Desde la ropa que me pondré este día, hasta lo que voy a cenar. Si salgo a hacer ejercicio o prefiero descansar y recargar bien. Llamar a alguien.
Tomar un respiro de una situación. Cortar con cosas que no nos benefician. ¡La vida sin duda es una toma de decisiones! Y tomamos muchísimas decisiones en el día. Muchas de ellas en automático, muchas de ellas sin pensarlo.
Pero siempre llega ese momento donde la vida nos lleva a callejones sin salida, donde hay que tomar decisiones difíciles ¿Le ha pasado? Y hay gente que cuenta con una gran habilidad para tomar decisiones rápidas, y otros que nunca las toman, pues viven dándole vueltas y vueltas sin saber que es lo mejor.
Aprendí de Stephen Covey, que la vida de cada persona debe tener un eje. Debe moverse por algo en el centro, pero ese algo debe ser firme, sólido e inmutable.
Es decir, no cambie según el ánimo que voy sintiendo. Y explica que hay gente que tiene diferentes “Centros” en su vida. Para muchos su eje, su centro es la familia.
Para muchos es su fe. Con otras personas el eje es su carrera profesional. Y otros grupos, ellos mismos son su eje.
Viven para complacerse y sus decisiones giran en torno a que me conviene y que no me conviene. ¿Los conoce? Son los que dicen “Qué hay para mi” en todo lo que hacen.
El Dr. Covey propone un eje diferente. Permanente. Profundo y son sus “principios”.
Hay principios que son totalmente universales y aplican a todo lo que hagamos en todo tiempo.
En La Biblia encontramos principios que sirven para la vida empresarial y en la vida empresarial encontramos principios que están también en ella.
¿Por qué? Porque son principios universales. Es decir, la ley de “Siembra y cosecha” es un ejemplo. La ponen de muchas otras formas y nombres, pero amigos es universal lo que usted siembre cosechará.
Y sepa que si siembra vientos cosechará tempestades. ¡Es mejor ser un buen sembrador! Para esperar buena cosecha.
O bien, si un resultado no me gusta, ¡cambie su siembra! Con este ejemplo quiero volver al tema de las decisiones rápidas. Y quiero invitarle a escribir sus principios de vida. ¿Los tiene? En lo personal procuro, intento, vivir de ellos.
Por ejemplo, no haría nada que deshonre a mis padres. ¡Me enseñaron a vivir bajo esos principios! Otro de ellos, es el valor de la palabra.
Si salió de mi boca, estoy comprometido. Vivir de principios me hace tomar decisiones rápidas, pues ya decidí respetarlos por anticipado.
Un ejemplo es si en mi negocio me proponen algo en debajo de la mesa. ¡Mi respuesta es no! Sin pensarlo.
Pues debo, como lo mencioné anteriormente mantener la honra de quienes me dieron la vida. Muchos de nosotros renunciamos a nuestros principios, por obtener algo que se ve como brillante, u oro puro. Una relación, un trabajo, una oferta. Una oportunidad.
¡Todo eso es bueno y válido! Y si le ha tocado algo así ¡Me alegro por usted! Pero que nada de eso viole sus principios.
¿Por qué? Porque los principios van siempre, intrínsecamente ligados a nuestra identidad. Usted es, sus principios. Y si algo le va a robar la paz.
Lo va a convertir en algo que no es. Lo hará renunciar a sus relaciones. ¿Pregúntese si eso es tan valioso? Pues no todo lo que brilla es oro. Una persona de principios, Vale. Se cuenta con ella. Siempre estará en la cima. No será popular, seguro. Pero sí, muy exitoso.