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domingo, abril 28, 2024

Mujeres, compendio sobre la vejez

Émile A. Faguet, ensayista francés, crítico e historiador literario, afirmaba que hay cinco cosas viejas que son buenas: las esposas viejas, los viejos amigos para conversar, la leña vieja para calentarse, los viejos vinos para beber y los viejos libros para leer.

Constatada tal aseveración en cada uno de los que peinamos canas, algo de cierto hay en lo citado, como en otras tantas en que personajes célebres, y otros no tanto, han establecido para honrar a la vejez.

Tras un breve repaso en memorias y en lecturas mías de escritos ajenos, en el Día de la Mujer, he querido honrar a las féminas todas, pero en especial a las mías, a la casi santa y, ciertamente, ángel que me parió, a mi abuela Chepita, a mis hijas y hermanas y por supuesto a mi compañera en este viaje de vida.

A todas las mujeres las felicito, a las niñas, jóvenes y viejas, pero sabedor de sus luchas especialmente a las mías que, en la convicción de sus responsabilidades han tenido una vida de grandes esfuerzos, enormes logros y de procuradas satisfacciones.

Hoy que las mujeres prosiguen labrando con su esfuerzo y sembrando en el humus de la esperanza para que fertilice su semilla y con la cosecha venga un mejor mañana, las celebro ante la improbabilidad de otras mil celebraciones, pero ante la posibilidad de otras cien, deseoso de que no escaseen las oportunidades para posibilitar la vida digna que nos merecemos todos.

A nivel personal, celebro por lo notable que fue mi casi centenaria abuela y, que es, mi nonagenaria madre, y por lo destacable que son las más jóvenes, como una exhortación para lo que todavía se debe construir.

En el plano general, no se puede festejar, no cuando la sangre sigue corriendo en el país como resultado de la violencia ejercida contra las mujeres que, cada vez son más asesinadas sin que se haga algo concreto por acabar con una tragedia que enluta a miles.

Es por eso, ante la incertidumbre de un casi genocidio tolerado hacia las mujeres, especialmente las jóvenes que no pudieron o no podrán llegar a viejas, es que, con este compendio de citas sobre la vejez, las honro en este país en el que llegar a viejo es casi un milagro y mantenerse joven casi un pecado. A continuación:

Genios de la literatura se dieron tiempo para opinar sobre la vejez, como Gabriel García Márquez quien decía que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad; mientras el dramaturgo inglés William Shakespeare citaba: “los viejos desconfían de la juventud porque han sido jóvenes”, y el Nobel gringo, Ernest Hemingway, advertía que se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.

Otros, como el filósofo alemán Arthur Schopenhauer decía: “los primeros cuarenta años de vida dan el texto; los treinta siguientes, el comentario”; y el pintor español Pablo Picasso añadía: “cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla rápido”; también el novelista francés, André Maurois expresó que el arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza.

El ensayista Michel Eugene de le Montaigne añadió: “las arrugas del espíritu nos hacen más viejos que las de la cara”; su par Charles Augustin Sainte-Beuve agregó: “envejecer es todavía el único medio que se ha encontrado para vivir mucho tiempo”, y Fernando de Rojas, dramaturgo español, sin seriedad, pero sabio, recalcó: “Nadie es tan viejo que no pueda vivir un año más, ni tan mozo que hoy no pudiese morir”, mientras que el también ibero, Francisco de Quevedo enfatizó: “todos deseamos llegar a viejos y todos negamos que hayamos llegado”.

En ese resumen sobre la vejez también hombres de letras, griegos y romanos, se apuntaron con sus “perlas” sobre la vejez.  Así, Cicerón subrayaba: “si quieres ser viejo mucho tiempo, hazte viejo pronto, y el viejo no puede hacer lo que hace un joven; pero lo hace mejor; mientras que Sófocles apuntaba “los que en realidad aman la vida son aquellos que están envejeciendo”.

Igualmente, desde el refranero de las diversas culturas, destacan algunas sentencias sobre la vejez, como: “los árboles más viejos dan los frutos más dulces, proverbio alemán; o “la vejez comienza cuando el recuerdo es más fuerte que la esperanza”, proverbio hindú, y “cuando seas viejo en la carne, sé joven en el alma”.

Concluyo este homenaje a las mujeres, sobre todo a las viejitas, que son madres, hijas o abuelas, con el poema “El Brindis del Bohemio”, del mexicano Guillermo Aguirre y Fierro…

“Brindo por la mujer, pero por una, por la que me brindó sus embelesos y me envolvió en sus besos; por la mujer que me arrulló en la cuna. Por la mujer que me enseñó de niño lo que vale el cariño exquisito, profundo y verdadero; por la mujer que me arrulló en sus brazos y que me dio en pedazos uno por uno, el corazón entero”.

“¡Por mi madre!, bohemios, por la anciana que piensa en el mañana como en algo muy dulce y muy deseado, porque sueña tal vez que mi destino me señala el camino por el que volveré pronto a su lado. Por la anciana adorada y bendecida, por la que con su sangre me dio vida, y ternura y cariño; por la que fue la luz del alma mía; y lloró de alegría sintiendo mi cabeza en su corpiño. Por esa brindo yo, dejad que llore, que en lágrimas desflore esta pena letal que me asesina; dejad que brinde por mi madre ausente, por la que llora y siente que mi ausencia es un fuego que calcina”.

“Por la anciana infeliz que sufre y llora y que del cielo implora que vuelva yo muy pronto a estar con ella; por mi madre bohemios, que es dulzura vertida en mi amargura y en esta noche de mi vida, estrella”…

Y para mi cómplice vital concluyo: “¿Sabes bonita, mi cielo moreno?, hice míos estos versos con el único deseo que al igual que mis besos, también los hagas tuyos”, (Mío). Feliz Día de la Mujer.

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