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viernes, mayo 17, 2024

SIN VENDAS: El jardín roto

Jesús Pavón

Sí, dijo ella con su mirada fría, viendo su tragedia volver a pasar, como si la mente le jugara una mala pasada cada vez que se atreve a recordar. Ya hace años que se fue, me dijo con voz de luto, pero aún siento el dolor en la cara y las costillas al respirar, aún recuerdo el clima de esa tarde, el color del sol en el ocaso, completamente indiferente a mi tragedia, aún recuerdo las nubes que vi, tirada en la tierra mientras él se subía en mí. Aún recuerdo el olor a agrio de su cuerpo, su aliento pestilente a demonio y, sobre todo, recuerdo esa mirada animal, esos ojos profundos, como boca de lobo. Sí, dijo ella, ya son más de 20 años, pero aún recuerdo, esa es la maldición que le queda a uno, vivir eso una y otra vez, de día o en sueños, como un demonio que habita en mi mente, agazapado en cualquier espina esperando saltar y morder mi cordura. Fui una de tantas que sufrió, que fue agredida, me salvó esa parvada de jóvenes que salieron en mi defensa justo cuando ese demonio ya saciado levantaba una turunca para destripar mi seso, como para sellar su maldad, me salvaron, dijo el periódico, les agradezco la verdad, pero sigo reviviendo eso y no sé si estoy mejor viva. ¿Sabe lo peor?, me dijo indignada, lo mío fue hace años, lo mío ya días fue noticia, pero a diario se sabe de tragedias iguales o incluso peores, mujeres que son encontradas mancilladas, muertas o incluso las dos, ya días las damas de mi tierra, son ultrajadas y casi siempre sin culpar a nadie, por allí rondan como en mi caso, demonios y depredadores, en busca de llenar sus instintos con gemidos y dolor, con ansias de hacer sufrir, con deseos de matar y andan sueltos viendo a quién friegan. Ellos saben que nosotras somos frágiles, somos inocentes aunque no lo seamos, somos femeninas y bellas y ellos solo quieren desahogarse, aunque nos rompan en su intento, saben que son más fuertes, son animales, no hombres, parecen humanos pero son bestias libidinosas, esperando atacar. Aquí no estamos seguras, una mujer nos guía, se supone, pero seguimos viendo lo mismo, el abandono y la impunidad. Somos flores en el jardín, bellas y olorosas, pero rotas, el miedo nos acecha, la muerte nos sonríe, cualquier calle o cualquier lote solo, puede ser nuestra tragedia, ¡la bestia nos puede saltar en cualquier lado!

Eso es ser mujer aquí, mi amigo, no solo vivimos más difícil, no solo nos toca más complicado, sino que tampoco tenemos seguridad.

Sí, me dije pensando, las mujeres de mi tierra son bellas y hacendosas, son exquisitas y hermosas, femeninas y voluptuosas, inteligentes y hábiles y eso muchas veces es la tragedia, es la miel que llama los demonios, son flores fragantes en el jardín que, de repente, son rotas y nadie hace nada, es el jardín perfecto, pero roto.

 

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