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jueves, mayo 16, 2024

SIN VENDAS: Alegrón de…

Jesús Pavón

Pase mijo, me dijo Pin el pulpero, conocido politólogo, entre papel de estraza y envases de litro. Dígame, ¿qué le vendo?, me dijo con su mirada de gato cazador, véndame una libra de arroz y una lata de sardinas, le contesté, mientras miraba un póster del Mundial de una reconocida gaseosa; ya empezó, me dijo él, con su sonrisa entre pícara e inocente, tan característica de los que llevan la política en su sangre, no se sabe si lo van a piquear a uno o morder, decía mi mamá; ahorita, por lo menos, los que mandan, dijo, van a descansar, ahorita pueden hacer lo que quieran, desde madrugones, hasta constituyentes y ni cuenta nos daremos, ahorita solo pelotas y goles vemos, dijo con seriedad, mientras escogía mis sardinas en un estante.

¿Sabe?, me repitió, nosotros como pueblo tenemos poco para contentarnos, con casi nada nos dan atol y se nos olvida la vida, supongo que de tanto sufrir que nos hemos acostumbrado y una alegría por poquita que sea es la tabla de salvación que nos libra del sufrimiento. Mientras vemos embelesados a los ‘cracks’ jugar, entre dribles y chilenas, se nos esfuma el hambre, la delincuencia, la canasta por las nubes y no digamos si hay goles, se nos olvida hasta el precio de la luz. No importa si es con tele prestada, o si se debe, lo que importa es olvidarnos de aquí y vivir la pasión de allá, eso nos hace soñar, nos alegra el corazón, aunque aquí nademos en angustias y miserias.

Siempre el fútbol ha sido la alegría de muchos, es el deporte por elección, tuvimos esperanza de que las cinco estrellas ondearan en Oriente Medio, pero no se pudo, ahora vitoreamos extranjeros, lo importante es alegrarse, echarse un par de ‘chelas’ o ajustar un pollito chuco, lo importante es el alegrón, me confirmó.

Mañana volvemos a lo mismo, a lo mejor la gasolina más cara, a lo mejor las tortillas más caras, a lo mejor el fresco más caro, pero hoy seremos felices, hoy nos lavamos el corazón con el grito de gol, hoy somos mundialistas, dijo riendo mientras terminaba de despacharme.

Tiene razón Pin, me dije, caminando a la casa, nos alegramos con poquito y en medio de la fiesta se nos olvida lo que los que mandamases traman, ellos saben que mientras haya pan y circo, enfrían fuegos pasados o fraguan intereses y leyes. Somos inocentes, me dije, aunque no queramos, caemos fácil en engaños disfrazados de mundiales y fiestas, somos como niños enfrente de un mago, viendo lo que ellos quieren que veamos, mientras hacen lo que siempre han hecho; al terminar la fiesta, me dije, abriremos los ojos, pero ya será tarde, solo el eco de goles y jugadas gloriosas nos quedarán, mientras nos aprietan más, y de recuerdo nos quedará solo el alegrón de…

 

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