La educación es una de los pilares fundamentales en que descansa el desarrollo del pueblo. Los pensamientos políticos de un determinado tiempo, respiran en cualesquiera de sus manifestaciones, mediante puntos intermedios y su correspondiente influencia evidente, que radica con temas y argumentos de gran interés, mismos que no pueden apartarse de la potencial posición y prevalente autoridad que ocupan.
La gran energía que planean los vitales planteamientos y al mismo tiempo, cultivan con intensidad y acumulada existencia, con el objeto de aquilatar ideas que se sostienen bajo un orden y relación debidas impregnadas de claridad y madurez imprescindibles, es una evidente transformación o cambio elemental de las comunidades.
Las formas agresivas, provocadoras y abusivas desaparecen debido a la idiosincrasia colectiva que llegan a configurar sin beneficio alguno. Son simples datos y referencias cronológicas que no alcanzar ninguna finalidad. Son producto de una porción infecunda y sectaria que se depositan en el cesto de la basura.
Tal orden de pensamientos, conducen posteriormente hacia el merecimiento y atención preferente por los intelectuales de renovado pensamiento dentro de un Gobierno surgido de la voluntad popular libremente expresada en las urnas en un proceso deliberativo e independiente, y, por consiguiente, no depende de ningún rango superior.
El cúmulo de variados conocimientos fundamentales y bien cimentados, rechazan los vergonzosos miedos y supuestos pánicos combinados, productos de una experiencia heredada, ancestral y atávica, esquemas de acontecimientos no justificables, estúpidos y patológicos que ciertas autoridades pregonan con tal resabio, para la gente humilde, honesta y sincera.
Por consecuencia lógica, los gastos presupuestarios para el ejercicio anual determinado, debe destinarse cantidades suficientes para el ramo de educación pública, aumentando de manera equitativa cierta cantidad importante y valiosa, sin limitaciones de ninguna especie.
En una visión de conjunto hacia la problemática nacional, con el incremento de sumas de dinero destinadas a las finalidades indispensables, y, además, se puede realizar a futuro labores de superación académica y docente de notables beneficios para la ciudadanía hondureña.
Hay que tomar en consideración que grandes realizaciones resuelven grandes necesidades de la población, consolidando el fortalecimiento de las instituciones nacionales y originarias. Se tienen que desechar las aparentes limitaciones artificiosas, resguardando o preservando el sentido de la realidad.
Recordamos de manera rimbombante que el Estado tiene un esencial propósito: resolver el problema de los pobladores mediante un régimen de justicia general y mutua, mejorando las condiciones de vida de los habitantes, sobre todo a los que urden de mayor amparo, defensa y, protección, como son los trabajadores y los campesinos.
Recalco enfáticamente, tenemos que hacer hincapié en la educación técnico vocacional y buscar un ensanchamiento y extensión entre la educación primaria, media y universitaria, que corresponda, sin lugar a dudas al mejoramiento de la Instrucción o enseñanza. El pueblo agradecerá tan encomiable y desinteresada operación.
Los derechos sociales, como la salud, la cultura, el trabajo, el restablecido descanso, la seguridad, la niñez, la previsión social y la unidad y fortalecimiento de la familia, merecen un lugar preferente dentro de un gobierno democrático y representativo.