar? ¿Cuál perdonar es divino y rectificar es de sabios? ¿No ves –ironiza Winston– que ellos nunca se equivocan? -Si la reconsideración –insiste el Sisimite– es ley y práctica legislativa en casi todos lados ¿qué justifica que acá se hayan volado la norma? -Ni idea – ironiza Winston citando a Oscar Wilde– “Todos cometemos errores, pero solo los sabios reconocen haberlos cometido. Los demás… siguen siendo diputados”).

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