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sábado, mayo 4, 2024

¡Viva la revolución!

¡La juventud revolucionaria, cargada de ideales y patriotismo lanzó ese grito hace ya más de un siglo!

En algunos lugares triunfaron, llegaron al poder y puede ser acertado reconocer que, en un principio, trataron de mejorar sus países.

El paraíso del proletariado -la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas- marcó el camino que fue seguido por muchos otros, por las buenas y por las malas.

No puedo negar que -hasta cierto punto- el mundo tenía la necesidad y hasta la obligación de probar las ideas marxistas, eran algo nuevo que no se podía descartar por anticipado.

Probaron, creo que hicieron lo posible por que funcionara, algunos, de buena fe y otros con pensamientos secretos y ambiciones que sólo fueron conocidas después, como sucede muchas veces cuando la oposición llega al poder, ofrecen todo y terminan por convertirse en copias exactas de lo que trataban de cambiar.

Dictadores, explotadores, opresores igual que los antiguos tiranos.

Setenta años después, con millones de muertos por la opresión política o de hambre en un sistema que no funcionaba, la Unión Soviética se “desunió”, lo que trajo un respiro de libertad a los países que habían sido parte (muchas veces a la fuerza) y que demostraron, poco tiempo después, del derrumbe de sistema, una mejor manera de mejorar a su gente y a sus países.

Libertad de expresión, libertad política y libertad económica.

China, que también tuvo su revolución comunista, al contemplar y analizar el fracaso del sistema soviético, cambió sus estructuras económicas, permitió la propiedad privada, la inversión nacional e internacional y se convirtió en un país capitalista.

En la parte política siguió siendo dirigido férreamente por el Partido Comunista, que jamás se disolvió (como en la URSS).

¿Resultado en China?

Gran avance económico en un sistema capitalista, cero avance en libertades individuales.

Viet Nam es un ejemplo similar, el Partido Comunista es dueño del poder, el pueblo vive en un régimen de libre empresa muy exitoso, por cierto.

Otras naciones de menor importancia -como Cuba y Corea del Norte- conservan el comunismo como sistema político y económico y a su población sufriendo opresión terrible y en permanente crisis económica. En esas dos naciones es donde más se comprueba el fracaso del comunismo y su instrumentalización como un medio de conservar el poder.

En resumen, ese fue el resultado del grito ¡Viva la Revolución!

También la comprobación que el mejor sistema económico es el de la libre empresa y que -si es acompañado con libertad política- las cosas son mucho mejores.

Todo eso me lleva a preguntar: ¿Los nuevos revolucionarios de verdad esperan que alguien les crea? ¿Qué van a lograr que no se haya probado (con rotundo fracaso) en la URSS?

¿Dónde, en qué país de ver piensan volver a probar a don Karl Marx?

Y al no encontrar un gigante que porte la bandera, pensarán convertir a sus países en otra Cuba, como está sucediendo en Venezuela o, al estilo China, como está haciendo Nicaragua; libre empresa mientras no se metan en política.

Deberían saber que no pueden contra el capitalismo, no entienden que lo que tienen en la cabeza no funciona.

Algunos siguen creyendo que el enemigo es el capitalismo norteamericano, olvidando que la mayor parte de las naciones del mundo son capitalistas, con un sistema exitoso tanto en lo económico como en lo más importante que es la libertad.

Francia, Italia, Alemania, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda, inclusive México, Chile y otras naciones sudamericanas, todos viven bajo un régimen capitalista, algunas hasta con libertad política.

Apuntan sus ataques hacia los Estados Unidos y olvidan el resto de naciones democráticas y de libre mercado.

Jóvenes revolucionarios, el enemigo del comunismo no es el capitalismo, la verdadera némesis de ese sistema es el ser humano, el individualismo, el deseo personal de libertad y superación económica y ese es invencible.

Sé que es casi imposible quitarse de mente lo que fue sembrado en la infancia y la juventud, así sucede con las religiones, equipos deportivos y, desde luego, con las ideas políticas.

La mayoría de las personas a las que les fue implantada una idea desde muy temprano permanecen así hasta el final, sin importar que haya evidencia suficiente, comprobación absoluta de que está equivocada, que no funciona.

Todavía en Moscú existen grupos de antiguos comunistas que desfilan cada Primero de Mayo por tanto banderas con la hoz y el martillo y recordando con nostalgia “aquellos buenos tiempos”.

Jamás entenderán que la frase “proletariado del mundo, uníos”, originalmente de la socialista Flora Tristán y popularizada por Marx y Engels en su manifiesto comunista, fue sustituida por “trabajadores del mundo… perdonadme”.

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