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Honduras
viernes, mayo 17, 2024

Aprender de la Historia

Está bien declamar una poesía en acto cívico, o los desfiles del 15 de septiembre y otras actividades para demostrar amor a Honduras. Eso se deberá fomentar en su momento. Sin embargo, ese amor por la patria encierra muchas otras cosas. Una de ellas es dejar de verla como si fuese una andrajosa entidad o como un pozo sin fondo de donde se le puede sacar riqueza material de la manera más abyecta, desleal e incluso delictiva. Desde que asimismo esta etapa de democracia con el doctor Suazo Córdoba (QDDG), siempre se ha tenido rondando en los centros de poder gubernamental el fantasma del continuismo.

Ha de ser muy difícil sentarse apenas cuatro años en la silla de cualquier poder del Estado y tener que dejarla para entregarla –incluso- a un adversario o enemigo. No es sencillo, pero de eso se trata la democracia. Que todas las fuerzas que están en el corazón de un pueblo tengan la oportunidad de gobernar con transparencia por el bien común. Si recogemos las lecciones de la Historia, vemos casos, como el Imperio romano, con todo y su poderío y cayó de la manera más estrepitosa y esas cosas suceden por las mismas presiones que son sembradas y cultivadas desde el abuso y la injusticia.

El poder es la posibilidad de imponer la propia voluntad sobre la conducta ajena. Partiendo de esta noción general, puede decirse que existen distintas modalidades de ejercicio del poder, tales como la fe, la religión, la fuerza física, el poder psicológico o mental, el poder del dinero o cualquier otro mecanismo que pudiera llegar a tener influencia en la conducta humana.

Más cerca, por la misma ambición de sostenerse arriba, dando ordenes, aludiendo dictaduras en nuestros países vecinos, ¿dónde están esas personas?, ¿cuál es el legado que dejaron?, si respondemos a lo anterior también podemos recordar la forma en que terminó uno de ellos cuando fue blanco de un arma de alto poder mientras iba en su vehículo, supuestamente blindado, en Paraguay. La Historia nos da tremendas lecciones y sobre todo a quienes pretenden perpetuarse en el poder.

El poder, sin duda alguna, es indispensable si se le considera como fuerza necesaria para ejecutar las decisiones tomadas con autoridad por los detentadores del mismo. Pero, si bien la autoridad es un concepto estrechamente relacionado al de poder, no son una y la misma cosa. Considerando que el poder es la posibilidad de imponer la voluntad de uno sobre otros, y que actualmente este se encuentra depositado en el sistema jurídico, la autoridad es la legitimación en la materialización de este, es decir, independientemente de su fuente, es legítimo su ejercicio. Y allí es donde las cosas quieren confundirlas. Esa misma legitimidad que se pretende aparentar no les da autoridad para estar con changonetas, cucando al macho con vara corta. Esa tónica causa cansancio mental en los hondureños que deben estar expectantes a cada tontería y abuso de esas autoridades que, incluso, hoy se duda de la legitimidad en el Congreso Nacional, esa incógnita sigue en el aire y nadie la despeja más que con un sombrerazo. Pero como que tampoco estos han aprendido y creen que ese poder les amparará para seguir espoliando y destripando los sueños de un pueblo que merece mejor suerte.

 

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