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sábado, abril 27, 2024

Sentirse vivo

El domingo pasado había yo decidido no programar el reloj despertador, ah porque yo soy de los que todavía usan el reloj de pulso, los de pared y el de la mesita de noche para ver la hora, aún coloco un calendario nuevo cada enero, escucho música y también la radio en equipos de sonido (y grabadoras) convencionales, tengo calculadoras y otros artefactos tangibles, utilizo el correo postal, diccionarios enciclopédicos, álbumes de fotografías, etc. Agradezco mucho a la tecnología por poder contar con todo esto también en mi teléfono móvil porque me ahorra tiempo, pero procuro no depender de ello y desconectarme cada vez que puedo, para ahorrarme estrés.

Total, que lo que me despertó este domingo y bien temprano fue el sonido de una música tan pero tan bella que de ninguna manera podría nadie molestarse por ser despertado con ella, seguro que alguien había armado desde temprano una reunión de karaoke cerca de donde vivo y ahí escuchaba usted a medio mundo cantando a todo pulmón, seguro eran bastante aficionados a los Beatles porque eran sus canciones las que no paraban de sonar. Los pensamientos que me cruzaban en la mente mientras disfrutaban de aquello eran del tipo: es una cosa maravillosa saber que una canción escrita en lugar lejano de estas tierras, hace ya tantísimo tiempo, pueda seguir más viva que nunca y que seguramente así seguirá por generaciones y generaciones. A ese tipo de cosas es a lo que llamamos trascendencia y es parte de la vida buena, según el reconocido psicólogo Martin Seligman, quien nos asegura que para experimentar la tan anhelada felicidad debemos estar seguros de estar probando tres tipos de vida. Una de ellas es la vida placentera, ésta se trata de darnos los permisos para ser quienes somos, conocernos y así comenzar a experimentar aquello que realmente nos gusta. Luego tenemos la vida de compromiso y aquí se habla de sentirnos comprometidos (no forzados) de verdad con algo que creemos es muy importante para nosotros. Por último, la vida significativa que es en la que nos llegamos a sentir plenos porque sabemos que hemos pasado a formar parte de algo que nos sobrepasa, algo más grande que uno mismo, trascender. Es saber que después y tal vez mucho después de no encontrarnos físicamente por aquí, seguiremos de alguna manera vivos.

Los ejemplos que se me ocurren para el primer tipo de vida es dejar de limitarnos con las cosas que amamos hacer, ir de una vez por todas por aquello que sabemos que queremos. Para la segunda, podría ser comprometernos a terminar una carrera, entrenarnos para esa profesión o ese oficio que queremos ejercer. Y para la última uno de los mejores ejemplos que se me ocurren es precisamente la buena música y todas las otras artes, las cuales son al final del día, el alimento que nuestro espíritu necesita para estar bien. Porque si no estamos siendo parte ni deleitándonos diariamente con ellas, podríamos estar cayendo en ese triste grupito del que nos hablaba el escritor, poeta y dramaturgo irlandés Oscar Wilde cuando aseguraba que “lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo”.

Emy James
Emy James
Emy James, psicóloga y Máster en Educación, escritora a nivel profesional. Trabaja en teatro y radio y es también docente.
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