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viernes, mayo 17, 2024

Ser justos

El sentido de la justicia es sorprendentemente confundido con el de la venganza y esa fina línea es la que debemos aprender a diferenciar. ¿Qué significa tener un “sentido de la justicia”? ¿Por qué la claridad sobre el sentido de la justicia es un tema crítico en especial en estos momentos tan difíciles que estamos atravesando? Y, ¿qué aporte puede hacer una teoría naturalista informada por la investigación en las ciencias de la vida?

Si bien es cierto que esto lo deben estudiar los pasantes de leyes, pero un pueblo bien formado debe también debe tener un sentido mínimo de tal con fundamentos sociales y conductuales del “sentido de la justicia”, una forma de equilibrio o equilibrio que, tanto los individuos como los sistemas legales, buscan lograr y mantener en un entorno cambiante y complejo. mundo.

Con antecedentes disciplinarios diversos, cada quien podría aportar en sus comunidades sus puntos de vista para influir en la perspectiva de una teoría más coherente de la justicia humana. El sentido de la justicia se basa en nuevos descubrimientos y conocimientos de las ciencias del comportamiento basadas en la biología que son fundamentales para una comprensión más informada de los fenómenos legales, especialmente aquellos que se ocupan de relaciones sociales y políticas complejas. Más apropiado para los profesionales de la criminología, la justicia penal, la sociología y las ciencias políticas, pero también para todo un pueblo que vive reclamándola a gritos en un sistema que se olvida en especial de los que menos posibilidades económicas poseen.

Las ideas de justicia han variado a lo largo de los siglos y difieren de una cultura a otra, pero una característica perdurable es la armonía. En la República, Platón describe al justo como aquel que armoniza los diferentes principios y elementos que lo definen a sí mismo. Esta armonía no es únicamente interna; implica también relaciones armoniosas con el mundo. El énfasis de Platón en una educación temprana y completa, reflejada en su respeto por el potencial de la música, el arte y la gimnasia, se complementa comprensiblemente con su deseo de regular los poderes apasionados y corruptores de la poesía y el teatro. Demasiada pasión amenaza la atención racional necesaria para comprender los componentes matemáticos necesarios para un sentido completo de armonía. Aristóteles argumenta que la justicia, dado que sopesa las demandas de los demás, así como las nuestras, es una especie de proporcionalidad.

Se necesita un sentido de la proporción para distinguir qué fuerzas externas son importantes o no. Independientemente de cuán cuidadosamente los maestros, padres y otros puedan sembrar las semillas de la justicia, las posibilidades de corrupción siempre pueden aparecer en los momentos más sorprendentes. Estos pueden ser desencadenados por una multitud de fuerzas potencialmente malévolas, pero demasiado humanas, como las doctrinas religiosas o políticas, las manipulaciones astutas de un demagogo, la seducción de oradores inteligentes o tentaciones eróticas. Entonces, en especial, precisamente por donde vamos caminando como sociedad, debemos ir pensando en desterrar la tentación de la venganza y sembrar el verdadero sentido de la justicia, ya basta de tanta violencia.

EditorialSer justos

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