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sábado, mayo 4, 2024

Vida e inteligencia extraterrestre, una nueva visión

Todos los cálculos de probabilidades realizados por astrónomos -y científicos de otras disciplinas- apuntan a que, en lo extenso del Cosmos, tiene que haber vida. También lo dice la lógica.

¿Qué clase de vida?

Tenemos la tendencia (entendible) de buscarla de maneras parecidas a la nuestra; basada en carbono ya que es el único elemento capaz de dotar a los seres de los compuestos orgánicos necesarios para vivir; todas las plantas y animales están formados por compuestos del carbono.

Pero hay que ser amplios de pensamiento. ¿Qué leyes físicas y naturales regirán en otras galaxias, en otros mundos? No podemos estar seguros de nada y creo que nunca lo estaremos, precisamente por la mencionada vastedad del cosmos.

Concentremos entonces nuestra búsqueda en sistemas donde forzosamente la vida dependería del carbono, ¿correcto?

En la Tierra existen unos 2 millones de especies (se supone que hay muchas más) de las cuales el ser humano es sólo una. Eso quiere decir que en un sistema como el nuestro las especies animales y vegetales son -por una abrumadora mayoría- no humanas.

Para sumar con justicia toda la información disponible, los cálculos sobre todas las especies que han existido a lo largo de la vida del planeta, arrojan al menos 10 millones, cosa que difícilmente sabremos algún día con exactitud ya que muchas han desaparecido y no todas han dejado trazas de su existencia, como los dinosaurios.

De todas ellas sólo se tiene certeza de una con inteligencia como la nuestra, nosotros.

Aunque tenemos primos y parientes entre otras especies animales y vegetales, la inteligencia del humano es la excepción, no la regla.

¿Qué sucedió?

¿Cómo fue que surgimos nosotros?

Ahí es donde quiero llegar.

Digamos que la regla de la madre naturaleza es la vida (basada en el carbono, dije), y que de todas las especies que han existido sólo una es capaz de afectar y hasta destruir a su propia madre, tengo que llegar a la conclusión que somos la anormalidad, nada menos que un error de la naturaleza.

¿Qué sucedió que en apenas seis mil años de civilización rápidamente aprendimos a modificar el clima, envenenar los océanos y fabricar armas de destrucción masiva (bombas nucleares y virus terribles) capaces de terminar con toda la vida?

La naturaleza, sabia como es, no puede haber creado una criatura como nosotros, un virus mortal que destruye todo a su paso.

Terrible, ¿verdad?

Pero sumamente lógico.

La pregunta permanece: ¿cómo fue que surgimos nosotros?

Tiene que haber sido un error, algo que se salió de la normalidad natural, la pistola asesina con la que la naturaleza puede cometer suicidio.

¡Eso es lo que somos!

Bien, vamos al Cosmos. Si en cualquier otro planeta, con condiciones similares al nuestro, de alguna manera inexplicable surgiera la vida, sin duda nos seguiría los pasos, miles de millones de especies y solo una con inteligencia capaz de destruir todo.

¿Habrán existido seres inteligentes que se autodestruyeron?

Es posible, no se puede descartar. Encontrar sus restos, las evidencias de que alguna vez existieron, eso es otra cosa.

¿Qué quedaría como testimonio de nuestro paso por el planeta veinte millones de años después de habernos extinguido?

Todo edificio, toda cicatriz infringida al planeta habría desaparecido, al igual que hasta el último de nuestros pequeños huesos.

Nadie sabría nunca que existimos.

Eso mismo puede haber sucedido con otras inteligencias.

Pero, para ser más duro, dramático y realista, qué tal si la vida es extensa en el Cosmos, pero, en ninguna otra parte la naturaleza cometió el error de crear algo parecido a los humanos.

Allá en la lejanía, puede haber planetas cargados de vida, abundantes animales y plantas, tal y como sería la Tierra si nosotros jamás hubiéramos existido.

Selvas gigantescas con árboles sanos y bellísimos, océanos pletóricos de vida, sin químicos contaminantes ni basura no reciclable de forma natural.

Sí, definitivamente creo que debe haber mucha vida en el Universo. Vida parecida a la de nuestro planeta, quizá con animales y plantas distintas, frutas desconocidas de exóticos sabores, flores de otros colores tamaños y formas, todos disfrutando del ambiente natural, sólo comiendo lo que tienen que comer, sin convertirse en ‘desaparecedores’ de especies como nosotros.

Somos una amenaza para nosotros mismos y el resto de las especies, podemos terminar con todos, pero la vida con seguridad encontrará la forma de retornar, quizá a partir de una simple molécula o, como ha sucedido en las cinco extinciones masivas de las que se ha encontrado evidencia, con la supervivencia del más apto.

Y nosotros quedaremos merecidamente borrados de la historia.

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