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domingo, abril 28, 2024

SIN VENDAS ¿Va a querer, amor?

Desde chigüín, en las aceras de mi barrio materno, ese donde se jugaron tantas potras, donde el chiminicuarta reinaba por las tardes, tan vivo como el grito de niños al descubrir a más de alguno mal escondido o incluso las tertulias acompañadas de semitas y gaseosas o de leche con chocolate y churritos, pues allí merito es de donde viene el recuerdo que siempre me hace sonreír al ir al mercado, que allí es el único lugar en donde lo piropean a uno, ¡aunque sea para ver la mercadería!

Quién no recuerda un “¿va a querer, amor?, pase a ver sin compromiso” o, mejor aún, “¡pase lindo!” No crean, es bonito para el alma, jajaja.

Hoy me tocó ir a comprarle la mudada de estreno al güirro, para su cumpleaños, como sabrán que vivimos tiempos difíciles, en donde casi no hay y lo poquito que hay no ajusta, pues, como muchos, fuimos bien bañados al mercado, ese lugar tan propio de nosotros, a ver si con alguna ‘varita’ en algún puesto, se encuentra la próxima mudada de mi hijo y que aún ajuste para comprar mangos de temporada.

Caminaba por los pasajes, llenos de mercaderías, desde pantalones rotos, que no sé cómo es moda, hasta faldas que, según yo, mejor no ponerse porque no tapan nada. Obvio, en cada puesto una señorita que, piropo tras piropo, me invitaban a entrar a sus lugares, como arañas pensé riendo, una vez que uno cae, no se va sin nada, aunque sea unos calcetines se lleva.

Pues, a la vuelta de uno de estos pasajes casi sin querer me encontré a Napo, excompañero mío, que lo cesantearon cuando se aumentó el salario mínimo la última vez, todo efecto dijo el patrón que ya no podía tener más gente. Ajá Napo, le dije yo mientras miraba una camisa que me llamo la atención, ajá, me dijo con su sonrisa de siempre, pero esa camisa no le queda compa, me dijo, nambe, le contesté yo, es para el retoño, ¿como le va aquí?, le pregunté. Uno de pobre necesita el pisto, es una realidad, pero emprender en esta tierra a veces es como construir en un pantano, arriesgado, suponiendo que alguien le preste, porque los bancos solo prestan a los de plata y se acabó pues, dijo Napo, empezamos con miedo, qué miedo, con terror, pero un cuñado nos dio aquí y la doña lo maneja, yo ya me lo hubiera bebido, dijo sonriendo, es difícil pero con fe y disciplina se puede, poco a poco vamos, aunque ahora con el nuevo gobierno del pueblo, como se los llevaron a todos a saber dónde porque nadie pasa y los que pasan es que van de pasada nada más.

Todo sube, cada vez que compramos al proveedor, lo trae más caro y ahora le cobran impuestos por todo, sea el gobierno o ya sabe usted quién y ahora los dos ofrecen que si no cumple uno, pues aquellos le mandan la moto y los otros algún colectivo para que lo cachimbeen a uno, la doña está asustada, porque de fiado ya casi nadie quiere dar porque pisto no se halla. Se supone que fuimos en tumulto a buscar mejor vida en esas elecciones compa, pero creo que nos salió guaya y ¿sabe lo que más me asusta?, me dijo serio, que, aunque en las próximas queden otros, éstos no se van a ir, ya me imagino que le van a prender fuego al país, porque solo así he visto que trabajan, todo lo quieren a la fuerza, a la brava y eso es lo que me asusta porque nosotros ¿para dónde corremos? Nos toca quedarnos aquí, socar la tripa y poner el lomo como siempre, eso nos va a tocar.

Bueno, le dije despidiéndome, cuando lleguemos a ese puente, vemos si lo cruzamos -como decía mi finado abuelo-, me despedí algo a la carrera, ya miraba yo que me endosaba un par de calcetines y desajustaba la mudada del güirro, pero sí es cierto, mientras navegaba entre “pase lindo” y “¿qué va a querer amor?”, es cierto lo que dice el Napo, me dije yo, más interesado en lo que daba vuelta en mi mollera que buscar la bendita mudada, todo está más caro, todo sube cada semana y también esta es la sensación de que no todo está bien,  como que el desorden es más y la seguridad es menos, como que no hay orden, si hasta hay tirazones en los presidios cada semana, a cada rato se ven reos baleados en los hospitales y que decir que ahora macanean enfermeras y doctores en los hospitales también cada semana por no aceptar lo que opinan ellos, pues como que así no es la cosa, como que estamos patas arribas y nadie puede o quiere enderezar la cosa, tal vez sea solo una idea mía que no sé nada de política, pero hace poco me di cuenta que pusieron a una doctora a mandar en los penales y hasta yo, que no sé nada de nada, levanté la ceja.

Jesús Pavón

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